Hace un año que Anna Miernik vive en Buenos Aires, pero habla español casi sin acento, como si hubiese venido de su Cracovia natal (Polonia) hace mucho tiempo.
El viernes pasado Miernik se lució como solista en el CCK tocando Shostakóvich junto a la Orquesta Sinfónica Nacional, en un concierto que transmitió en vivo Radio Nacional Clásica. A la hora del bis la pianista deleitó al público con una Polonesa de Frédéric Chopin.
“Esa fue la mejor manera de celebrar mi primer año de vida en Argentina”, señala la pianista, que ha recorrido cuatro continentes, incluida Latinoamérica, con sus conciertos y sus clases. El público y los alumnos la reciben muy bien, dada su formación de excelencia recibida en su país.
Hoy a las 21, Miernik llega al 62º Septiembre Musical, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601) merced a un convenio con la Embajada de Polonia. La entrada es libre y gratuita.
El programa
“Esta noche voy a ofrecer un recital solista que va a tener dos partes. Durante el concierto me gusta presentar las obras”, señala.
Como manda su origen la pianista interpretará varias obras de Chopin: Nocturno en Mi bemol mayor op. 9 N° 2, Balada en La bemol mayor op. 47, Nocturno en Do sostenido menor op. post., Vals en Mi bemol mayor op. 18, Variaciones en Si bemol mayor op. 12, Balada en Sol menor op. 23 y Scherzo en Si bemol menor op. 31. “Variaciones opus 12 de Chopin es, para mí, una de las composiciones más polacas, que pinta el alma eslava. Es una obra muy poco conocida, difícil pero hermosa”, explica.
Asimismo, abordará otros compositores polacos: de Ignacy Jan Paderewski tocará Minuet en Sol mayor op. 14 N° 1, y de Karol Szymanowski, Estudio en Si bemol menor op. 4 N° 3.
Como una biblia
Acerca de la obra del referente polaco, Miernik cuenta que los estudiosos “revelaron que lo que está escrito en partituras no siempre era lo que Chopin quería; ahora contamos con una especie de biblia de su obra que en la Argentina todavía no se conoce”. Se refiere a la Edición Nacional Polaca coordinada por Jan Ekier.
“Estoy trabajando para que las universidades argentinas accedan a ese material. Incluso hay obras muy conocidas en las que parece que el compositor escribió de una manera y por diversos motivos, los editores publicaron otra. Tengo esos conocimientos, que puedo y quiero compartir. Y me encanta enseñar, no importa en qué nivel”, declara.
Respecto de su repertorio general, señala: “toco de todo, desde Bach y obras para clavecín hasta composiciones del siglo XXI, y estreno obras de autores contemporáneos”.
Planes y aspiraciones
“En Cracovia cursé licenciatura y maestría. Mi proyecto pasa por seguir viviendo en Buenos Aires y tocar en todas las provincias argentinas. No sé si llegaré a las Islas Malvinas -hubo un plan para tocar con orquesta allá-, así que quién sabe”, se entusiasma.
Como referentes nombra a Krystian Zimerman, Martha Argerich y Yuja Wang: “a cada uno lo admiro por diferentes motivos”.
A la consulta acerca de a qué más aspira como concertista, responde: “empecé cuando tenía cuatro años, así que llevo 29 años tocando el piano. Creo que en 15 más voy a llegar a lo que quiero en cuanto a metas interpretativas. Para mí es muy importante sentir que cada día me estoy desarrollando en el instrumento. Tengo una lista de conciertos con orquesta que me gustaría tocar, hasta el Tercero de Prokófiev y la Rapsodia de Rachmaninof, pero eso es para dentro de dos años. Por ahora me ocupo de otro repertorio. Y para piano solo tengo muchos sueños, pero no alcanza la vida para tocar tanto. Me gustaría tocar música de cámara, en quintetos obras de Schumann y de Brahms; y también me gustaría tocar conciertos para tres pianos como el de Mozart, o el de Mendelssohn para violín y piano. Planes no me faltan”, le dice a LA GACETA. Es evidente.