SAN PABLO, Brasil.- El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sigue lejos de su rival Luiz Inácio Lula da Silva de cara al balotaje previsto para fines de este mes, según un sondeo de Genial/Quaest, publicado ayer.

La distancia, que parece ir achicándose según quién haga el sondeo, es todavía un misterio, si se tiene en cuenta la poca credibilidad de las encuestadoras, que fallaron el pronóstico sobre el apoyo a Bolsonaro.

Los encuestadores fueron ampliamente criticados después de la primera ronda de votación por subestimar significativamente el apoyo a Bolsonaro.

Según el último sondeo, el ex presidente Lula cuenta con un 49% de apoyo de los votantes, un punto porcentual más que en la encuesta de la semana pasada, mientras que Bolsonaro se mantiene en un 41%.

El sondeo de la encuestadora Genial/Quaest entrevistó a 2.000 personas entre el 10 y el 12 de octubre y tiene un margen de error de 2 puntos porcentuales.

No todos apuestan a un panorama tan claro. La inesperada cantidad de votos que consiguió Bolsonaro en la primera vuelta abrió incluso la posibilidad de batir a Lula en la segunda vuelta, prevista para el 30 de octubre, según el medio especializado británico “The Economist”.

Desde el 2 de octubre, cuando alcanzó el 48% de los votos, Lula consiguió el apoyo de los dos candidatos que salieron segundo y tercero, Simone Tebet y Ciro Gómes.

“The Economist” hizo un promedio entre todas las encuestas realizadas en Brasil para tratar de conseguir un resultado aproximado para la segunda vuelta después del pronóstico desacertado en la primera vuelta.

El promedio de los últimos sondeos da un 50% para Lula y un resultado similar para Bolsonaro. Lula no parece haber conseguido canalizar la suma de los votos de los dos candidatos que le ofrecieron su apoyo mientras que Bolsonaro logró entregar una esperanza de victoria a sus seguidores. En el último sondeo de Datafolha, Lula tiene un 49% de intención de voto mientras que Bolsonaro alcanzaría el 44%.

Un electorado clave

Existe el peligro de que el resultado sea un empate técnico. En ese contexto, el electorado que decide su voto en base a su inclinación religiosa será fundamental. Por eso, ambos candidatos están disputando ese territorio sin descanso.

El miércoles, Lula visitó el Complexo do Alemao, en Rio de Janeiro, y se mostró con una imagen de Nossa Senhora de Aparecida, patrona de Brasil, ante los vecinos en una de las barriadas más violentas del país, sometida a la guerra entre narcos y la Policía Militarizada.

En varias de estas favelas y barrios pobres, la población evangélica supera la católica, y en el resto del país, sigue creciendo. El “voto evangélico”, que había apoyado a Lula en sus presidencias anteriores, viró hacia Bolsonaro en los últimos años.

Actualmente, el 53% de los brasileños es católico y alrededor del 30% es evangélico. Un sondeo de Datafolha mostró que Lula tiene el favor del 55% entre los católicos, contra el 38% de Bolsonaro. Y entre los evangélicos, Bolsonaro lleva la delantera con el 62%, frente al 31% del ex mandatario. La cuestión es qué porcentaje de ese electorado evangélico adhiere a la concepción del neopentecostalismo, violentamente islamofóbico y hostil a los movimientos sociales, al feminismo, a la inclusión de diversidades sexuales, al reclamo contra la discriminación racista y, en general, a toda propuesta progresista.

Lula presentó una carta abogando por la coexistencia en un estado laico. Dijo que la Constitución brasileña garantiza la libertad de culto y el respeto y trato digno de todas las religiones.

Bolsonaro, rodeado de simpatizantes, se presentó en la Basílica de Aparecida, estado de San Pablo, el mayor templo católico de Brasil, para asistir a una misa conmemorativa del día de la Patrona nacional.

Sus seguidores se irritaron con el sermón de un religioso que trataba sobre la pobreza y la desigualdad, palabras que -en la narrativa bolsonarista- equivalen a “confesión” de comunismo. Entre gritos y empujones, hostilizaron a un camarógrafo y a una periodista de la cadena Globo. También agitaron la acusación contra el Papa Francisco, de ser proclive a Lula. (Reuters-Especial)