Levantar la Copa del Mundo es la alegría más grande a la que puede aspirar un futbolista y de un entrenador. Es el máximo logro dentro del fútbol y la Selección argentina lo consiguió en 1978 y 1986. No obstante, y a pesar de la euforia colectiva, en el último titulo de ello hubo una sola persona que no festejo: Carlos Bilardo.
Según explicó, quedó disgustado por los dos goles de Alemania en aquella final fueron productos de desatenciones en la pelota parada. Por este insólito motivo quedo mortificado post partido y no festejó el título.
Él confesó su amargura luego de aquella final por esos dos errores conceptuales de su equipo. “No festejé nada. Era una cosa de locos. ¡Dos goles de córner! Nada, no festejé nada”, contó hace un tiempo en una entrevista con Alejandro Fantino.
Aquella final del mundo en México, el 29 de junio de 1986, se presumía como complicada pero el seleccionado argentino venía derecho y con un Diego Maradona esplendido. A pesar de ello, y como lo hizo toda su carrera, Bilardo, atento a todos los detalles, no se confiaba.
Y más que depender de Maradona, dependió de Valdano, ya que él era el encargado de marcar al punta izquierdo alemán, Hans-Peter Briegel. “Ahí está el secreto del partido”, le dijo al goleador.
El equipo ganaba 2-0 en el segundo tiempo (el primer gol había sido de José Luis Brown) y todo parecía controlado. Pero, para indignación de Bilardo y sufrimiento de todos los argentinos, en un puñadito de minutos Alemania empujó y con dos jugadas de córner llegó el empate. “Dos cabezazos en el área es gol”, solía decir Bilardo. Y eso ocurrió.
“No tengo medallas. No tengo foto con la Copa. Que te hagan un gol así, después de uno, dos, tres años practicando y mirando videos. Por eso no tengo medalla. Me la saqué. Me quería morir. Estaba mal”, reveló el director técnico argentino.