El concepto de exposición no se aplica a la experiencia de arte inmersivo que se ofrece en el salón Julio Argentino Roca de la Sociedad Rural de Tucumán (avenida Camino del Perú 1.050, Cebil Redondo), acerca de la obra de Vincent van Gogh. La propuesta abarca más allá de la mera mirada externa a la reproducción de algunos de sus cuadros: apunta a despertar sensaciones, sentimientos y emociones, desde el soporte de la tecnología de avanzada que permitió acceder a esta clase de iniciativas en esta parte del mundo.

“Van Gogh: experiencia de arte inmersiva”” seduce no sólo desde las paredes donde se proyectan 70 obras del pintor neerlandés a gran escala, envolviendo al público que disfruta de un espectáculo (en el sentido más íntimo del término) único. Los socios de Club LA GACETA son tentados especialmente para ser parte de la propuesta, ya que acceden a descuentos del 20% en las entradas para visitar el espacio todos los días, solamente presentando tu tarjeta con un DNI que acredite la identidad.

Eso sí, hay que apurarse: el domingo será el último día en que estará habilitada, antes de seguir su derrotero por otras provincias. Está abierta hasta el viernes de 10 a 12 y de 16 a 22, y este sábado y domingo de 10 a 22. Si bien el promedio del recorrido es de unos 60 minutos, cada persona puede definir su ritmo y quedarse todo el tiempo que quiera para completar un circuito multimedia y multisensorial que contiene proyecciones animadas en 360° en un ámbito de 350 m2, acompañadas de música y de una narración en off que contextualiza las pinturas en las distintas etapas de la vida del artista, realidad virtual, grandes decorados y otras opciones.

Una de las características de la experiencia en la sala principal es el ritmo asignado a la sucesión de cuadros que se proyectan. Nada dura demasiado tiempo, las imágenes llegan y se van con una dinámica que acerca la recepción artística a un veloz zapping, propia de estos tiempos. Ese ejercicio permite pasar de una obra a la siguiente aún con el sabor especial de estar todavía inmerso (eje de la idea) en ciertos colores y trazos, que cambian como la propia evolución que tuvo el artista a lo largo de su vida. Y no sólo aparecen en las paredes las creaciones más conocidas, sino otras que no han tenido la misma difusión, como sus potentes calaveras.

La tecnología digital (y su abaratamiento en las últimas dos décadas) ha hecho posible que este nuevo formato expositivo llegue a Tucumán, rompiendo el concepto de los silenciosos museos tradicionales. Mientras se está rodeado de Van Gogh se habla, se comenta, se sacan fotos (con la cámara del celular, obviamente), se comparte y hasta se bebe vino... Todo está permitido para tener una aproximación a un universo único.