Cuatro policías (dos de la Federal y dos de la provincial) y un civil están cada vez más cerca de enfrentar un tribunal. El fiscal federal Agustín Chit solicitó que sean enjuiciados por un secuestro extorsivo. La banda, según el expediente, estaba especializada en privar de la libertad y exigir el pago de rescate de personas que estaban siendo investigadas en causas por drogas.
El 20 de junio de 2021, cerca de las 1.30, Franco Nicolás Lizárraga circulaba a bordo de su taxi junto a su pareja, Tania Paredes, y su pequeño hijo de 11 meses. Al llegar a Necochea al 800, se detuvo en un drugstore a realizar unas compras. En ese momento fue encerrado por una camioneta Ford EcoSport y un Chevrolet Onix en que se desplazaban Gonzalo Lagoria, Ángel Medina (el único civil), Luciano Campos y Jonathan Díaz.
Los acusados, empuñando armas y bajo amenazas, obligaron a la víctima a subirse a la camioneta. De allí lo trasladaron hasta Santa Fe al 700, en la misma cuadra donde se encuentra la base de la División Antidrogas de la Policía Federal. No se habían percatado que las personas que habían presenciado el secuestro llamaron a la Policía que montó un operativo cerrojo
En ese lugar, se comunicaron con un supuesto narco que fue identificado como un tal Ovejero (al ser entrevistado negó esa posibilidad y dijo que era técnico en refrigeración).
Según la investigación del fiscal Chit, le pidieron que le entregaran dinero o droga para liberarlo. Mientras realizaban la negociación, policías de Patrulla Urbana encontraron a los vehículos que estaban buscando. Los sospechosos les dijeron que estaban realizando un operativo antidrogas, pero no les creyeron la versión. Al comprobar que se trataba de una mentira, los detuvieron y procesaron.
Pero faltaba el quinto integrante del grupo. Al profundizarse la investigación, se descubrió que la banda recibía información de un agente de la División Antidrogas de la Policía Federal, por lo que semanas después fue detenido Néstor Medina, hermano del único civil que está imputado en la causa. Además, el día en el que se registró el hecho, el sospechoso estaba de guardia, por lo que tranquilamente pudo haber observado la detención de sus compañeros.
Chit solicitó que los acusados sean enjuiciados por secuestro extorsivo agravado por la participación de tres o más personas y que sea doblemente agravado en el caso de los policías por ser miembros de una fuerza de seguridad.
Datos singulares
La causa está cargada de ingredientes que la hacen más singular. Entre otros, aparecen:
- Los integrantes del grupo cometieron un insólito error. Después de haber privado de la libertad a Lizárraga, se dieron cuenta de que ninguno tenía un celular para llamar a la persona que debería solicitarle el rescate. ¿Qué hicieron? Tomaron una casi insólita determinación: volvieron al lugar donde obligaron a subir a la víctima y le quitaron el celular de su pareja.
- Díaz estaba de servicio la noche en la que fue detenido. Con la excusa de que debía encontrarse con su novia, se bajó de la camioneta del servicio 911 y fue al encuentro de sus cómplices. Al verlo, según consta en el expediente, Campos lo reprimió diciéndole cómo se presentaría con uniforme. El agente finalmente le prestó ropa para que se cambiara.
- Los hermanos Medina son parientes directos de Andrés Fabersani, el ex policía que fue condenado por el crimen del ex juez Héctor Agustín Aráoz. La EcoSport que utilizaron para el secuestro era propiedad del abuelo.
- Lagoria, el supuesto cabecilla del grupo, estaba de licencia cuando se cometió el hecho, porque supuestamente estaba enfermo de covid. Por esa razón, se tomaron medidas sanitarias en el momento de su detención.
- Los acusados denunciaron numerosas irregularidades en la causa y que fueron apremiados por los efectivos que actuaron en el caso. Sus presentaciones fueron desestimadas, por lo que el fiscal solicitó que se realizara el juicio.
Vínculos
Hay numerosos indicios de que esta banda podría haber estado involucrada en otros secuestros, pero sólo se logró probar su participación en este caso. Los imputados en varias oportunidades hablaban de “trabajos” que podrían realizar. Si bien nunca se logró determinar de qué hablaban, se sospecha de que también podrían haberse dedicado a asaltar para quedarse con el dinero o la droga que movilizaban acusados de ser narcos. “Ellos tenían toda la información para hacerlo y, además, una persona vinculada a ese ilícito no denuncian los hechos que sufren”, indicó una fuente cercana a la investigación.
Sí se probó que al menos un integrante de esta banda habría tenido contactos con el grupo de policías que fue detenido semanas atrás por robo y secuestros. Ellos también perseguían a personas que habrían estado vinculadas al tráfico de drogas o que tenían plantas de marihuana en sus tierras.
Las claves del caso
Los imputados no sólo tenían la posibilidad de elegir las supuestas víctimas, sino que tenían maneras de evitar ser descubiertos por ser policías.
El fiscal Agustín Chit los acusó de un solo caso, pero podrían haber cometido otros más que no fueron denunciados por las víctimas.
Los integrantes de este grupo, tenían contactos con la banda de policías que fue desbaratada semanas atrás por una pesquisa de robos y secuestros.
Los roles de los imputados
Gonzalo Lagoria
El fiscal Agustín Chit consideró que el miembro de la Policía Federal, que prestaba servicios en la división Alcaidía de los Tribunales Federales, fue el organizador del secuestro. Según la investigación, el ex miembro de la fuerza se encargó de supervisar las tareas de seguimiento y control de la víctima. Durante el secuestro, de acuerdo al pedido de elevación a juicio, custodió desde el asiento delantero del vehículo a la víctima secuestrada. Además, se encargó de realizar las llamadas extorsivas y las amenazas a la víctima y su entorno.
Ángel Medina
El único civil imputado en la causa, tenía vínculos con policías provinciales y federales. Durante la pesquisa, quedó demostrado que se comunicaba permanentemente con uno de los acusados para informarles sobre los “laburos” que tenían preparados con Lagoria. Él condujo la camioneta Eco Sport en el que trasladaron a la víctima.
Luciano Campos
El agente de la Policía de la provincia, que prestaba servicios en la división Consignas y Custodias, de acuerdo a la pesquisa realizada por el fiscal Chit, era la persona que se habría encargado de unir al grupo para realizar los “trabajos”. También se dedicaba a estudiar, identificar y vigilar a las víctimas. El día en el que se registró el hecho manejaba el Chevrolet Onix, el vehículo que servía de apoyo a la camioneta Ecosport en la que trasladaban al taxista secuestrado.
Jonathan Díaz
El oficial sub ayudante dejó de prestar servicios en el 911 para participar del secuestro. Era convocado para realizar los “trabajos” del grupo. En la investigación surgió que el agente le avisaba dónde deberían encontrarse. Cuando la Policía desbarató a la banda, él cumplía las funciones de custodia de la víctima.
Néstor David Medina
Hermano del otro imputado cumplía un rol activo en la organización. Como empleado de la agencia Antidrogas de la Policía Federal de Tucumán, aportaba la información para que el grupo eligiera a las víctimas que secuestrarían. También, de acuerdo a la acusación formalizada por Chit, preparaba actuaciones falsas para amenazar a las víctimas. El día que se produjo el secuestro, el imputado estaba prestando servicios en la sede de la fuerza, a metros donde fueron arrestados los otros imputados. Fue el último en quedar detenido.