Inicia nació hace 20 años, al calor de la por el momento mayor crisis económica y social que conoció la Argentina. Esta asociación de emprendedores para la promoción de negocios responsables con sede en Tigre, provincia de Buenos Aires, fue testigo y parte de la transformación silenciosa que convirtió al emprendedurismo en la tendencia actual. Más de 30.000 emprendedores de toda la Argentina pasaron por Inicia, una organización no gubernamental que se define a sí misma como una “empresa social” y una comunidad de aprendizaje. La directora ejecutiva Alejandra Méndez resume ese recorrido con un recuerdo. “En 2002 había que explicar qué era un emprendedor. Hoy se trata de un tema instalado en el inconsciente colectivo”, dice durante una entrevista remota.

El auge del emprendedurismo obedece en gran medida, según Méndez, a la crisis del paradigma laboral convencional provocada por la digitalización y por el avance tecnológico en general. “A lo largo de estos 20 años se logró poner a los emprendedores en la agenda local, nacional y mundial. ¿Y por qué el emprendedurismo hoy está tan vigente? Porque hay una crisis en el mundo laboral donde las grandes empresas que quizá antes se jactaban de tener muchos empleados hoy se jactan de tener cada vez menos como consecuencia de la automatización y de la robotización”, explica.

Los problemas del mercado del trabajo están en el ADN de los emprendimientos y, también, en el de Inicia. Méndez cuenta que su organización apareció “en plena crisis” como una respuesta al desempleo estructural que vivía la Argentina: “Inicia fue una organización pionera e innovadora al decidirse a trabajar en el emprendedurismo mediante la generación de programas y de servicios dirigidos a fortalecer este sector. Y siempre apuntamos al emprendedor medio, que es aquel que con su esfuerzo, con su creatividad y con sus recursos pone en marcha la economía de un país donde el 80% de las empresas son pequeñas y medianas”.

La reunión en un mismo espacio de emprendedores, mentores, empresarios, consultores, académicos y activistas configuró a Inicia como una comunidad. Méndez refiere que el encuentro de gente apasionada por el emprendimiento y el intercambio de experiencias permite aprender a mejorar en forma conjunta. “Nosotros decimos que el emprendedor que se acerca, que está dando sus primeros pasos, se nutre por el hecho de hablar con otros emprendedores que ya tienen un camino hecho. Esto ayuda a entender lo que es el mundo emprendedor, su vocabulario y sus códigos. Este conocimiento intangible, que no está en los libros, que no lo imparten en una maestría y que no lo transmite un tutorial de YouTube, es lo que se comparte en un espacio de comunidad como Inicia”.

La hora “silver”

Algo tan difícil como capitalizar el error ajeno para evitarlo, y garantizar la subsistencia y el crecimiento del emprendimiento es el pan cotidiano del equipo que lidera Méndez. Entre las premisas de esta organización está el concentrarse más en la persona que en la empresa; el incentivar la conexión con el propósito del proyecto y de sus fundadores, y el enfatizar cuatro valores: el económico, el social, el ambiental y el ciudadano.

“En 2002-2003 hacíamos, por ejemplo, un curso para armar un folleto del proyecto o una tarjeta personal, pero eso no tiene ninguna importancia en el presente. Por suerte hoy hay muchas más organizaciones que hablan sobre emprendedurismo y los emprendedores, y los gobiernos empezaron a interesarse en la temática, y lanzaron propuestas a nivel nacional, provincial y local”, manifiesta la directora. Y añade: “se ha difundido tanto el tema del emprendedurismo, que ahora hablás de emprender y todo el mundo sabe de qué se trata. El ecosistema argentino ha crecido un montón. En el presente el desafío es encontrar cómo hacer un aporte significativo. Y algo que vemos que cuesta mucho es sostener un acompañamiento durante el tiempo, en el uno a uno”.

La agenda de Inicia sigue hoy los ejes trazados por la pandemia, la extensión de la expectativa de vida, la innovación y las migraciones. En este último capítulo, la asociación desarrolla proyectos destinados a los emprendedores migrantes que aparecieron en la región en especial por la diáspora venezolana. El impacto del coronavirus por su parte aceleró la expansión territorial de la ONG, que abarcaba originalmente a la capital del país y el Gran Buenos Aires. “A partir de 2013 hicimos ciertas experiencias presenciales en otras localidades. En la pandemia empiezan a sumarse a los programas de Inicia emprendedores de lugares muy diversos del país, como un pueblito que se llama Los Antiguos en Santa Cruz, y otros de Salta y de Misiones. Esto nos permitió armar la Red de Inicia Federal para que cualquier emprendedor en cualquier lugar pueda acceder a una mentoría, a un asesoramiento, a un servicio de ‘coaching’ y a un programa de capacitación”, relata Méndez.

Otro eje aborda la llamada “silver economy” (“economía de plata”) y el trabajo con un perfil de emprendedor de más de 50 años. La directora de Inicia explica que el emprendimiento también debe ser mirado como una alternativa al mundo del trabajo para personas que quizá hicieron una carrera tradicional, y que se quedaron afuera o fueron expulsadas: “en los últimos 20 años se agregaron más o menos 20 años más de expectativa en la vida, que hoy llega a los 85. A los 65 todavía se tiene mucho para producir, para generar y para agregar valor”.

En el campo de la innovación abierta, Inicia procura hacer de puente entre los emprendedores y los empresarios tradicionales con la convicción de que, por la velocidad de los cambios, la vorágine de la transformación digital y la industria 4.0, las empresas ya no pueden tener la fórmula de la Coca-Cola guardada bajo siete llaves ni contratar a los genios que más saben sobre una temática para que ellos digan cómo innovar.

“El conocimiento hoy está en cualquier lado, y para innovar con cierta agilidad necesitás sí o sí vincularte con lo que hay afuera. Así se pasa de un modelo de innovación cerrada a otro de innovación abierta, que tiene que ver con juntar el conocimiento externo, con detectarlo, con encontrarlo y complementarlo con el conocimiento interno”, describe la directora. Esto se está dando en dos campos: la transformación digital, y la sustentabilidad y lo verde. La aproximación entre los planetas en los que habitan empresarios y emprendedores presenta diferentes momentos y etapas, y puede, según Méndez, terminar en la constitución de un fondo de inversión en innovación. “Una de las primeras maneras de empezar a mover el avispero es a través de un formato de concurso como el Eureka”, ejemplifica (en la última edición, ese certamen organizado en conjunto entre Inicia y la empresa agroindustrial San Miguel distinguió a Arquito, una solución para la pulverización del limón creada por los emprendedores tucumanos Nahuel Díaz Otero y Leticia Chinellato).

Mejor no saltar

En el trato con tantos emprendimientos y fundadores, Inicia definió las siete características del emprendedor (ver cuadro). Pero Méndez dice que la variedad obstaculiza la síntesis. Algunos se lanzan a emprender por una necesidad económica, otros porque quieren resolver un problema de la sociedad y otros por una mezcla de las dos motivaciones anteriores. Luego están los emprendedores partícipes “del primero hago, y después veo cómo me sale y ajusto”, y los que necesitan controlar más cosas de antemano antes de probar. Al respecto, Méndez aconseja el modelo de la prueba y del error, que implica crecer sobre la base de procesos de iteración: “genero hipótesis y voy tratando de validarlas hasta concluir si la idea funcionará o no, y si vale la pena invertir en ella”.

Otros denominadores comunes son la pasión, y mucha capacidad para tolerar la frustración y ser resilientes porque los resultados nunca son como los imaginados. Méndez corrobora que, aunque los gobiernos digan que les interesa incentivar el emprendedurismo, el contexto económico y jurídico en general es muy adverso, y la prueba de ello es el retroceso de la Ley de Emprendedores sancionada en 2017. La directora ejecutiva de Inicia reflexiona: “en realidad, se termina fomentando la informalidad. Si seguís las reglas tal cual no podés subsistir. Es muy triste que eso ocurra. Hay mucha disyuntiva en un emprendimiento al que le está yendo bien porque, para dar el salto, debe armar una estructura y contraer responsabilidades que requieren reglas de juego más estables. Ante la incertidumbre, muchos deciden quedarse como están”.

BIO

Alejandra Méndez (foto) es abogada (USAL), y cursó el MBA con orientación en Recursos Humanos (USAL), y la Diplomatura Superior en Desarrollo Local y Economía Social (FLACSO). Luego de ejercer la profesión durante algunos años en estudios y empresas, decidió involucrarse en temas sociales. En 2005, se suma al equipo de Inicia, una asociación de emprendedores para la promoción de negocios responsables, desde donde impulsa diariamente el concepto del emprendedor que con esfuerzo, creatividad y recursos contribuye al desarrollo de nuestro país. Actualmente, está a cargo de la dirección ejecutiva de la ONG.