Actualmente, la actividad agropecuaria argentina está padeciendo una crisis que seguramente será muy difícil de olvidar para los productores. Desde el mismo inicio de la campaña de granos finos resultó difícil, dado principalmente por la falta de agua al momento de sembrar. Y ni hablar de la escasas o nulas precipitaciones durante el desarrollo del cultivo; en especial, en nuestra región, el NOA.
En general, este comportamiento del clima se dio casi en todas las zonas productoras de granos del país. A esto se sumaron las heladas tardías que se dieron durante esta semana -principalmente, en el área central del país-, que afectaron cultivos invernales en etapas de floración y de llenado, lo que golpeó otra vez los rendimientos, ya alicaídos debido a la falta de agua.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) fue tajante al afirmar que, hasta el momento, se estima una producción de trigo de solo 13,7 millones de toneladas, a raíz de la falta de lluvias y de las heladas tardías que afectaron la zona núcleo.
La entidad dice que la baja en la proyección de cosecha será de 1,3 millones de toneladas. Y de concretarse el nuevo volumen esperado, la campaña de trigo caerá un 42%, respecto de lo obtenido durante la campaña 2021/22, cuando se recolectaron 23 millones de toneladas.
Indica además que la superficie perdida pasó de 390.000 hectáreas a 540.000 hectáreas; mientras que el rinde medio nacional oscilaría de los 27,2 quintales por hectárea (qq/ha) a los 25,8 qq/ha.
Por desgracia, en el NOA la situación resulta más grave aun. Y lo reafirman los actuales rendimientos de trigo que se están obteniendo: están muy por debajo de los que estima la BCR para la zona núcleo.
Según técnicos y productores del NOA, los valores promedian de 500 kilos por hectárea a 1.500 kilos por hectárea. Una situación realmente critica.
A pesar de esta situación los productores siempre esperan que una nueva campaña les dé revancha y que las pérdidas que tuvieron en una campaña sean compensadas con la que sigue.
El hombre de campo tiene la esperanza de que las cosas cambien, productivamente hablando. Solo que espera que los Gobiernos den indicios de que toman el mismo camino. Pero en este caso la esperanza del productor decae, porque solo le basta ver las medidas que toman las autoridades.
Lo importante es destacar que a pesar de esto el productor siempre va al futuro de otra manera y lo reafirma que año tras año vuelve a sembrar a pesar de las vicisitudes.
En un trabajo elaborado por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral se puede trazar la hoja de ruta de la producción argentina, estableciendo el perfil del productor de nuestro país y visualizando sus expectativas.
Esta es la cuarta edición de su Encuesta sobre las Necesidades del Productor Agropecuario Argentino, que sirve como una radiografía en la que se pueden ver los detalles sobre el comportamiento del agricultor y analizar cuáles son sus hábitos, cómo se financian y que esperan en el corto y en el mediano plazo.
Un punto central del trabajo es el papel de la tecnología en los sistemas productivos del hombre de campo.
El sector siempre apuesta a un nuevo modelo de negocios, a partir de la obtención, de la administración y del uso de los datos. El 73% de los productores cuentan con maquinaria que recoge datos; y el 70% los usa para la toma de decisiones. En relación a la encuesta anterior, esto representa un crecimiento de un 20%.
En la encuesta realizada a unos 880 productores, que en una superficie de 1 millón de hectáreas se dedican a la agricultura y a la ganadería, se estableció una escala que abarcaba de medianos -hasta 600 hectáreas- a los de mayor escala -10.000 hectáreas-.
En los resultados se ve que, para los próximos cinco años, un 41% estima incrementar su superficie en explotación y el 55% mantendrá las mismas dimensiones que durante la campaña 2020/21. Solo un 4% reconoció que disminuirá su superficie operada.
Por supuesto que, en su mayoría, los productores indicaron que las nuevas tecnologías digitales modifican y modificarán su manera de hacer negocios.
Sin duda que el productor, a pesar de los problemas que enfrenta campaña tras campaña, está siempre decidido a sembrar de nuevo, desafiando la mayoría de las veces la difícil situación por la que el país está pasando y con las diversas piedras que en el camino encuentra con las desafortunadas decisiones que la clase política se empeña en colocarlas.
El sector espera que algún día producir en este país sea más sencillo, en beneficio de todos los que habitamos esta bendita tierra.