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Reporte semanal económico
Los cambios de gabinete eran un hecho desde hace casi un mes. La salida de Martín Guzmán y la consecuente entrada de Silvina Batakis al ministerio de economía era un cambio sinsentido. El reemplazo de nombres per se, sin ejercer propuestas de giros contundentes en la política económica ni una centralización en la toma de decisiones de los ministerios económicos, no era suficiente para que los mercados lo incorporaran como una noticia positiva. Efectivamente los 24 días de Batakis al frente del Ministerio de Economía de la Nación, lo que le valió ubicarse en el puesto 8 dentro los ministros de menor duración en la historia de la entidad, fueron solamente una pantalla ante el período decisorio de cómo disputarse los cargos internamente y cuánto poder absorbería el ministerio de economía una vez que haya definiciones más claras. Aquí aparece el nombre de Sergio Massa, hasta ahora presidente de la Cámara de Diputados y futuro ministro de economía, que incorpora bajo su cartera a los ministerios de agricultura y de desarrollo productivo.
Sergio Massa confirmó que "entre el lunes y el martes" anunciará su equipoLas primeras reacciones ante la noticia fueron positivas para el mercado, aunque no vinieron solas. El contexto internacional favoreció a todos los países emergentes, con una suba del S&P 500 de 5% en la semana, de igual magnitud a la suba del índice Bovespa de Brasil. Incluso, durante la semana de anuncios en Argentina, el Real brasilero se apreció desde US$/R 5,5 a US$/R 5,2, y el Peso chileno, que venía de sufrir devaluaciones en las últimas semanas volvió a apreciarse desde USD/CLP 952 a USD/CLP 899. Como si fuera poco, el riesgo país de países emergentes en Latinoamérica bajó de 518 a 490. Sin embargo, fue notable que, desde las cenizas, los bonos argentinos son los que mayor incremento presentaron en la semana, alcanzando un alza de casi el 30% medidos al contado con liquidación. Como contrapartida, el Riesgo País que rozaba los 3.000 puntos se contrajo hasta 2.386, es decir, una baja del 18%. Por su parte, los dólares financieros se desinflaron y el contado con liquidación pasó de $ 340 a ubicarse levemente por encima de $ 293.
Con un cambio de nombres no hacemos nada. Según dio a conocer el propio ministro aún no está completo el equipo que designará a cargo para diseñar la estrategia económica como tampoco las medidas que llevará adelante, que serán conocidas a mediados de la semana próxima. En el mientras tanto, el mercado especula con un ajuste de las cuentas fiscales que le permite ser más entusiasta.
Podemos destacar dos desafíos inmediatos que tiene por delante el nuevo gabinete económico. El primero, resolver el desequilibrio fiscal, que de continuar con la misma dinámica superará al del año anterior, y resolver el frente cambiario que le permita al Banco Central salir de la situación vertiginosa en la que se encuentra.
En el plano fiscal, el desafío es claro: el gobierno necesita cumplir con la meta de déficit primario acordada con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, con la evolución de los ingresos y los gastos hasta el momento y lo que podemos proyectar hasta fin de año, el rojo primario sería de 3,5% del PBI en lugar de 2,5%, lo que implica un desvío demasiado importante como para considerar que el programa con el Fondo se está cumpliendo. El problema se encuentra en la dinámica del gasto (sube 75% interanual en los primeros seis meses del año) ya que no se identifica un mal desempeño de los ingresos (acumulan un crecimiento del 65% en el primer semestre).
El crecimiento más fuerte se concentra en la partida de Programas sociales (Potenciar Trabajo, Progresar, etc) con un salto del 335% en términos reales en comparación con el año 2019. Luego vienen los subsidios tarifarios (+110% real), las transferencias corrientes a las provincias (+56% real) y la obra pública (+27%). Tocar la primera partida implica un enfrentamiento directo con los movimientos sociales, los actores hoy más movilizados; tocar la segunda es enfrentarse directamente con Cristina Fernández, ya que la Secretaría de Energía hasta el día de hoy sigue en manos de La Cámpora; y tocar las terceras y cuartas líneas implica enfrentarse con los gobernadores que fueron actores centrales en la caída de Batakis apenas se atrevió a insinuar que había que hacer un mejor balance entre la Nación deficitaria y las provincias superavitarias. Massa tiene un perfil político, de alguien que puede hablar con todos los sectores pero que no se caracteriza por estar dispuesto a pagar costos y hacerle perder algo a alguien. Por su historia es un político característico por repartir y dejar a todos contentos. No tiene el perfil ortodoxo que estará focalizado en eliminar o bajar partidas, aunque eso genere antipatía política. El plano fiscal luce muy complicado.
En segundo lugar, el partido de la acumulación de reservas sigue siendo una incógnita. El programa con el FMI exige que hacia fin de año se acumulen cerca de US$ 8.500 millones, partiendo de los US$ 1.500 millones que hay actualmente en las arcas del Banco Central. Para colmo, los períodos estacionales de acumulación de reservas acaban de terminar en conjunto con julio. Históricamente el promedio de acumulación de los últimos 10 años fue cercano a US$ 1.500 millones, cuando ahora fue tan solo de US$ 631 millones.
De todas maneras, lo diga o no el FMI el Banco Central necesita acumular reservas si quiere ser el principal oferente de divisas a estos precios, evitando una devaluación. De otra manera, deberán continuar aumentando las restricciones cambiarias para poder abastecer discrecionalmente al mercado, afectando la actividad económica. Las medidas que podrían barajarse son un cepo mayor, a costa de menor actividad económica, un salto discrecional del tipo de cambio oficial o un desdoblamiento formal que les permita dejar de perder divisas por la cuenta de servicios. Ninguna sin consecuencias, pero está claro que con este esquema no se puede continuar sin que el salto lo haga el mercado por su cuenta.