Está íntimamente ligada a la identidad de un pueblo y es una de sus piedras basales. La música popular, las costumbres relacionadas con la vida del campo (tomar mate, comer asado, rescoldo), pialar animales, domar caballos, la artesanía, la gastronomía, los dulces, la indumentaria, pero también la danza, la literatura y la pintura costumbristas. “La tradición es una guía, no una carcelera”, sostenía el escritor británico William Somerset Maugham (1874-1965), mientras que su colega mexicano Carlos Fuentes afirmaba: “Para crear debes ser consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes de crear algo nuevo”.

El jueves se conmemoró el Día de la Tradición, que se instauró en recuerdo del autor del poema “Martín Fierro”, José Hernández que nació el 10 de noviembre de 1834. El extenso poema, un clásico de la literatura argentina, cuenta el derrotero de un gaucho y refleja su estilo de vida, sus costumbres y sus códigos de honor. Fue el poeta Francisco Timpone el autor de la iniciativa que fue convertida en ley Nº 4756/39 por la Legislatura bonaerense en 1939.

Conscientes de la importancia de la tradición en la construcción de la identidad, en el siglo pasado, intelectuales tucumanos promovieron la enseñanza del folclore, así como el rescate de las coplas, rimas, adivinanzas y músicas anónimas, tarea que se encomendó a Juan Alfonso Carrizo y a Isabel Aretz. A fines de la década de 1930, el pensador tucumano Alberto Rougés sostenía que para que la educación pública no siguiera fracasando, en materia de formación cultural era necesario que se comprendiera que el objetivo esencial de esta debía ser formar creadores de cultura y un público para estos, capaz de apreciar la creación, de amarla y, por ahí, de incorporarla a la vida espiritual de un pueblo. “Ese fondo emocional y valorativo es parte esencial de la personalidad de un pueblo, hace del pasado, presente y futuro de este, un todo espiritual. En él nace el niño a la vida consciente, arrullado por canciones de cuna. El arte tradicional, gran pedagogo, le enseña luego rimas infantiles, cuentos, adivinanzas, villancicos, romancillos, el canto jubiloso, vivificante del espíritu, que el niño entona en sus juegos espontáneos, y que no se deja entrar a la escuela, para reemplazarlo por otro, extraño a la sensibilidad del alumno, que este no canta sino en clase”.

En diciembre de 2016, la Legislatura provincial sancionó una ley que impulsa la enseñanza del folclore en el sistema educativo, sin embargo, no se conocen hasta ahora avances significativos en la puesta en marcha de esta iniciativa.

Por otro lado, la Academia Nacional del Folklore acaba de lanzar la Folklopedia, la enciclopedia virtual de la cultura, las artes y las ciencias folklóricas, cuyo objetivo es convertirse en una la fuente privilegiada de información rápida, sencilla -certificada en la calidad de sus contenidos-, que reúna para la red informaciones, datos y trabajos vinculados a las distintas áreas del universo folklórico. “Estará toda la información referida al folclore argentino, con la ambición de que después sea el de América Latina y después del mundo. Va a haber biografías, partituras, libros, enlaces de redes, el diálogo con otros protagonistas, una organización regional de los materiales por temáticas, por biografías. En fin, son entradas que van a permitir llegar a una actualización bibliográfica y también artística de la producción folclórica”, explicó el músico José Luis Castiñeira de Dios, vicepresidente de esa institución. Sin duda, será un aporte significativo y un lugar de consulta permanente para los interesados, si es que llegara a implementarse definitivamente el estudio de las ciencias folclóricas en la educación.

Sería más que positivo si la enseñanza del folclore, así como de la historia de Tucumán, se concretaran finalmente. Dicen que un pueblo sin tradición no tiene porvenir.