Por Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital.com
1.- Tirarse con fotografías
Ante la falta de palabras (y de ideas) los próceres contemporáneos se tiran con fotografías que expresan mensajes de acercamiento o de ruptura.
Jorge Macri, El Primo (que era) Pobre, es ministro del Maire Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
Aunque de pronto El Primo se muestra al lado de la rival de Geniol.
La señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien.
Pero “le Maire” Larreta le apunta también a Patricia (y sobre todo a Mauricio Macri, El Ángel Exterminador). Con la dulce tarjeta postal de la señora Soledad Acuña, Leslie Caron -reencarnación de la clásica Lily-, junto al radical indemne Martín Lousteau, El Personaje de Wilde.
Es -el indemne Lousteau- el radical que pelea por despachar, como jefe del Maxi Quiosco del Artificio Autónomo. Contra el Primo (que dejó hace tiempo de ser pobre).
Para asegurarse la alcaldía inagotable, Lousteau aprieta con su probable postulación presidencial.
La kermesse de la incertidumbre es el “vale todo» conjetural.
Pero el apriete de Lousteau contiene destinatarios múltiples. Obvios, como La Montonera del Bien, el Ángel Exterminador, o Facundo Manes, Cisura de Rolando. Pero alcanza hasta al mismo Larreta, el que lo introduce en la tarjeta postal con Leslie Caron, Lily.
Como si Larreta, desde la fotografía, le dijera al Ángel:
“No juegues, Mauricio, esto va en serio, si me ponés a tu primo con Patricia, yo le entrego la caja del Maxi Quiosco a los radicales de Yacobitti”.
Con PASO o sin PASO
Justamente El Ángel Exterminador, con PASO o sin PASO, anhela sacarse a los radicales de encima. Como si fueran “los abrojos” de su quinta homónima.
A los radicales que le aportaron territorio y en 2015 aún no estaban enviagrados por Manes.
Los “radicales que disputan hasta los cargos ad honorem”. Los que lo ayudaron a ganar junto a la Coalición Cívica, que entonces aportaba el insumo agotado de la transparencia.
El Ángel debilita a Geniol y a La Montonera del BienPero ahora Mauricio lidera para construir un proyecto puro, "o se cambia todo o no se cambia nada".
Sin el defecto del “gradualismo”. Para llevar a la práctica la carnicería siberiana de la década del ‘30, similar a la que hoy enarbola Javier Milei, León de Peluche.
Milei es el último romántico. Una suerte de joven Werther de Goethe.
Cree encontrarse en condiciones de repetir, e incluso superar, la epopeya noventista de Carlos Menem y Domingo Cavallo. Pero sin tener detrás un justicialismo que legitime los caballos de fuerza.
El romántico que ruge es, en efecto, el recurso principal que hoy tienen los peronistas que supieron convencer a los nutridos comunicadores ingenuos que ya dan ya por perdida la elección presidencial de 2023.
Y que pretenden, a lo sumo, la chiquilinada intelectual de refugiarse en la Provincia Inviable, Buenos Aires. Se les sugiere, amablemente, no creerles a los peronistas que lo difunden.
Milei, el romántico, se elevó hasta el extremo de ser considerado como la frontera para los radicales enviagrados. Y para los coalicionistas cívicos que se estancaron por la carencia de corrupciones nuevas, movilizadoras. Y rascan tristemente las ollas de las corrupciones viejas.
El romanticismo de Milei sirve a los peronistas para recortar el amontonamiento de Juntos. Se trata del “espacio” asociado a la mera voluntad de Mauricio, el líder superior que desconcierta a los macristas que no tienen otra alternativa que celebrarlo por celebridad.
Como en el bautismo, por ejemplo, de su opus “Para qué”, en La Rural, donde fue aplaudido de pie por cuantiosas bandas republicanas de su Mutual. Y por señalados peronistas en desuso que se tragaban las condenas al «populismo» que banca más.
Lecciones de liderazgo
El Ángel debilita a Geniol y a La Montonera del BienCon el perfil cada vez más alto, El Ángel se auto celebra, brinda lecciones de liderazgo y con una egolatría insuperable critica los egos y muestra los “cambios logrados en la cultura del poder”.
Disfruta de los frutos de su notable crecimiento político conquistado, en gran parte, por el desastre de su sucesor y por los estoicos baluartes del canal de La Nación.
En efecto, Mauricio mantiene a todos los macristas distraídos y fascinados en la kermesse de la incertidumbre. Sin definir si va a ser candidato para el Segundo Tiempo o no.
Los devaneos televisivos y sus desplazamientos para enseñar el arte del liderazgo resultan útiles para agigantar la magnitud del estadista que lucha en la primera línea contra el “populismo”, sea brutal o de bajas calorías.
Y para esclarecer al semejante se dispone a ayudar, como un padre conductor y protector, a los postulantes entusiasmados que ambicionen ser “presidentes por el espacio”. Siempre y cuando acepten la jerarquía intelectual del que debe representar lo contrario del “populismo”.
El Ángel se presenta como el verdadero líder que ausculta y aprueba o desaprueba las posturas de la Montonera del Bien. O perdona las ilusiones de Horacio mientras habilita también las recorridas por la patria de la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo. Volvió a ser aceptada por el Ángel como consecuencia de su infinita capacidad de perdonar las insolencias del olvidado Plan V.
Abundan, aparte, quienes aseguran que La Chica de Flores sería la compañera ideal de la fórmula con Mauricio. Para la candidatura presidencial que Patricia está segura de que nunca tendrá lugar.
Patricia sabe y divulga que Mauricio nunca va a ser.
Como lo supone, también, Horacio.
El Ángel debilita a Geniol y a La Montonera del Bien. Entre tantas suposiciones sin fundamentos se insiste en que Mauricio solo trata de fortalecer a sus candidatos cuando, en realidad, los debilita.
Los perjudica con su perfil tan alto y sus magistrales enseñanzas de liderazgo tanto a Geniol como a la Montonera del Bien. Los reduce, comparativamente, a ser aspirantes módicos.
Pero Horacio, desde la foto de Lousteau y Leslie Caron, parece decirle:
“Mi postulación, Mauricio, no se negocia. Fuiste”.