SHARM EL-SHEIJ, Egipto.- El presidente electo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió una cálida bienvenida en la cumbre COP27 en Egipto, donde dijo que espera comprometer otra vez a su país para abordar la crisis climática. En ese tono, propuso organizar la 30ª conferencia del clima de Naciones Unidas, en 2025, en la Amazonia brasileña.
“Estoy aquí para decirles a todos ustedes que Brasil está de vuelta en el mundo”, afirmó en declaraciones en un evento junto a los gobernadores de los estados amazónicos brasileños.
Un izquierdista que ganó su tercer mandato en el cargo el mes pasado, Lula dijo que buscaría convertir a Brasil en el anfitrión de la COP30 en 2025 y apuntará a que la sede esté en la selva amazónica, en lugar de la región costera más poblada.
Brasil iba a hospedar la cumbre anual de la ONU en 2019, pero el presidente derechista Jair Bolsonaro se negó a seguir adelante. “Es importante que las personas que defienden la Amazonia, las personas que defienden el clima, conozcan de cerca lo que es la región”, dijo Lula, quien asumirá el cargo en enero.
La Cumbre de la Tierra de Brasil de 1992, en Río de Janeiro, sentó las bases para todos los principales acuerdos ambientales internacionales desde la firma de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cuyo objetivo es prevenir el calentamiento planetario extremo y fue la base de las reuniones de la COP.
La decisión de Lula, de hacer de la cumbre COP27 el foco de su primera visita internacional desde que fue elegido presidente, ayudó a dinamizar las conversaciones en la ciudad turística de Sharm el-Sheij, en el Mar Rojo.
“Es muy positivo que venga aquí como presidente electo porque el actual presidente nunca vino a las COP”, dijo Carlos Nobre, científico climático de la Universidad de San Pablo.
Menos esperanzador es el panorama en el resto de las reuniones. Dentro de las salas de negociación en Egipto, las divisiones siguen siendo profundas, según el representante especial de la presidencia egipcia de la COP27, Wael Aboulmagd.
Sharm el-Sheij pone a prueba la determinación mundial para abordar el calentamiento global, ya que otras crisis, de la guerra de Rusia en Ucrania a la inflación, distraen la atención internacional. Los líderes del G20 emitieron una declaración en la que expresaban su apoyo al objetivo mundial de limitar el calentamiento a 1,5°C, eliminar gradualmente el carbón y acelerar la financiación del clima.
Un funcionario cercano a las conversaciones dijo que hay divisiones en torno a cuestiones como si las naciones ricas deberían crear un fondo para cubrir los daños irreparables que está provocando el cambio climático, el lenguaje que aborda el uso de combustibles fósiles y si 1,5 grados Celsius debería seguir siendo el límite objetivo explícito para el calentamiento planetario. (Reuters)