Estamos en 1980 y Adolfo Bioy Casares, apasionado por el tenis, adhiere a una solicitada de 212 personas en contra de Guillermo Vilas y a favor del presidente de la Asociación Argentina de Tenis, Horacio Billoch Caride. Lo que está en juego es la Copa Davis. Vilas y José Luis Clerc están en un gran nivel. Pero hay diferencias económicas entre las partes.
Vilas y Clerc atacan a la dirigencia en cada oportunidad. Conservador, el ambiente tradicional del tenis no se la deja pasar. El 18 de septiembre, un día antes de que se disputase la semifinal en el Lawn Tennis ante Checoslovaquia, aparece la solicitada en La Nación. Los acusan por el “daño causado al deporte nacional”. Vilas no se calla. “Esa solicitada fue firmada por personas que se han sentado a comer conmigo y me decían que era un genio”, responde. Y agrega: “Han probado que no tienen palabra. Sacaron la solicitada el jueves, en el peor momento. Entonces me sentí con ganas de revancha y jugué mal”. Argentina queda eliminada.
Lo cuenta Luis Vinker en su reciente Guillermo Vilas - El número uno (Planeta). Excelente biografía del tenista más referencial de nuestra historia, el hombre que popularizó el tenis como nadie. Sin él, este deporte no sería el mismo. Lo que intentó y logró a medias unas décadas antes Mary Terán de Weiss lo concretó Vilas desde los 70. Vinker, nos dice, basa su libro en sus experiencias laborales junto a Vilas y suma entrevistas de colegas y mucho material de archivo.
Vilas fue un excéntrico para el ambiente deportivo. Lector, poeta y cantante se codeó con las más grandes figuras de la cultura popular de todo el mundo. Admirador de Krishnamurti, se inclinó a la vida espiritual. Seguía a Pappo y a Spinetta, a quien le regaló una raqueta. El músico le retribuyó con una guitarra. Vilas fue padrino de su primer hijo, Dante. Y le gestionó la grabación de un disco en inglés, una de las manchas en la discografía de Spinetta. Only Love Can sustain. Ese fracaso comercial contribuyó al enfriamiento de la relación.
En 1975 Vilas publicó un libro de poesía -Cientiveinticinco- y en el 81 el segundo, Cosecha de cuatro. Vilas admiraba la poesía de Neruda y le encantaba leer filosofía. Le gustaban las pinturas de Pérez Celis, Antonio Seguí y Van Gogh. Participó en cine y en los 90 se lanzó como cantante. Editó un disco de música electrónica e impuso algunos hits. También probó con una banda. “Las cosas no salieron como deseaba, pero al menos lo intenté”, cita Vinker. Fanático de los Rolling Stones, fue testigo presencial de recitales memorables. Se hizo amigo de Keith Richards. “A esta altura sos un Stone más”, le dijo Richards en Buenos Aires tras invitarlo a sumarse a la banda en un recital en Chile.
No le faltaron romances. Las revistas del corazón hacían tapas exitosas con él y sus mujeres de turno. Pero nunca como cuando se puso de novio con Carolina de Mónaco, hija de la princesa Grace Kelly y del príncipe Rainiero. Primera cena en París y escapada a Hawai. “El romance de la princesa y el campeón”, tituló París Match.
La pelea actual
“En mi país no me reconocen”, le dijo Vilas al periodista Jorge Búsico. La falta de oficialización del 1 en el ranking fue una herida sin cerrar. Pero nada como su vida actual, de la que Vinker da cuenta en las primeras páginas: “Vilas pelea hoy una guerra distinta, cuyo avance no puede ser detenido por la ciencia, matizado por el amor de sus íntimos ni consolado por las corrientes de empatía y solidaridad que le llegan desde todos los rincones del mundo. Nada le alcanza a uno de los más notables deportistas jamás surgidos de nuestro país. Es una pelea inesperada contra un enemigo al que nadie ha aprendido a dominar”.
La alusión es al severo deterioro cognitivo y progresivo que padece. Vive junto a su familia en Mónaco, donde el 17 de agosto cumplirá 70 años. Quien sí da detalles del tema es Alfredo Luis Salvo, periodista que acaba de publicar otra biografía de Vilas, El gran Willy - Conversaciones con el mejor tenista argentino (Galerna).
Di Salvo cuenta la vida de Vilas y la alterna con reportajes que le hizo durante varios encuentros personales. Agrega datos estadísticos: fechas, números, torneos, triunfos. Año por año hace hincapié en lo deportivo sin dejar de lado lo personal. Es un libro más cronológico. Nos recuerda que está casado con Phiang, “casi 30 años menor”. “Guillermo se enamoró absolutamente. Formalizaron el casamiento el 16 de mayo de 2005, tras 16 años de estar juntos, en la iglesia Nuestra Señora de las Mercedes, del barrio de Belgrano, luego de establecerlo en el Registro Civil y en la embajada de Tailandia en Buenos Aires. La felicidad quedó plasmada con el nacimiento de cuatro hijos: Andanin, que nació en París en noviembre de 2003, Lalindao en Miami en enero de 2010. Intila, en Buenos Aires en diciembre de 2010, y cerró la familia con el buscado Guillermo, nacido en Mónaco, donde Vilas estableció su residencia, en abril de 2017. Andanin es una de sus debilidades, es una apasionada del tenis, rivalizó en la categoría sub 14 y hasta debutó en el court central del Buenos Aires Lawn Tennis Club, en julio de 2014”.
En el cierre de su libro, Salvo refiere a la actualidad de Vilas. En un corto capítulo cuenta que su padecimiento es muy similar al del Alzheimer y que la enfermedad lo acosa desde hace unos cuatro años. “Tiene algunos momentos de lucidez aunque sin plena conciencia de lo que acontece a su alrededor, incluso ha llegado a desconocer a sus amigos. Tiene instancias en que no puede mantener el hilo de una conversación”, escribe. De su grupo íntimo, cuenta Salvo, se destaca José Luis Clerc, otro referencial del tenis y compañero de Vilas en los 80. Suelen hablar por teléfono. “Pero me pone como la mierda que esté en la situación que está”, lamenta Batata.
Si quieren saber más de los gustos de Adolfo Bioy Casares por el tenis, lean Deportivo Saer (Club House), libro de Ariel Scher, uno de los periodistas que más sabe de literatura y deportes. Ahora, si lo que les interesa es Guillermo Vilas, no se pierdan ni el de Luis Vinker ni el de Alfredo Luis Di Salvo. Están buenísimos los dos.
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Alejandro Duchini – Periodista. Su último libro es Mi Diego (UDL).