El ascenso al poder real del populismo de derecha en Suecia, contraria a la inmigración, tras las elecciones del domingo, tiene a los grupos de derechos civiles preocupados por el futuro.

La primera ministra socialdemócrata Magdalena Andersson dimitió ayer, por lo que el líder del Partido Moderado, Ulf Kristersson, debe ahora formar un nuevo gobierno. No podrá hacerlo sin el apoyo de los Demócratas Suecos. El avance de este partido se explica por un fracaso de las políticas de inmigración e integración. El partido aprovechó el enojo por la delincuencia y tiroteos entre bandas. Culpa a los inmigrantes de la violencia y presenta un programa de 30 puntos destinado a lograr la menor inmigración de Europa, que incluye una legislación que permitiría denegar el asilo a quien diga que huye de la persecución por ser gay o por cambiar de fe. (Reuters)