Las redes sociales pueden funcionar como un megáfono que amplifica el volumen de ciertos hechos cuya repercusión antes se limitaba al boca a boca. Ese mayor amplitud de alcance tiene un doble filo: así como posibilita la difusión de episodios destacables, también le da mayor trascendencia a los que reflejan actitudes reprochables. Y en el ámbito deportivo, el rugby se ha visto particularmente afectado en los últimos tiempos por ese efecto amplificador, que replicó en primeras planas y canales de noticias episodios de violencia que poco y nada tienen que ver con el código de conducta que lo rige y que lo han posicionado ante la mirada general como una factoría de inadaptados.
Sin embargo, se trata de una mirada sesgada que se construye prescidiendo de aspectos positivos del rugby, como el característico tercer tiempo (donde se termina la rivalidad y los jugadores de ambos equipos comparten la mesa) o la importancia que se le da en las divisiones formativas -especialmente en el rugby infantil- a la transmisión de valores deportivos y de convivencia. Y eso se advierte en episodios de fair play (juego limpio) como el que sucedió el fin de semana en un partido de M13 (menores de 13 años) entre Lawn Tennis y Natación: luego de que los locales anotaran un try a partir de una pelota recuperada, uno de los jugadores le confesó al árbitro Álvaro Zelarayán que había cometido una infracción (knock on) en la jugada previa, por lo que el try de su equipo debía ser invalidado. El referí cambió el fallo, reunió a todos los jugadores en el centro del campo y resaltó la importancia del gesto de lealtad del jugador de Lawn Tennis.
El hecho tomó estado público a partir de una publicación en Facebook hecha por José Rubino, uno de los entrenadores de la M13 de Natación, quien resaltó la actitud del jugador (”realza los valores y el espíritu de este juego”) y felicitó tanto a los entrenadores del equipo rival como al árbitro por detener el encuentro para rescatar lo que había ocurrido con fines didácticos.
“Es un gesto de caballerosidad y buena fe que debía ser destacado. Aparte, no era la primera vez. Ya nos había pasado con Lawn Tennis, y por eso quise resaltar el buen trabajo que está haciendo el rugby infantil de ese club y en otros también. Porque suelen verse esta clase de gestos, y a eso también es importante mostrarlo. Que no se crea que en el rugby se enseña a ser violento. Como entrenador de una división infantil, todos los fines de semana veo muestras de confraternidad entre los chicos”, señaló Rubino.
Javier Mirande, dirigente de Liceo, también respaldó esa filosofía de fair play en los enfrentamientos con Lawn Tennis: “hace algunas semanas nos tocó jugar con esa misma división y pasó lo mismo: yo estaba haciendo de árbitro y convalidé un try de ellos, pero un jugador me advirtió de una infracción que yo no había visto y pude corregir el fallo. Son gestos importantes, y me parece muy bueno que estén trabajando de esa manera”.
Formación
Como en la vida misma, los primeros años de rugby están enfocados en el aprendizaje y no en la competencia. Si hay una etapa en la que el espíritu del rugby como un deporte plural, de valores y de amistades se manifiesta en todo su esplendor, esa es la infantil. Se trata de una fase de enorme importancia, ya que la personalidad de los jugadores todavía está en formación, y la enseñanza de los entrenadores tiene un impacto muy profundo, al punto de resultar complementaria a la escolar y a la del hogar.
Fabricio Brito, coordinador del rugby infantil de Lawn Tennis, asegura que el trabajo que se hace en el club antepone esa finalidad formativa como mandamiento número 1. “Siempre priorizamos la formación de la persona antes que la del jugador. Son enseñanzas que nos dejó muy arraigadas don Ángel Guastella, que trabajó muchísimo tiempo con las divisiones formativas del club. Por eso, si bien la actitud que tuvo el chico contra Natación nos llena de orgullo, no nos sorprende. Porque ya lo había hecho otras veces, así como compañeros de él y chicos de otras divisiones. Y se da inclusive en entrenamientos y partidos internos”, explicó.
Todo forma parte, según Fabricio, de un mensaje claro que se baja hacia todas las divisiones. “Se promueve que la relación entre los compañeros y con los rivales sea de cordialidad, de amistad y de respeto. Se trata de desterrar cualquier forma de bullying, y por eso intentamos de que no se llamen por sobrenombres, salvo aquellos que sean previamente aceptados por ellos mismos. Por ejemplo, ‘yo me llamo tal, pero me dicen Pipo’. Apodos como ‘Gordo’, ‘Flaco’, ‘Colo’ o similares no. Preferimos que se llamen por el nombre, y también los entrenadores”, comentó.
De todas maneras, Fabricio aclara que no solo en Lawn Tennis se trabaja de esa manera: “el rugby infantil en Tucumán se mueve con esos objetivos en general. Creo que en todos los clubes se apunta a eso. En definitiva, son pequeños gestos que demuestran los que el rugby realmente significa”.