Los reclamos sociales en Estados Unidos contra el racismo y los abusos machistas, y en favor de la diversidad sexual, se ven reflejados cada vez más en las ficciones de la pantalla. Tanto el cine como las series, los productores y guionistas tienen en cuenta la inclusión de personajes afroamericanos y/o de orientación sexual no binaria.

Así como en grandes productoras como Netflix y Disney existe un departamento de inclusión de diversidad, la Academia de Hollywood anunció hace dos años que impondrá severas exigencias de diversidad racial, de género y en favor de todas minorías. Será requisito imprescindible, a partir de 2024, para competir por el Oscar a mejor película.

Sin embargo, en opinión de algunos especialistas, estas políticas inclusivas están reñidas con la fidelidad histórica en algunos casos, o artística en otros.

El ejemplo más reciente es la nueva serie “Los anillos de poder” (Amazon Prime), que incluye la aparición de personajes de raza negra que nada tienen que ver con el universo de J.R.R. Tolkien, autor de la célebre saga novelística.

En opinión de Eduardo Segura, académico español especializado en Tolkien, los cuestionamientos a la serie se deben a que los guionistas partieron de un planteo ideológico, no artístico. “Que aparezcan en la serie un elfo o una enana negros no solo es infiel al espíritu y la letra de los libros de Tolkien. Es, sencillamente, una estupidez -declaró en una entrevista-. Ese no es el modo de luchar por la inclusión, de hacer visibles los derechos de las minorías raciales”.

“Conciencia culpable”

Segura trabajó con Peter Jackson, autor de la trilogía cinematográfica, y ahora fue asesor de la plataforma Amazon a la hora de realizar la serie. Es crítico ante el resultado de esta última.

“En las obras de Tolkien se especifica la raza de los personajes: hobbits, enanos, elfos, hombres, trolls, orcos, etcétera. El problema viene cuando se mira esa variedad racial y cultural desde los criterios anacrónicos y acomplejados de la conciencia culpable de EEUU de las últimas cuatro décadas”, señaló.

“Estados Unidos tiene una triste y terrible historia de ataque y supresión de ciertas minorías. Esa mala conciencia como nación hace décadas que se presenta como una caza de brujas: imposición de cuotas cuantitativas, revisores de corrección política de los guiones, premios condicionados por los criterios de la agenda ‘woke’...”, afirmó Segura en una nota publicada por el sitio español elperiodico.com.

Cabe aclarar que el término “woke” significa en lengua coloquial “alerta ante la injusticia en la sociedad, especialmente el racismo”.

Las críticas negativas que ha recibido la serie dejan de lado su espectacularidad visual para centrarse en los criterios de popularidad imperantes hoy y que demandan simplificar los guiones. En el caso de las adaptaciones, esos cambios son juzgados como una traición al original y un empobrecimiento del contenido.

El experto en literatura fantástica Raúl Maigí deplora lo “políticamente correcto” de la serie. “Más que los personajes racializados, a mí me preocupa la tendencia a crear productos planos, muy comerciales, que solo pretenden generar beneficio económico y que, en este caso, no tengan en cuenta la profunda sensibilidad mitológica, épica y espiritual del ‘legendarium’ de Tolkien”, manifestó.

Maigí considera que no hace falta alterar la obra original para llegar al público de todo el mundo. “Igual que no pondrías a actores blancos y pelirrojos en una película sobre ‘Las mil y una noches’”, comparó.

Torcer la realidad

Otra de las series que sorprendió al incluir actores de raza negra en su elenco principal, es “Bridgerton” (Netflix), dado que interpretan a miembros de la nobleza, cuando en el contexto en que transcurre la historia eso sería imposible.

En opinión de Armando Buika, un activista antirracismo, carece de sentido la tendencia de la industria de dar a actores negros papeles de personajes históricos blancos, como es el caso de Jodie Turner-Smith interpretando a Ana Bolena (en la serie homónima de HBO). Se representa a una reina empoderada y negra, precisamente cuando comenzó el sistema de comercio de esclavos africanos.

“La comunidad negra tiene muchas historias que han de ser contadas. Que cambies el color de piel y la identidad me parece una barbaridad. Esta idea de querer ser diversos e inclusivos puede caer en el otro lado, porque con estos argumentos, al cambiar el color de piel a personajes blancos para ser diversos, lo que se consigue es precisamente que los racistas ofrezcan más resistencia”, opinó Buika en una nota publicada por cosmopolitan.com.

“Lo que han de hacer las grandes industrias es mirar a la historia, donde hay cantidad de referentes que la gran mayoría no sabe que eran negros. Por ejemplo, Alejandro Dumas. Habría que revisar la historia y rescatar y devolver el color real de las personas”, concluyó.