Bullying, un término que hasta suena contagioso, casi siempre va acompañado de misterio, intrigas, silencios… De tantas definiciones sobre bullying, comparto la siguiente: es la exposición que sufre un niño a daños físicos y psicológicos de forma intencionada y reiterada por parte de otro, o de un grupo de ellos, cuando acude al colegio. “Se estima que entre un 15% y un 50% de los niños y los adolescentes pueden haber sido víctimas de acoso escolar en algún momento, de acuerdo con la investigación de la psiquiatra española Covadonga Díaz-Caneja.

En cuanto al bullying en la institución escolar, el hostigamiento sostenido en el tiempo se manifiesta como un emergente, comienza silencioso como la semilla oculta en la tierra, y va creciendo. Las víctimas generalmente evidencian algún malestar: bloqueos, dolores de estómago, de cabeza, bajas defensas, insomnio, estados de angustia.

Donde hay bullying casi nadie sale “ileso”, consciente o inconscientemente se convierten en cómplices. Pasivos cuando guardan silencio por temor o para evitar problemas. Y activos cuando incitan a que crezca la violencia, gritan, aplauden, se ríen, filman y gradualmente se va creando el clima para la “escena”, que en algunos casos puede ser un enfrentamiento violento.

A veces no somos conscientes como adultos, de que naturalizamos la violencia. Cuando nos toca de cerca una situación es cuando despertamos y ese despertar puede llevarnos a reaccionar o responder. La reacción suele ser no consciente, sino automática y negativa. Es el caso de los adultos que buscan hacer justicia por mano propia, amenazan o agreden. Así no solo no se resuelve el problema, sino que se agrava.

Respuestas positivas

Y cabe preguntarnos ¿Qué puedo hacer? Esta actitud me lleva a la responsabilidad, a hacerme cargo. La respuesta dependerá del rol que tengo (papá, mamá, tutor, docente, amigo). Me posiciono como parte del problema, acepto que debo hacer algo para frenar la escalada de violencia.

Es muy importante el diálogo, escuchar. Escuchar de manera activa, incluso los silencios, la persona afectada puede estar manifestando en su propio cuerpo lo que no puede hablar.

No tiene sentido, juzgar o insistir en preguntar ¿por qué no te defendiste o por qué no avisaste? Esto sólo genera culpabilidad y más sufrimiento.

Cuando el bullying se instala en la escuela, no es fácil de erradicar, porque los casos graves requieren un tratamiento sistemático, debido a la complejidad de la situación. Requiere abordaje desde diferentes roles y miradas; implementar estrategias desactivadoras del circulo de violencia, enmarcado desde el enfoque adoptado por la institución, sobre la convivencia escolar y las normas que la rigen.

Es importante no minimizar, cualquier demanda o reclamo de hostigamientos que se producen con cierta frecuencia.

¿Cuál es el problema?

Desde mi visión y experiencia, considero que es una problemática que invita a mirar más allá, una mirada global e integral, que involucra a la familia, la institución educativa, la sociedad en que vivimos. ¿Qué valores priorizamos? ¿Qué actitudes fomentamos en los chicos? ¿Enseñamos a obrar con criterios ante las dificultades? ¿Qué lugar tienen las redes sociales y el imaginario que construyen los chicos en ellas? ¿Les aportamos a nuestros niños y jóvenes recursos para que construyan una identidad propia?

El bullying es un emergente de una sociedad cada vez más acelerada y violenta, en la que se evidencian algunos estereotipos enfocados en aparentar, exhibir y no importa qué; estamos perdiendo la capacidad de expresar, de comunicarnos, de ser espontáneos y auténticos.

Concluyo con una anécdota: en una situación de violencia grave que se suscitó en una escuela tuvieron que intervenir autoridades jurisdiccionales. Estaba involucrado un alumno que ejercía bullying a otros estudiantes.

Citaron al alumno que agredía, y una de las integrantes del equipo interventor le preguntó: ¿Quién es usted? Y le contestó: yo soy el bullying. Lo dijo en una actitud ganadora, ya que los videos de sus peleas habían obtenido varios me gusta en las redes.

Ojalá que esta reflexión nos conduzca a preguntarnos ¿es el bullying el problema? Y nos atrevamos a mirar más allá de lo que se ve, para abordar de una manera consciente y efectiva lo que genera una situación de acoso escolar.