En dos meses arranca el Mundial de Qatar y la sociedad lo palpita a través de la fiebre por las figuritas que han generado reuniones de altos funcionarios del Gobierno nacional para mejorar la distribución de ese producto. Pero esa no es la única competencia que está en ciernes. En Tucumán también ya se juega el partido de 2023. En principio, para las elecciones en las que se renovará la conducción política e institucional de la provincia, faltan nueve meses. En las coaliciones hay mar de fondo aun cuando las aguas superficiales muestren una relativa tranquilidad.
Por el lado del oficialismo, todo parece indicar que la fórmula del Frente de Todos será invertida respecto de la actual composición. Osvaldo Jaldo trabaja para lograr ser ungido, a través del voto popular, como gobernador de la provincia. El fin de semana pasado, en una charla con LA GACETA, el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo dijo que no se siente el candidato natural a la sucesión, pero sí que tiene la trayectoria política para competir por instalarse en el despacho del primer piso de la Casa de Gobierno hasta 2027. Hoy, Jaldo se instala en la gestión como un mediocampista con visión global del campo de juego, pero tratando de ordenar al equipo heredado, mientras el director técnico lo observa desde el banco.
Ese DT es Manzur que, sorpresivamente, le está poniendo una dinámica particular a los anuncios que, según pretende, pueden comenzar a ver la luz apenas retome su función de gobernador. El sanitarista se siente cómodo en la Casa Rosada y ya ha superado varias tormentas internas y externas como jefe de Gabinete. La semana pasada, en oportunidad de presentar su primer informe de gestión en el Congreso, se sintió muy cómodo en la Cámara Alta. Desde su entorno creen que las encuestas dicen que repetir la fórmula con el tranqueño le puede dar buenos réditos en los comicios del año que viene, previa declaración de certeza para pugnar por la vicegobernación. No obstante, su desembarco en el Senado de la Nación es la opción ideal para el licenciado titular del Poder Ejecutivo. Para eso, tendrá que contener políticamente a Pablo Yedlin que, junto con su hermano Gabriel, ya trabajan en el posicionamiento dentro del tablero electoral del partido que se viene. Son dos carrileros preferidos por el mandatario que pueden llegar a presentar un acople en 2023. Algunos manzuristas, incluso, sostienen que, si se da una serie de movimientos políticos en el oficialismo nacional, el tucumano podría llegar a convertirse en presidente provisional de la Cámara Alta. Esto se afianza frente a las mediciones de fórmulas que se deslizan en Buenos Aires. Una ubica a la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner junto con el actual ministro de Economía, Sergio Massa. Otra posiciona a Massa con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. Manzur no pierde las esperanzas de estar en el armado federal.
En el plano local, el intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera, ha develado sus intenciones de pugnar por la candidatura a gobernador dentro del oficialismo. Hace algunos meses se mencionó la conformación del “Grupo de los Seis”, una corriente que reunía a jefes municipales con intenciones de independizarse del poder jaldista. De a poco, esa línea se fue diluyendo, aunque el taficeño, una suerte de carrilero por izquierda, no dejó de lado sus pretensiones. En la Casa de Gobierno señalan que, en gran parte, el futuro de esa postulación dependerá de lo que diga Manzur. Otros arriesgan a señalar que Jaldo es, en la actualidad, el único referente peronista con posibilidades de alcanzar un triunfo en las urnas. En esta orientación, postulan que no hay tiempo para visualizar a otro referente dentro del Frente de Todos. Más allá de las especulaciones, Jaldo ha decidido tomar las riendas del Ejecutivo en base al apoyo público dado por el jefe de Gabinete de la Nación que, según algunos de sus allegados, no tiene previsto volver a la Casa de Gobierno, al menos hasta fin de año.
La otra mitad del campo de juego
En Juntos por el Cambio, el armado del equipo parece ser más complejo: todos quieren jugar de 10 o de 9 para meter goles. Nadie apuesta a la defensa, ni al mediocampo, mucho menos ir al arco. Germán Alfaro está lanzado a pelearle al oficialismo la gobernación. Teje alianzas en las tres secciones electorales, bajo la atenta mirada de la Casa de Gobierno, que buscan generar una mayor sangría de dirigentes del Partido de la Justicia Social para que llegue a 2023 debilitado. El intendente capitalino dialoga con referentes nacionales en busca de apadrinamientos. La foto con Horacio Rodríguez Larreta ha dejado a varios referentes tucumanos fuera de la toma y ha causado resquemores internos en la coalición opositora. Roberto Sánchez también recorre la provincia. El diputado radical continúa con su tarea de posicionamiento, en base a sondeos de opinión que, según sostienen en su sector, lo posicionan como una de las alternativas para vencer al Frente de Todos o al Partido Justicialista en los comicios previstos para junio. Junto a Sánchez se mueven otros intendentes radicales: Mariano Campero (Yerba Buena) y Sebastián Salazar (Bella Vista).
Las encuestas dominan las conversaciones en este sector. A nivel nacional, ensayan fórmulas de laboratorios como la de Rodríguez Larreta y el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales; la de Mauricio Macri con María Eugenia Vidal, y la de Patricia Bullrich con el radical Alfredo Cornejo. En Tucumán, a su vez, hay sondeos que interrogan a los potenciales electores con binomios como Alfaro-Sánchez; Sánchez-Alfaro y Sánchez-Campero.
La conducción nacional de Juntos por el Cambio ha difundido algunos mecanismos para la selección de los candidatos provinciales. Los principales referentes nacionales podrán sugerir y podrán utilizarse las encuestas electorales como instrumento indicativo de las preferencias de los electores, “las cuales deberán garantizar imparcialidad y confianza”. “Si no se llega por consenso, el mecanismo para ordenar las listas de candidatas/os a cargos electivos será la interna abierta, en la que se considerarán como electores sólo a los afiliados de los partidos que integren la alianza de Juntos por el Cambio (o la denominación equivalente que tenga en cada provincia) y los ciudadanos no afiliados a ningún partido político”, establecieron.
Algunos dirigentes resisten esta suerte de reglamento de juego. Y, a su vez, plantean una serie de interrogantes que también puede darse en el oficialismo. Por ejemplo, si, una vez resultas las candidaturas, ¿quiénes asegurarán que el financiamiento de la campaña electoral se direccionará hacia la fórmula que presente Juntos por el Cambio? Son pocos los referentes que tienen gestión y demasiadas las necesidades de cubrir, con fiscales, las elecciones en toda la provincia. Además, hay quienes ponen en dudas de que esa coalición logre penetrar con dos postulantes por jurisdicción para hacerle frente al oficialismo, algo que sí aconteció en otras convocatorias eleccionarias. “El tiempo conspira contra esta tarea”, advierten.
No hay que perder de vista que también hay otros aspirantes a la gobernación. El líder de Fuerza Republicana, Ricardo Bussi, ha señalado que está dispuesto a que su partido vuelva a jugar en soledad en los comicios, frente a la indefinición de la UCR a sus reclamos de unificación. Bussi se ha inclinado por el liberal Javier Milei, con un desembarco anunciado para el primer día de octubre. A su vez, CREO ha renegado de la proclama de Juntos por el Cambio para dirimir candidaturas bajo el signo de la imposición. El referente de ese partido y presidente de la Sociedad Rural de Tucumán, Sebastián Murga, ha hecho público su intención de postularse para la gobernación. En la misma línea se inscribió el líder y legislador por Libres del Sur, Federico Masso.
Asimismo, se ha desnudado una pelea profunda por la sucesión de Alfaro en la Capital, en base a los sondeos de opinión. Si bien se considera que la actual senadora y esposa del intendente, Beatriz Ávila, puede ser la postulante, hay otros funcionarios que también aspiran a convertirse en jefes municipales. El caso del legislador Walter Berarducci o del secretario de Obras Públicas, Alfredo Toscano, entre otros. Además, hay propuestas radicales como las de los legisladores José María Canelada o José Ascárate, entre otros.
También se ha inscripto en esa puja el actual diputado nacional y ex intendente de San Miguel de Tucumán, Domingo Amaya. Sus colaboradores exhiben encuestas que lo ubican más arriba que sus contrincantes del PJS por su trayectoria. Cuentan que Amaya se siente como un jugador libre y que está dentro del libro de pases. Y que en cada reunión tarea el tango Volver, recitando que “siempre se vuelve al primer amor”.