Durante las últimas horas comenzó a circular en las redes sociales un video de Gran Hermano que generó repudio y polémica por la actitud que tuvo Thiago Medina con otro de sus compañeros mientras dormía.

Sucede que Thiago entró al cuarto de los hombres y, al ver a Agustín dormido, lo abrazó por detrás y le hizo caricias sin su consentimiento. Este gesto generó un repudio masivo pidiendo una dura sanción para él.

Esta semana también se generó revuelo en las redes cuando los particpantes Maxi Giudice y Juliana Díaz estuvieron cerca de intimar y la voz de Gran Hermano les recordó contundente: “Maxi, Juliana, recuerden dar el consentimiento”.

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En la gala de martes, Santiago Del Moro volvió a explicarles a los competidores el protocolo que deben seguir si desean mantener relaciones secuales dentro de la casa. La norma indica que antes de comenzar una situación íntima, los involucrados miren a una de las muchas cámaras dispersas por el lugar, y digan “OK” o levanten el pulgar para confirmar que están dispuestos.

El caso de violación en GH España

Este protocolo de consentimiento no es una novedad de la Argentina sino reglas que se aplican en las ediciones de todos los países donde se emite el programa. Surgió a hace cinco años cuando en la edición española del reality, ocurrió un epidosdio de abuso sexual cuya causa está todavía en manos de la Justicia. Carlota Prado, denunció que su compañero en la casa, José María López, la violó en noviembre de 2017.

Sucede que en aquel entonces, los concursantes habían superado las pruebas semanales y, como recompensa, recibieron un premio: celebrarían una fiesta con alcohol. Al caer el sol comenzó la fiesta. Sin embargo, en segundo plano, tras los bailes y las carcajadas, las cámaras registraron una escena mucho peor.

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Un día después de la fiesta, de forma abrupta, la dirección del programa anunció la expulsión de uno de los concursantes. José María López abandonaría la casa por “una conducta intolerable”, mientras que Carlota Prado, otra de las participantes, dejaría Gran Hermano durante los días siguientes. “Puntualizamos que el único expulsado es José María. En cuanto a Carlota, siguiendo las directrices del equipo de psicólogos, se le ha aconsejado que en estos momentos permanezca fuera de la casa. La puerta está abierta para ella”, aclaró la dirección del espacio televisivo en un comunicado oficial.

Carlota pasó cuatro días fuera del reality pero decidió volver al programa y fue expulsada por la audiencia 15 días más tarde. Dos años después trascendió el video donde los responsables del programa la obligaban a ver lo que había sucedido sin prestarle desde el primer momento ayuda psicológica y sin avisarle del contenido. Fue entonces que ella rompió el silencio. “Lo que hicieron se llama omisión de socorro. En GH trabaja mucha gente y no entiendo cómo permitieron que pasara eso, cómo no hicieron nada... ¿Dónde se dejaron la humanidad?”, decía ella en una entrevista reciente con El Confidencial, el medio que filtró el vídeo.

La dirección de Gran Hermano no le preguntó en ningún momento si quería ver el video. Simplemente lo proyectaron en una pantalla, y ella tuvo que contemplar cada escena sola. Pero lo que más sorprendió a Carlota fue que en un programa que cuenta con cámaras en cada rincón, nadie entró a socorrerla durante la agresión sexual. Ninguno de los organizadores la puso a salvo.

El programa puso en conocimiento de la Guardia Civil la presunta agresión sexual. Los agentes le pidieron a Carlota que denunciara, pero ella no quiso interponer una denuncia hasta que no hablara con su familia, que en ese momento no se encontraba en España. No denunció la violación hasta que fue expulsada por los espectadores. En la casa, explicó que nadie podía hablar de lo sucedido, incluidos sus compañeros en su ausencia.

Desde entonces se implementó un protocolo a nivel mundial para que a la hora de mantener encuentros íntimos cada participante exprese su consentimiento. Lo pueden realizar verbalmente o a cámara haciendo señas, gestos y movimientos tales como levantar el pulgar, y así dar a entender que ambos se encuentran en condiciones de acceder a un encuentro íntimo sexual.