Por Álvaro José Aurane
Para LA GACETA
Buenas noticias: todo indica que este año volveremos a ganar el Mundial de Fútbol. Los indicios están en el aire. Una cervecería fue la primera en advertirlo y reunió los indicadores en una publicidad para televisión. Están dándose incontestables semejanzas entre numerosas variables registradas en vísperas de México 1986 y ahora, en vísperas de Qatar 2022. Dice el comercial viralizado en las redes sociales que la final del último campeonato de la FIFA ganado por la Argentina se jugó al mediodía. La de este año también será a las 12. En la Navidad previa al 86 llovió en Buenos Aires. En la Navidad de 2021, también. Canadá clasificó para la copa de 1986... y para la de ahora. Chile, en cambio, quedó afuera hace 32 años. Ahora, también. Júpiter estuvo en Piscis cuando se disputó el certamen de aquella vez. Ahora ocurrirá otro tanto. Robert de Niro vino dos veces a la Argentina: este año y en el 86. Y, por supuesto, el mejor jugador del Mundo vestía la celeste y blanca en 1986. Lo mismo acontece en 2022.
Son apenas un puñado de “casualidades” (el mezquino pseudónimo que los agnósticos le dan al destino), urgidas por caber en los 2,20 minutos del “spot”. Ese que propone: “Para el que necesita coincidencias, hay coincidencias. Para el que cree en el equipo, hay equipo”. Sin embargo, el Archivo de LA GACETA y los libros de historia aportan más datos (por cierto, más rigurosos) para confirmar que hoy, como ayer, estamos condenados al éxito…
Pasión y multitudes
No todas las situaciones que se replican son anécdotas felices que invitan al brindis en una reunión con amigos. Por caso, el 19 de septiembre de 1985 (es decir, el septiembre anterior al Mundial de México) la tierra azteca lanzó alaridos con un terremoto devastador. El de este año también fue un 19 de septiembre trágico porque México volvió a temblar con un sismo. En 1986, el ejército soviético enfrentaba severos conflictos por su invasión a un país vecino que, en términos de armamento, era infinitamente inferior. Aún existía la URSS y su campaña en Afganistán se encaminaba al desastre. La resistencia contaba con la asistencia de EEUU.
Ahora, Rusia ha invadido territorio de su vecina Ucrania y viene de enfrentar severos reveses a manos de un ejército que cuenta con menos recursos, pero que es asistido por Occidente. Una película que aborda la manera en que la Argentina de la democracia lidiaba con la “cuestión” militar (el genocidio y la sistemática violación de los derechos humanos de la última dictadura) es nominada a los premios Oscar. Ese resumen bien vale, en 1986, para la postulación de “La historia oficial” al máximo galardón de la Academia de Hollywood. Y, también, para “Argentina – 1985”, el filme estrenado este año que reconstruye una parte de la historia de los juicios a las juntas militares y que también competirá por la estatuilla dorada.
Eso sí, se alzaban en 1986 las voces que cuestionaban que se juzgara solamente a los jerarcas militares y no a los integrantes de los “grupos subversivos”. No era, por cierto, sólo un clamor de extremas derechas, sino del mismísimo -e icónico- presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, el alfonsinista Juan Carlos Pugliese. “Inequidad”, era la palabra usada por ese radical cuya autoridad moral le había valido el mote de “bisonte blanco”. Es decir, el debate en torno de los 70 no estaba ni remotamente cerrado. Ni entonces. Ni ahora.
La carrera espacial no atravesaba su mejor momento. En 1986, la explosión del transbordador Challenger y la muerte de toda su tripulación enlutaron a los Estados Unidos. Este año estalló, por las fallas de un reactor, uno de los cohetes de SpaceX, la compañía espacial de Elon Musk. Tal vez por lo luctuoso de los acontecimientos, la hinchada todavía no canta. Pero el rumor de la tribuna comienza a sentirse. ¿Hacen falta más pruebas de lo que nos espera? Las hay…
Trapos y colores
Sólo un necio es incapaz de ver que los astros están tan alineados como la historia. Pero contra los “pechos fríos” sin la pasión del fútbol, y contra los “cabuleros” que no quieren reconocer lo obvio para no “secar la suerte”, la actualidad surge soberana. Estamos hoy igual que ayer. “Hemos heredado una economía desquiciada y un Estado devastado”, era el discurso presidencial, varios meses antes del Mundial de México. Era 1985. El preludio de “una nueva etapa” del Plan Austral. Después se anunciaría lo que “Clarín” tituló como una “Política de shock contra la inflación”. Alfonsín acuñaría más tarde una expresión que perduraría durante todo 1986: “Esto se llama, compatriotas, economía de guerra”. Tuvieron que pasar tres décadas y media para que en marzo de este año, varios meses antes del Mundial de Qatar, otro presidente, Alberto Fernández, declarase públicamente que el Gobierno entraba “en guerra contra la inflación”. Traer la Copa del Mundo, a estas alturas, es un mero trámite…
Claudio Belini y Juan Carlos Korol en “Historia económica de la Argentina en los siglos XX y XXI” contextualizan que, a mediados de los 80, “las políticas económicas no pudieron revertir el estancamiento ni contener la inflación, que eran dos de los problemas que venían gravitando desde mediados” de la década anterior. Si se mira la actualidad, la conclusión está cantada: “Por los colores de mi patria doy la vida / como lo hicieron los soldados en Malvinas / cuando me muera no quiero nada de flores / yo quiero un trapo que tenga estos colores…”
La deuda externa se encuentra en el centro de la polémica. La cifra es escandalosa: 50.000 millones de dólares. El secretario de Hacienda, Mario Brodersohn, informa en 1986 que ese era el monto oficial determinado. En paralelo, figuras del Gobierno, como el canciller Dante Caputo, se manifestaban tajantemente: el pueblo argentino no debe responder por ese endeudamiento contraído por la última dictadura, que no había sido, precisamente, un Gobierno del pueblo. Hoy, en la Nación, el oficialismo cuestiona el crédito del FMI con la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri, mientras los “K” demonizan cualquier acuerdo con el FMI. Léase, estamos encaminados hacia la gloria futbolística. Dicho de otra manera: “Vamo’ vamo’ Argentina vamo’ a ganar / Vamo’ vamo’ Argentina vamo’ a ganar / yo te sigo a todas partes adónde vas / cada vez te quiero más…”
Espejos e índices
“Uno de los rasgos más notables de la imagen retrospectiva de la etapa de la historia económica argentina dominada por la expansión de exportaciones es el tono sombrío con que se describe un período de crecimiento económico cuyo ritmo no encontró frecuentes paralelos en otras áreas y otras épocas. El lector estará tentado de ver aquí una consecuencia del desempeño tan decepcionante de la economía argentina en tiempos más recientes: cualesquiera sean sus otros logros, no puede decirse que la etapa de economía exportadora haya preparado adecuadamente a la Argentina para afrontar los complejos desafíos de las que va a seguir a la Depresión”. Bien podría ser una crítica mirada actual que cuestiona que la Argentina no haya capitalizado el boom de los commodities en los 2000, en lugar de dilapidarlos en políticas populistas. Pero es otra cosa.
Se trata, en cambio, del capítulo 9 de “El espejo de la historia”, el canónico libro de Tulio Halperín Donghi que reúne sus ensayos escritos entre 1979 y (es increíble) 1986. Por cierto, el título del capítulo es “Canción de otoño en primavera. Previsiones sobre la crisis de la agricultura cerealera argentina”. En el año del Mundial de México, el “Borges” de los historiadores argentinos iniciaba el estudio del ciclo 1894-1930 como si estuviera mirando el año del Mundial de Qatar. O sea: “Esta es la banda loca de la Argentina / la que de las Malvinas nunca se olvida / la que deja la vida por los colores / la que le pide huevos a los jugadores…”
Para 1986, el Gobierno había estimado una inflación del 28%. Pero a poco de andar el año, la inflación se ubicó en el orden del 4% mensual, pese a una fuerte política de control de precios. Esa medida no prosperó y en agosto la inflación superó el 7%. La de todo ese año acumuló el 86%. Es decir, triplicó la estimación oficial. El proyecto de Presupuesto 2022 para la Argentina, que el Congreso nunca aprobó, estimaba una inflación para este año del 33%. Pero el índice, que comenzó en un 3,5% mensual, en agosto superó el 7%. Pese a los “Precios cuidados”. Se estima que el porcentaje anual, en cambio, rondará el 100%. Es decir, triplicará la estimación oficial. Y, consecuentemente, “Brasil / decime qué se siente…”
Pretérito y porvenir
El mes pasado fue noticia el reencuentro entre los actores Michael Fox y Cristopher Lloyd. Ellos protagonizaron “Volver al futuro”, película que se estrenó en la Argentina en 1986. Desde el título mismo, la película plantea una serie de paradojas. En el film, el presente de Marty McFly está enclavado en 1985. En una máquina del tiempo, él viajará al pasado. Y luego retornará. Porque cuando se encontraba aprisionado en el ayer, los mediados de los 80 eran el futuro… Para el que necesita casualidades, hay casualidades. Para el que cree que es posible que haya un país donde el ayer es el mañana, hay una certeza: somos los campeones del mundo…