La recuperación de la primera confitería debe ser el síntoma y la muestra concreta del amor propio de los tucumanos, emblemático lugar donde hace muchos años quizás nacía el intento de explotación turística y comercial en el bello cerro San Javier. La confitería, como se solía llamar a los bares en aquella época, fue por años objeto de tristeza y desidia para los turistas que apreciaban la estructura abandonada y exclamaban asombrados el porqué de la cuestión, para nosotros fue la indiferencia, al punto de ni mirar para el lugar donde dormía semiperdida la histórica estructura. Por suerte el estado reaccionó y las partes vinculantes entendieron qué el camino y la obligación con la historia provincial deben imponerse siempre. Con mucha alegría pude ver el acto de apertura e inmediatamente nació la necesidad de ir a ver lo que vieron aquellos tucumanos pioneros que buscaron dar un salto de calidad hacia el crecimiento comercial de aquéllos años gloriosos. Que sea este suceso el despertar de la provincia que fue llamada alguna vez “La Capital del Norte”, y que los tucumanos seamos capaces de cuidar y preservar con carácter nuestro patrimonio.

Williams Fanlo 

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