“La gente está cada día más loca”. ¿Cuántas veces a la semana decimos o escuchamos a alguien pronunciar esta frase? A cualquier acción imprevista de una persona, sobre todo si está relacionada con un hecho de violencia la asociamos con la locura, y en general no nos damos cuenta que así banalizamos una enfermedad por la cual hay cada vez más gente que sufre. Ayer se conmemoró el Día Mundial de la Salud Mental, fecha que se instauró como una manera de generar estrategias de apoyo y concientización. Más en momentos en que la crispación parece estar a flor de piel.

“Muy vulnerables”

El licenciado en psicología Lucas Haurigot Posse dice que “el tiempo de la pandemia fue tremendo para la salud mental. Gente que nunca se había acercado a profesionales comenzó a hacerlo. Llevo 17 años con la salud mental y estos últimos tres años nunca trabajé tanto con personas que se acercan con distintas sintomatologías. Todo esto marcó la importancia y puso sobre la mesa lo clave que es la estabilidad emocional. Aún tenemos resabios de lo que vivimos. Todavía el cerebro no termina de acomodarse a esta nueva normalidad”, explica. Pone como ejemplo lo sucedido hace pocos meses con el brote de legionella en un sanatorio privado. “La gente entró en pánico. Estamos muy vulnerables. Hubo problemáticas que aumentaron en los últimos años: los trastornos de ansiedad, los ataques de pánico, el consumo de sustancias, de psicofármacos, de alcohol, ideaciones suicidas, que tienen que ver con lo que estamos viviendo, No hay estabilidad en ningún ámbito”, reconoce.

Haurigot Posse analiza que “la persona llega al profesional cuando aguantó durante mucho tiempo alguna angustia, tristeza, nerviosismo, algo que no lo deja tranquilo, que no lo deja dormir, que lo tiene aturdido, que ve cosas borrosas, con palpitaciones, cuadros gastrointestinales”. “A algunos les dicen que es estrés, que no es físico, sino emocional, pero como no se puede solucionar con herramientas comunes, cuando ninguna de las estrategias sirven, aparece la figura del profesional de la salud mental. Todavía en Tucumán tenemos esta mirada de que el psicólogo es para los locos, y no es así”, remarca. Según él, no es fácil hacer terapia. “Tenés que hablar con una persona extraña y desnudar tu psiquis ante otro que no conocés, y se ponen sobre la mesa muchas cuestiones y muchas veces uno es su peor enemigo; es una búsqueda de sentido, la pregunta es por qué hay que encontrar el sentido. Pero es complicado, hablar de uno mismo es complicado. Podemos hablar de fútbol, o de política, pero cuando te sientas a hablar de cosas que te cuestan, que te angustian, es difícil, pero primero tenés que reconocer su problema”, advierte.

Con respecto a la actual influencia de las redes sociales, Haurigot Posse asegura que tienen cosas buenas y cosas malas, pero que llegaron para quedarse. “Tenemos una generación de jóvenes que consume mucho lo que ven en pantalla. Al abrirse esta cuestión online, muchos se volcaron a hacer tik tok, para dar tips. Hay una sobreoferta de esto. Es una gran apertura que nadie controla, apareció un montón de gente que bajo no sé qué lugar da consejos, lo que lo hace muy peligroso”.

Enfocarse y escuchar

“Hay que poner el foco en la salud mental. Hay que concientizar sobre lo que es importante. La violencia se aprende, uno no nace siendo violento”, agrega. Y analiza que la forma en la que vivimos influye en nuestra psiquis. “La gente anda con un nerviosismo importante y lo que vivimos nos afecta. Tenemos un estado de insatisfacción constante. Todo refleja lo que estamos viviendo. Es un momento muy complicado”, explica. Asegura que lo mejor que podemos hacer ante una persona a la que no vemos bien es escucharla. “La conducta es la punta del iceberg. A los seres humanos nos encanta aconsejar, pero lo que tenemos que hacer en estos casos es escuchar. Todos deberíamos bajar un cambio, tenemos que vivir más relajados, dosifiquemos nuestros tiempos. Insisto, hay que darle mucha importancia a la salud mental”, resume.

Con su análisis coincide en varios puntos Federico Abril, presidente de la Sociedad de Psiquiatría de Tucumán. “La pandemia fue un factor más para complicar lo que ya venía bastante complicado. Hay un aumento de la demanda de atención, pero venimos con un déficit en los egresos de profesionales. La profesión es muy estresante y no se valora muchas veces el trabajo. Un médico clínico o un cardiólogo puede llegar a ver un paciente en 15 minutos, pero nosotros necesitamos 45 minutos, o una hora. Sin embargo, se nota que la demanda crece”, indica.

Abusos de sustancias

Según él hay una situación muy complicada, que tiene que ver con los abusos de sustancias. “De todo tipo, tanto legales como ilegales. Eso justamente se engancha con la violencia, con el aumento de la delincuencia. Hoy el tema de la crispación tiene dos patas, económico y estar desinhibido por el consumo de sustancias. Por ejemplo, el alcohol es una droga social, pero se consume muchísimo. La pandemia potenció todo esto”, explica. “Las que más consultan son las mujeres. Culturalmente están como más autorizadas para hablar de lo que sienten, pero un poco los prejuicios bajaron, ya no es tan estigmatizante recurrir a un profesional de la salud”, admite. “Hoy se mejoraron los diagnósticos, hay avances en los conceptos, ahora se encuadran los trastornos del desarrollo, del espectro autista, se los diagnostica mejor, los retrasos madurativos. Desde el punto de vista de lo patológico, la salud mental tiene varias implicancias, sociales y culturales”, asegura Abril.

El mundo de las redes

Advierte que “hoy los chicos tienen un poder mayor con la familia, tratan a los padres como amigos y muchas veces no hay límites. Es impresionante el submundo que hay con las redes sociales, vos hablás con los adolescentes, y con los más chicos, y las redes son su mundo. Se ponen en pareja con chicos sin conocerse físicamente, hacen una vida social virtual, hay muchos riesgos”. Y alerta: “es peligroso que los influencers se metan con la salud mental. Las instituciones deberían controlar la cientificidad, hay que combatir la pseudoterapia, el charlatanismo”.

Abril, además, aconseja estar atentos a las conductas. “No debemos esperar a último momento para buscar ayuda. Hay que tratar de consultar con profesionales colegiados, y tratar de dejar el tema sustancias, no automedicarse. Hay adicciones gravísimas a los ansiolíticos”. “En el imaginario social se asocia al psiquiatra con el chaleco de fuerza, con el manicomio, y eso no es así. Hoy hay una movida como la psiquiatría positiva, con todo lo que sea prevención, con la comunicación, con el encuentro, con socializar. Hay que prevenir, e influye la parte social, las relaciones humanas sanas. Busquemos estar con amigos, con la gente que nos hace bien. Y tratemos de relajarnos un poco. Hay quienes creen que la felicidad es consumir, y por eso trabajan más y más. Tratemos de vivir con las necesidades básicas y siempre que estemos mal, buscar ayuda”, concluye.