El panel de cierre del Foro Aniversario que organizó la Fundación Federalismo y Libertad para celebrar su década de vida estuvo a cargo del ex presidente de Uruguay Luis Alberto Lacalle Herrera y del economista tucumano Ricardo Héctor Arriazu. Muchos de los presentes -acaso, la mayoría- se enteraron en ese momento, a instancias del político “charrúa”, que ambos no solo se conocían, sino que habían trabajado juntos en el Gobierno de “La Banda Oriental” durante la primera mitad de la década del 90 del siglo pasado.
Cristiano Rattazzi: “El caos económico que se ha creado es notable”“Antes que nada, me gustaría recordar que Uruguay tiene una gran deuda con Arriazu, porque la transformación económica que pudimos llevar adelante entre 1990 y 1995 -pasar de un déficit fiscal de un 7% a un superávit; pasar de una inflación del 130% a una de un 40%, y continuando- se debe a su consejo y a su presencia. Es un gran tucumano, muy bien recordado allá”, dijo Lacalle Herrera antes de comenzar su turno de habla. Y el auditorio coronó la reivindicación con un buen aplauso.
Arriazu abrió el panel, titulado “Vientos de cambio en el mundo”. Estructuró su disertación sobre la base de una pregunta: si el mundo hizo maravillas en materia económica y en lo que respecta a bienes y a servicios, ¿por qué hay tanto descontento?
Un foro que sintió el "efecto Coldplay"“Vivimos en un mundo que está en proceso permanente de cambios: geográficos, climáticos, demográficos, culturales. Pero como decía (el orador de la antigua Roma Marco Tulio) Cicerón: ‘ningún viento es favorable si no sabemos hacia dónde vamos’. Entonces, necesitamos saber qué está pasando en el mundo; y muchas fuerzas se están desarrollando”, señaló.
Se encolumnó detrás de los economistas clásicos, y afirmó que no se puede concebir la economía escindida de la política. “Debemos mirar la gran dinámica. Cometimos el grave error de separarlas; y entonces tenemos grandes especialistas en cosas parciales, que no conocen el total. Resulta imposible encarar un proyecto político sin tomar en cuenta la economía”, dijo.
Mostró, luego, una serie de indicadores clave, que dan cuenta del desarrollo del mundo, desde el año cero hasta 2020. El Producto Bruto Interno (PBI) del mundo durante ese lapso de más de dos milenios. “Al año 1.000 se estanca; pero se acelera en el Renacimiento, y con la Revolución Industrial. Y miren la evolución desde 1950 hasta nuestros días, período durante el cual la población mundial pasó de 2.500 millones a 8.000 millones. El ingreso per capita se cuadruplicó; el mundo aprendió a producir bienes. Entre 1950 y hoy se multiplicaron por tres veces y media la cantidad de bienes que se habían producido desde el comienzo de la humanidad hasta 1950. De hecho, en los últimos 15 años se produjeron más bienes que desde el año cero hasta 1950. Sin embargo, la gente está descontenta. ¿Qué hay detrás que los bienes no resultan suficiente?”, indagó el economista.
Abrazo de Sánchez y Alfaro, muestra de caballerosidad más que gesto políticoY prosiguió remarcando avances que se dieron entre 1950 y nuestros días: la expectativa de vida había subido de 47 años a 72 años -en países en desarrollo, de 36 años a 65 años-; la tasa de mortalidad infantil bajó del 140‰ a un 29‰ -en países emergentes, de 147‰ a un 47‰-; el analfabetismo bajó de un 44% en 1950 a un 14% actual; el consumo de alimentos se cuadruplicó, y mientras en 1950 se morían de hambre 500 habitantes por millón, actualmente solo mueren 50 por millón, por esa causa.
“Y sin embargo, la gente está descontenta. ¿Qué hay detrás del comportamiento humano en estos temas? Parecería que prefieren la igualdad en la pobreza, que las mejoras en un contexto de competencia”, elucubró Arriazu. A modo de ejemplo mencionó el caso de Chile. “Es el país que más gente sacó de la pobreza y en el cual se dio la mayor ascendencia en materia social. Y la gente está dispuesta a esperar mientras vea progreso; pero en cuanto se plantea demora o retroceso se desespera. Y allí sucedió eso; la gente ya no estaba dispuesta a aguantar”, dijo.
Explicó de dónde surge esa suerte de impaciencia. “Un pasaje aéreo cuesta hoy un 40% de lo que costaba en 1960; el costo de la comunicación es 20.000 veces menor que en 1950, y el costo de procesamiento de datos, una millonésima parte. Y la comunicación lleva a la globalización; entonces se extiende el ‘impacto Hollywood’: la gente quiere ya ese nivel de vida irreal que ve en las películas. Y cómo se manejan las expectativas de la gente, que quiere instantáneamente una mejora que lleva mucho tiempo”, cuestionó Arriazu.
Soluciones parciales
El micrófono pasó entonces a manos de Lacalle Herrera. El ex presidente de Uruguay improvisó una respuesta para la retórica pregunta que había formulado el economista al cierre de su alocución. “Lo primero que debe asumir alguien que se dedique a la política es que no tendrá la solución para todo. Las soluciones son parciales; no existe una total. Los totalitarismos creen que pueden solucionar todo, y no sucede así. Las democracias mejoran los países y las sociedades”, puntualizó Lacalle.
Daniel Dessein: "Quizás el mayor peligro que enfrenta la sociedad no sean sus dudas, sino la falta de ellas”Seguidamente, opinó acerca del porqué del inconformismo de la gente, del que hablaba Arriazu. “Eso está dentro del campo filosófico; tiene que ver con la falta de valores. Por definición, el materialismo no sacia. Los bienes materiales, que efectivamente han aumentado, no otorgan saciedad; porque lo material es finito, pero el espíritu es otra cosa”, señaló. Y añadió: “los valores no tienen el peso que tenían, y el consumismo -esa forma de materialismo inmediato- se convirtió en una religión. Vivimos en la sociedad del ya”.
Para profundizar citó a Asdrúbal Aguiar, un escritor y político venezolano, de quien Lacalle Herrera se reivindicó amigo. “Él dice que al homo economicus le siguió el homo videns -ve y absorbe la imagen-, y que hoy está el homo Twitter, solitario en medio de la muchedumbre, magnetizado con la tableta. En esos componentes que invadieron el fuero íntimo y acentuaron la individualidad está origen de la insatisfacción”, manifestó Lacalle.
Incluso, criticó la dinámica de las redes sociales. “En materia política se han constituido en un factor perturbador. Normalmente se agrupan los que piensan igual; hay muy poca transversalidad. Y en la medida en que se agrupan se radicalizan. Lo que podía haber sido una comunidad se desvió hacia una tribu”, explicó.
También criticó a la clase política. “La representación está en decadencia. Se trata de un concepto muy noble, porque implica prestar el poder a alguien -por cuatro o cinco años-, en un acto de confianza. Antes, el poder político competía contra el poder militar o económico. Hoy está pulverizado; compite contra el narcotráfico, contra las redes. Y a veces no se puede lograr una conducción política efectiva”, consideró.
A criterio de Lacalle Herrera, la solución para todos estos problemas pasa por un único punto: la educación. “Debe estar compuesta por dos aspectos: valores y destrezas. Normalmente, estas últimas son deficitarias, porque no se ve una equivalencia entre lo que se enseña y el mundo real. Y en cuanto a los valores, el político debe dar el ejemplo. La sociedad está ante una crisis de valores. Con educación se enfrenta ese materialismo que nos ha ganado y que nos ha convertido en desesperados, en desesperanzados”, manifestó.