Los artistas necesitan para su brillo mucho apoyo y ayuda. Lo que se termina viendo en un escenario es la síntesis de manos anónimas que circulan entre bambalinas para una creación que sintetiza ideas, emociones, ilusiones y esperanzas.

Lino Patalano era uno de los máximos exponentes de una generación de productores y directores teatrales que fueron fundamentales para el sostenimiento de la actividad en el país. Italiano de nacimiento, aunque radicado en la Argentina desde niño (en 1951, con sólo seis años), su sorpresivo e inesperado deceso ayer a los 76 años enlutó la escena nacional, que lo despidió con pesar, dolor y agradecimiento.

Su nombre real era Pasquale Cósimo Patalano y su carrera como productor comenzó en 1969, con apenas 23 años. Por sus salas o su empresa pasaron, entre muchos otros, Edda Díaz, Carlos Perciavalle, Antonio Gasala, Claudia Lapacó, Cipe Lincovsky, María Elena Walsh, Egle Martin, Jorge Luz, Niní Marshal, Amelita Baltar, María Rosa Gallo, Nacha Guevara, Osvaldo Pacheco, Enrique Pinti, Les Luthiers, Julio Bocca, Alfredo Alcón, Norma Aleandro y Ricardo Darín. Pensar en el café concert argentino de los 70 sin su intervención es imposible (le dio espacio en sus teatros La Gallina Embarazada, El Gallo Cojo y El Pollito Erótico), y fue un promotor del stand up actual. Ganó un Diploma al Mérito y un Premio Platino Konex.

Poco más de una semana antes de su fallecimiento, Patalano se había caído en la bañera de su casa, lo que derivó en una intervención quirúrgica de la que se estaba recuperando. Pero en las últimas horas se descompensó. Inicialmente se informó que había muerto en la ambulancia rumbo a un sanatorio Otamendi, pero luego se aclaró que el deceso fue en su domicilio.

Con su deceso “se muere una parte muy importante del espectáculo argentino”, como definió su colaborador Alejandro Zárate. Y esa reflexión no es para nada exagerada. Alejandro Veroutis lo comparó con “Alejandro Romay; muertos ambos, ya no quedan Quijotes en el teatro”. La Asociación Argentina de Actores destacó “su valioso aporte a la cultura argentina y las oportunidades laborales brindadas a actores y actrices durante cinco décadas”. Sus restos fueron velados en el teatro Maipo, que condujo por décadas y hoy serán inhumados en el cementerio de la Chacarita. En lugar de enviar flores, se pidieron donaciones en su honor a la Casa del Teatro.