“Nos mandaron los transas del barrio. Ellos autorizaron todo esto. Pero vino la Policía y nos dijeron que nos vayamos de ahí porque tendríamos problemas. Eran un montón de míticos y no nos quedó otra que irnos”. El relato de Jaqueline Pérez describe las horas de tensión que se vivieron en la Costanera Norte en un intento de usurpación. Es también una prueba del poder que van adquiriendo las personas que hicieron del narcomenudeo una forma de vida.

Pasadas las 18, vecinos de los barrios de la zona comenzaron a llamar al servicio 911 para denunciar que un grupo de personas intentaban instalarse en los terrenos que dan a la avenida de circunvalación. “Estaba todo preparado. Vinieron y en cuestión de minutos marcaron el terreno y después con hilos, las parcelas. Algunos empezaron a trasladar palos para armar chozas”, relató Julián Rodríguez.

Los terrenos en cuestión están muy cerca de la calle que comunica los barrios cercanos al parque 9 de Julio con la Costanera Norte. Es un lugar que está olvidado por las autoridades de la municipalidad capitalina. Una zona donde dominan los basurales, el olor nauseabundo a plástico quemándose y los matorrales que ya empiezan a crecer forman parte de un paisaje cargado de miseria.

El jefe de la Unidad Regional Capital, Damián Soria, confirmó que al lugar se desplazaron unos 50 efectivos. “A esa hora se estaban realizando operativos de prevención lo que nos facilitó el rápido traslado del personal de Infantería y Motorizada”, explicó. “Cuando llegamos había unas 30 o 40 familias intentando usurpar esa zona ubicada muy cerca de la autopista. Les advertimos que estaban cometiendo un delito y que no se lo íbamos a permitir, por lo que pedimos que se retiraran pacíficamente”, explicó el funcionario a LA GACETA.

La negociación duró poco más de una hora. Y al atardecer, los usurpadores se retiraron a su hogar. “La Unidad Fiscal de Delitos Complejos fue puesta al tanto de la situación y nos ordenaron que realizáramos una investigación para identificar a las personas que están detrás de todo esto”, finalizó Soria.

Los primeros resultados de la investigación dan cuenta de que la mayoría de las personas que intentaron quedarse con esos terrenos viven en un barrio que es conocido como El Trébol. También se sumaron habitantes de la Costanera Norte y del Tiro Federal. “La crisis habitacional en ese sector es importante. En El Trébol en un terreno viven entre tres y cuatro familias con un nivel de hacinamiento bastante importante”, explicó el psicólogo social Emilio Mustafá.

Los autores

“Hace varios días que los transas vienen dando vueltas incitando a la gente que tome tierras. A mediados de la semana hubo uno al costado del río, pero la ‘yuta’ también nos sacó cagando”, recordó Julio Mansilla. “Son los que venden la porquería en El Trébol. No vale la pena que diga su nombre porque todos saben muy bien quiénes son”, añadió.

LA GACETA intentó entrevistar a varias de las personas que pretendieron usurpar esas tierras, pero se encontró con un silencio movilizado por el miedo. Sólo unos cuantos, movilizados por una promesa incumplida, hablaron. “Los soldaditos (jóvenes que trabajan con los transas) fueron los que hicieron correr la bola el lunes a la mañana. Luego fueron los ‘cabecitas i’ fierro’ (los que actúan sin que les importe nada) los que empezaron a arriar a la gente diciendo que ya estaba todo listo para usurpar. Y ahí salieron los giles”, contó María Laura F.

Los vendedores de drogas barriales, según coincidieron los vecinos e investigadores, tienen un particular interés para que se ocupen estas tierras. “Cuanto más grande sea el barrio, más gente le comprará la porquería que venden”, razonó Hugo Guerra. Su amigo Walter Leiva agregó: “ellos esperan que la gente se instale y, cuando están seguros que no los sacarán, les compran las casillas o directamente se las sacan para vender ahí”.

Temor

Los vecinos de los barrios de la zona, los mismos que llamaron a la Policía para detener la usurpación, no se quedaron tranquilos. “Esta ya es un área insegura y lo que menos necesitamos es que se haga otro asentamiento en la zona. Espero que los policías estén atentos y eviten una nueva toma de tierras”, explicó María Laura de Mendoza, habitante del barrio Parque.

Esteban Vildoza agregó: “estamos cansados de que nadie se acuerde de esta gente. Acá tenemos un montón de adictos que arman sus chozas en cualquier lado para dormir. Son personas que están destruidas por la droga y lo único que hacen es dar vueltas para ver cómo consiguen plata para comprar porquerías”.