No todo es igual, nunca lo dije, no es lo mismo unitario que federal; partidarios del libre comercio que economías cerradas; no son iguales Sarmiento con Rosas o José Hernández. No es lo mismo “religión o muerte” que libertad religiosa. Pero eso no autoriza al lector Arturo Arroyo (carta del 23-07) a considerar a unos “buenos y patriotas” y a otros “malos y cipayos”. No corresponde esa interpretación binaria de la historia argentina, menos aun utilizando como argumentos frases sueltas sacadas de contexto en una mezcla rara que va desde la guerra del Paraguay hasta la guerra de Malvinas. El libre comercio fue una bandera de la Revolución de Mayo de 1810, en contra del monopolio comercial español. Los héroes de Mayo, que arriesgaron la vida al rebelarse contra España, lo hicieron con la secreta esperanza de recibir apoyo del Imperio Británico, de la misma manera que Francia había ayudado a la independencia de Estados Unidos. Tanto unitarios como federales cometieron atrocidades en una lucha fratricida. En cuanto a la guerra del Paraguay, si nos basamos en el recordado libro de José María Rosa, veremos que Argentina fue empujada por la diplomacia brasileña y que Inglaterra tuvo un papel menor en esos hechos históricos; no se encuentran documentos de la cancillería inglesa que demuestren lo contrario. Paraguay tenía muy buenas relaciones con el Imperio Británico; su industria ferroviaria, naval y militar eran lideradas por ingenieros ingleses. También tuvo muy buenas relaciones con Inglaterra don Juan Manuel de Rosas, que salvó su vida protegido en la casa del cónsul inglés y después fue conducido a Inglaterra en una fragata de esa nacionalidad. Toda historia es muy compleja; hay que aceptarla así en beneficio de la patria; no debemos dividirnos por ella; no hay víctimas y victimarios; quizás todos fuimos víctimas. Usemos la historia para unirnos y no separarnos. Como afirmaba el genial Borges, “nadie es la patria y sin embargo todos lo somos”.

Luis Ovidio Pérez Cleip

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