Inexplicable, insólito, de no creer. Ni con ventaja deportiva. Un empate le alcanzaba a San Martín para pasar de fase en el Reducido de la Primera Nacional. Pero ni así. Jugó el peor partido del campeonato, fue goleado y el sueño se le escurrió como arena entre los dedos en una noche negra, fatídica en la que quedaron expuestos todos y cada uno de los errores que el equipo venía arrastrando en el último tiempo.
La inteligencia que pidió Pablo De Muner en la previa no estuvo por ningún lado. Ni en el banco, ni en el campo, ni en las tribunas.
El planteo fue pésimo, el equipo estuvo mal armado, mal parado y cometió todos los errores que podía cometer. Y más aún. Para colmo, los hinchas también entraron en el desconcierto general y colaboraron para que la visita pudiera llevar adelante su plan; ese que sacó a relucir con la ventaja en el bolsillo.
Defensores de Belgrano no necesitó hacer demasiado para llevarse la clasificación a semifinales. Se encontró con un gol en los primeros minutos, producto de las una de las tantas licencias que ofreció el “Santo” durante el duelo y todo se le simplificó.
En poco más de 90 minutos, San Martín casi no tuvo situaciones de gol, casi no pateó al arco, casi ni inquietó a Mariano Monllor. Para colmo, si el primer tiempo había sido malo. Lo del segundo fue sencillamente inentendible y catastrófico para el dueño de casa.
¿Cómo es posible que necesitando solamente un gol para asegurar la clasificación a la siguiente instancia se haya regalado de la manera en la que lo hizo? Salió como loco a buscar el empate; mal, sin ideas, sin un rumbo claro, yendo al frente como bola sin manija y se expuso para que el “Dragón” pudiera sentenciarlo.
Si el gol de Nicolás Benegas en el inicio del juego había resultado un mazazo difícil de digerir, el de Juan Olivares a los 5 minutos del complemento fue una daga en el corazón, un golpe seco que dejó Bolívar y Pellegrini en penumbras.
A partir de ese instante, solo hubo tiempo para que San Martín mostrara su peor cara en muchísimo tiempo (no hubo dos pases seguidos y corrió siempre desde a atrás a un Defensores que le hizo lo que quiso) y para que la visita se floreara.
Llegó el tercero, otra vez cortesía de Benegas y el penal fallado por Juan Miritello para que la jornada sea más dramática y triste todavía y para que los hinchas estallaran de la bronca al ver que su equipo sentenciaba sus aspiraciones.
Pero la caída de ayer no es nueva. El equipo venía de capa caída desde hace bastante tiempo y, si bien no perdía tanto, nos se mostraba confiable. Pese a algunos triunfos que habían encendido la ilusión de su gente, daba la sensación que en cualquier momento podía derrumbarse.
Y eso llegó en el peor momento. Al igual que en la pasada temporada, quedó al margen en el primer mano a mano y deberá esperar un año más para darle vía libre a su sueño.
Quedó poco para rescatar porque el sueño se rompió de la manera menos deseada y así lo hicieron saber sus fanáticos en la despedida.