¿Qué pasa en Juntos por el Cambio? La pregunta se reitera en la cúpula del poder al ver que las internas están aclarando el panorama electoral. El lanzamiento de la fórmula Roberto Sánchez-Sebastián Murga dio dos certezas al análisis del oficialismo. Por un lado, que al intendente Germán Alfaro, inesperadamente, se le ha pasado un colectivo que iba lleno en cuanto a los asientos para las candidatura. Por el otro, que el jefe municipal ha quedado mal estacionado frente a su anuncio de una postulación demorada para pelearle la gobernación al Frente de Todos. La conformación de la propuesta opositora, sin embargo, no está cerrada, aunque esta vez sus principales referentes querrán poner las condiciones en caso de negociar la posibilidad de llegar a una interna. Alfaro corre con el caballo del comisario. Al avalar su precandidatura, el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta no hizo más que despertar la reacción de un ala del radicalismo y de algunos aliados a Juntos por el Cambio, que no esperaron demasiado tiempo para cruzarse de vereda y, desde allí, disputarle espacios en la conformación de la boleta para el próximo turno electoral. Algo similar sucede en el oficialismo, pero no en cuanto a la constitución de la fórmula, sino a la disputa para la pelea por la intendencia en San Miguel de Tucumán. Rossana Chahla está nominada por Juan Manzur y por Osvaldo Jaldo para competir por ese estratégico cargo, aunque nada está cerrado. El gobernador en uso de licencia y el vicegobernador que está a cargo interinamente del Poder Ejecutivo consideran que la actual diputada y ex ministra de Salud Pública tiene un mayor nivel de aceptación en la consideración popular, que el resto de la oferta peronista.
Chahla, en realidad, es una suerte de rueda de auxilio. Si el intento judicial de Manzur para que se le habilite la postulación a vicegobernador para el año que viene naufraga, ella puede ser la compañera de fórmula de Jaldo. En los hechos, la parlamentaria actúa en ese sentido. Sus continuas participaciones en actos públicos y la exposición que la propia fórmula gobernante le ha propiciado van en aquella orientación de convertirla en candidata a vicegobernadora. Sin ir más lejos, a varios ministros y funcionarios les llamó la atención este lunes que Chahla haya acompañado a la comitiva en la combi oficial a los actos organizados por la Casa de Gobierno. Si esto fuera así, se acabarían las rencillas justicialistas capitalinas. Carolina y Gerónimo Vargas Aignasse, Fernando Juri o cualquier otro dirigente de circuitos de esta ciudad podrían avanzar con sus proyectos, aunque bajo la mirada atenta del Palacio de Gobierno. Todos se le animan al Partido de la Justicia Social. Creen que, más allá de lo que sucede con el Gobierno nacional, 2023 es la oportunidad para que el peronismo gobierne la Capital. El radicalismo también se inscribe en esa misma línea. Alfaro no tiene un/a sucesor/a claro/a.
Hoy por hoy, Manzur está lejos de retornar a Tucumán. Sólo lo hará en la medida que capitalice viejos anuncios y los convierta en realidad. Ya prepara el desembarco del ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, para que inaugure oficialmente el moderno acceso caminero a Trancas, una obra que fue habilitada provisoriamente a principios de octubre, cuando se realizó la Fiesta Nacional de Caballos. Pero falta el corte de cintas. En los próximos días habilitará las primeras partidas financieras para ejecutar varios planes de viviendas en el interior tucumano. A su vez, la próxima semana se firmarán los acuerdos para que las empresas que se adjudicaron la ejecución del emprendimiento habitacional en la zona de la avenida de Circunvalación y contará con 1.659 viviendas, 1.491 lotes con servicios y 50 locales comerciales.
De a poco, el jefe de Gabinete de la Nación desarrolla una agenda de actividades que nada tienen que ver con un postulante a la vicegobernación del distrito que lo catapultó hacia la cúpula del PJ. Más bien, Manzur aceita sus contactos con viejos conocidos que lo ubican en zona de potencial candidato nacional. El jueves, por caso, recibió en su despacho de la Casa Rosada a directivos del Banco Jefferies en Nueva York, junto a inversionistas de Wellington, Farallon y TCW. Ayer, en tanto, mantuvo un encuentro con el presidente de la Organización Sionista Mundial, Yaakov Hagoel. Ambas cumbres presagian una probable gira del tucumano por Washington y por Nueva York, antes del cierre de este año.
A Manzur le costará alejarse del cargo que hoy tiene en el gabinete nacional. Lo primero que hay que aclarar es que el presidente Alberto Fernández no tiene un recambio de fuste que le permita suplir a un dirigente con una agenda nacional e internacional tan fuerte como la de su vecino de oficina. Tampoco hay jugadores que quieran agarrar un cargo a casi un año de terminar una gestión que termina con más pena que gloria. Esto también tiene una explicación de origen. El experimento del gobierno de Alberto y Cristina, en donde la líder es el número 2 institucional, y el número 1 es una figura débil de origen y diluido en el ejercicio del poder, recibe a todas luces una alta reprobación por parte del electorado, advierte el analista Carlos Fara. Esto obviamente tiene que ver con los malos resultados económicos y sociales, y también con el hecho de haber transgredido una regla básica de los presidencialismos clásicos: el 1 al gobierno y el 2 al poder no funciona, o a la corta o a la larga se generan conflictos imposibles de resolver, generándose una suerte de “empate catastrófico”, puntualiza. En suma, el 1 tiene la lapicera, pero condicionado por la capacidad de conducción del 2. En una cultura caudillesca como la argentina -y la latinoamericana- caudillo sin poder no augura buenaventura.
En Tucumán, esa fórmula de laboratorio no se repetirá, advierten los jaldistas. La sociedad reconstruida del binomio peronista tiene también sus explicaciones. Ambos se necesitan y no están dispuestos a repetir experiencias del pasado, en el que el vice le ponía palos en la rueda al gobernador saliente y éste, a su vez, minaría una futura gestión.
Todo indica que el sucesor natural del oficialista Frente de Todos es Jaldo. Pero su compañero/a de fórmula seguirá siendo una incógnita hasta tanto la Justicia y el propio Manzur definan qué harán con el futuro político del actual jefe de Gabinete. La fórmula peronista tiene que correr otra carrera con obstáculos el año que viene. Ninguno se atreve a poner un muletto. De allí que al tranqueño no le desagrada la idea de apelar a la rueda de auxilio en caso de que el “plan A” no se concrete. Y, otra vez, ¿qué dirá Manzur? En principio no pondría reparos. Cuentan que mira con detenimiento la actividad parlamentaria frente a la posibilidad de recalar en el Senado. Manzur quiere seguir jugando en las grandes ligas políticas de la Argentina. Necesita un triunfo en Tucumán para marcar territorialidad. Jaldo es hoy el elegido para la eventual sucesión. Pero el campeonato es largo. Faltan varias fechas para la definición.