El robo de las pertenencias de excursionistas que habían ido a visitar la Usina y la cascada de Aguas Chiquitas en El Cadillal genera fuerte inquietud. Por un lado, se trata de es uno de los sitios turísticos que más atención ha concitado en los últimos tiempos y posiblemente el que más ha crecido en cuanto a visitas. Por otra parte, se abre un sinfín de interrogantes acerca de la seguridad en el lugar y de las garantías que se pueden dar a los visitantes de que no serán desvalijados mientras disfrutan del paseo.

Se trata de un fuerte desafío para las autoridades, obligadas a dar respuestas concretas, porque el riesgo que se corre es que se caigan muchas de las apuestas que se vienen haciendo desde hace varios años para jerarquizar la zona y convertirla en un polo turístico.

El ataque ocurrió el martes pasado. Dos cursos del instituto Peter Pan, con nueve docentes, se encontraron en la entrada del sendero a Aguas Chiquitas –cerca de la Usina-, donde dos colectivos dejaron a los estudiantes y una camioneta de los docentes fue estacionada en un camino interno, donde guardaron las pertenencias del grupo. “Fuimos con la intención de que los chicos conozcan un poco sobre la flora y la fauna de la yunga tucumana. Hicimos la caminata hasta la usina y la primera cascada. En ese sentido, la salida fue un éxito, los chicos disfrutaron el día y se sacaron fotos”, dijo el representante de la institución. Dos horas después, al regresar, hallaron la camioneta con un vidrio roto y todas sus cosas habían desaparecido. “Fuimos a la comisaría después y nos atendieron bien, nos tomaron la denuncia, pero uno sabe que es difícil que podamos recuperar las cosas”. Agregó que planteó debería haber cartelería, “porque recién ahí me enteré de que era un lugar inseguro. La recomendación que nos hicieron es que siempre que vayamos dejemos el auto sobre la ruta, donde hay más movimiento”.

El problema de fondo es haber comprobado que el sitio –uno de los más mencionados para hacer excursiones, que a veces llevan todo el día- se haya vuelto inseguro o que ya lo sea, en estos tiempos en que El Cadillal ha crecido tanto en atractivos turísticos que lo han vuelto elogiable tanto para llegada de visitantes de otras provincias y otros países como para vacaciones de los tucumanos. A eso se agrega la creación de un parque para la zona recientemente aprobada por la Legislatura, lo cual refleja el crecimiento zonal. La inseguridad es verdaderamente un problema de fondo. Ya lo plantearon los vecinos en marzo pasado, cuando se hicieron debates por el frustrado proyecto de poner peaje en el acceso al Cadillal. En una reunión en la Legislatura, los vecinos dijeron que había robos todos los días, que sólo había tres agentes en la comisaría y que en los fines de semana llegaban 30.000 personas de visita. También hablaron de otros problemas severos, como falta de iluminación, falta de servicio de colectivos y carencia de provisión de agua potable.

Parece necesario reiterar que el robo a los excursionistas debe ser tratado con toda la seriedad que se merece. No sólo se trata de que se investigue y se trate de dar con los responsables y recuperar las cosas, sino de elaborar una estrategia destinada a dar soluciones a la inseguridad, ya sea dotando de más policías al sector, de cartelería de advertencia y de un sistema de comunicación entre vecinos y visitantes. También, que se gestione una verdadera integración del Cadillal a los objetivos de un sitio que se presume digno del turismo, para lo cual debe tener contenidos de seguridad y de servicios mínimamente aceptables.