Cuando parecía que había logrado evadirse del proceso, algo hizo cambiar de opinión a Claudio Marcelo Roldán, de 47 años. En la tarde de ayer el fugitivo decidió entregarse a la Policía, luego de que se cumpliera una semana del crimen de Manuel “Berenjena” López. Roldán, uno de los líderes de “La Banda del Camión” habría cometido el hecho junto con un sobrino por una interna que existía dentro de la barra brava de San Martín.
El 12 de septiembre, en la antesala del partido entre el “Santo” y Belgrano, los hinchas albirrojos realizaban la previa en la plazoleta de Bolívar y Frías Silva. Algunos hinchas del “Pirata” cordobés fueron recibidos por sus pares tucumanos y estaban presentes, pese a que no está permitido que los visitantes asistan a los partidos.
Según la investigación que lleva adelante el fiscal de Homicidios Carlos Sale, unos 50 integrantes de “La Banda del Camión” llegaron a la plaza y agredieron al grupo que se encontraba allí y que formaba parte de las facciones de la Peña de Villa 9 de Julio y “La Banda del Chicle”. “Berenjena” no salió corriendo y fue alcanzado, según la acusación, por un miembro del clan Roldán, que le efectuó un disparo en la nuca y le provocó la muerte.
Natalia Jiménez, pareja de la víctima, declaró que los testigos le habían informado que Marcelo Roldán sería el autor del hecho y que su sobrino Brahiam “Flaycito” Roldán podría haberlo ayudado a deshacerse del arma homicida.
“Flaycito” se entregó al día siguiente, fue imputado y se le dictó la prisión preventiva. Esa presión, sumada a los constantes allanamientos que realizaron los policías al mando de los comisarios Ramón Moreno, Diego Bernachi y Jorge Dib podrían haber doblegado la fuga de Marcelo, quien había desaparecido. Incluso se pensó que podía haber escapado a Córdoba con los hinchas de Belgrano.
Entre hoy y mañana Sale o su auxiliar fiscal Luz Becerra podrían imputarle el delito y pedir que se formalice su detención (ya está aprehendido).
Ecos en Ciudadela
“Recién cuando volvamos a tener partido veremos si algo cambia o si todo sigue igual”, sostuvo Manuel Torres, conocido comerciante de la plazoleta de Bolívar y Frías Silva, donde se registró el crimen. “En un día habitual la zona es poco concurrida, tiene el movimiento normal de un barrio. Suele haber una chica policía. Cuando hay partido por ahí hay dos o tres, pero ¿qué pueden hacer contra los cientos que se juntan acá?”, planteó. También consideró que por lo general las previas suelen ser tranquilas entre los hinchas.
Fernando Molina, explicó: “yo cuido vehículos en la cuadra. Ese día era todo música, una locura de autos y de gente. De repente empezaron las corridas, nadie entendía nada porque por la música pocos escucharon el disparo. La gente se fue, algunos para la cancha y otros directamente prefirieron no entrar porque el clima no era bueno. Se temía que pueda haber otro ataque”.
“Fue un día negro, acá los hinchas se reúnen antes y después del partido, y si gana San Martín se quedan varias horas más. Ese día lo único que se vio después del partido fueron peleas”, agregó.
Molina confesó que vio en algunas ocasiones peleas entre los presentes. “Por ahí se desconocen y se van a las manos, pero es raro. De hecho yo pensé que el crimen podría haber sido por un botellazo, o un golpe desafortunado. Nunca imaginé que uno llegó ‘calzado’”, aclaró.
Carla Carreras, vecina de Ciudadela que estudiaba junto a una amiga en la plazoleta, señaló: “tuvo que pasar esto para que todos reaccionaran. No es la primera vez que entre los miembros de la barra se desconocen. No me olvido que hace un par de años, después de un partido, salieron de la cancha y varios hinchas quedamos encerrados porque en la calle se estaban tirando con baldosas. Después la Policía Montada los corrió, pero nunca salió en ningún lado ese caso ni se hizo nada. No hubo muertos, pero fue muy grave”.