El lunes ocurrió un hecho que pasó inadvertido. Fue un acontecimiento significativo, un aniversario. Se cumplieron 179 años del nacimiento de Julio Argentino Roca. Dos veces presidente de la Nación (1880-1886 y 1898-1904), general veterano de muchas batallas, figura clave de la Generación del Ochenta, fue quien diseñó -o le dio un fuerte impulso- a la Argentina moderna que hoy conocemos (y de la que nos vamos a ocupar más adelante).
Salvo algún que otro artículo periodístico que circuló por grupos de WhatsApp y alguna conmemoración aislada, en el arranque de esta semana no hubo prácticamente nada que nos recordara al ilustre comprovinciano. Porque es innegable que sólo Juan Bautista Alberdi podría discutirle la condición del tucumano que más trascendencia política e institucional tuvo desde 1810 hasta la actualidad. De hecho, un siglo después de sus presidencias, el país que moldeó desde el poder aún sigue vigente en muchos aspectos. Y eso no es poca cosa.
En medio de las urgencias que genera la atroz crisis económica que vivimos, la inflación y la incertidumbre angustiante respecto del futuro inmediato -entre tantos otros pesares que no vienen al caso- es hasta lógico pensar que una efeméride que ni siquiera recuerda un aniversario redondo pase inadvertida. Mucho más en plenas vacaciones de invierno, porque al recordar hechos y personajes de la historia la escuela establece mojones en el calendario. Pero con las aulas cerradas, eso es imposible. De todos modos, queda flotando una duda: ¿una fecha como la del lunes hubiese constituido un hecho significativo en la currícula?
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En las últimas décadas, un manejo ideológico y descontextualizado de la historia nacional, se ha esmerado en denigrar la figura de Roca. Al punto que el análisis de su obra (que no puede ser escindido de los tiempos en los que vivió y del sistema político en el que estuvo inserto) se viene reduciendo a un debate simplista e infantil que a todo lo cataloga como blanco o negro. Se afirma con una liviandad sorprendente que Roca fue bueno o malo, que fue un héroe o un genocida. Así, se banaliza una obra de gobierno que se extendió durante 12 años, sin contar la fuerte influencia que ejerció en distintos ámbitos mientras estuvo alejado de los cargos públicos, pero ejerciendo con habilidad el oficio político. No es la primera vez que citamos en este mismo espacio al periodista Guillermo Monti, quien al respecto alguna vez afirmó: “hay demasiados aficionados, en ambos lados del mostrador, jugando partidos más que nada imaginarios”. Es que, sin dudas, el rol de Roca fue central en la historia argentina. Es un error intentar correrlo de ese lugar ya sea por ignorancia, por oportunismo o por intencionalidad política.
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No hace falta irse muy atrás en el tiempo para advertir momentos en los que esa campaña de descrédito se terminó materializando en hechos. Lo inquietante es que algunos de ellos ocurrieron justamente en Tucumán, donde nació el ilustre hijo del coronel José Segundo Roca. Quizás la iniciativa más resonante haya sido la del entonces intendente peronista Domingo Amaya (hoy diputado por JxC) de rebautizar la avenida que llevaba el nombre del ex presidente tucumano con el de Néstor Kirchner (idea que fue convertida en ordenanza rápidamente por la mayoría peronista del Concejo Deliberante). Ocurrió en 2010, poco después de la muerte del santacruceño. Y hasta el día de hoy sigue generando algunos coletazos. De hecho, en marzo se presentó un nuevo proyecto para devolverle su nombre original. Su autor fue el ex vicegobernador Julio Díaz Lozano y pasó a engrosar una lista en la que figuran otras propuestas similares. Hasta el momento, ninguna tuvo éxito y nada indica que este proyecto en particular vaya a recibir tratamiento al menos en el corto plazo. Por un lado, los concejales peronistas no tienen intenciones de profundizar la interna que existe en el Frente de Todos aprobando una iniciativa que no va a caer bien en el kirchnerismo, y la oposición, hasta el momento, tampoco demostró demasiado interés en su tratamiento.
Curioseando un poco más atrás en el tiempo sorprende el trato que recibió el monumento al general Roca, obra del escultor Ángel Ibarra García, que fue inaugurado el 17 de julio de 1943. Lo habían emplazado en la rotonda de la avenida Benjamín Aráoz, pero con el tiempo fue deformado: demolieron su basamento y retiraron relieves y leyendas. Finalmente la estatua del general se instaló, sola, en la avenida Gobernador del Campo.
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Quizás un buen modo de rescatar la figura de Roca de las grietas que todo lo destruyen es vincularla con la vida cotidiana de los tucumanos. Es poco lo que se sabe (fuera de la academia) sobre cómo fueron los días de aquel joven en las calles de la ciudad norteña de mediados del siglo XIX. Trazar circuitos urbanos que nos ayuden a imaginar el paso cotidiano de las figuras históricas por los mismos ámbitos en los que nos movemos nosotros a diario puede ser un buen modo de traccionar el conocimiento y de humanizar el bronce.
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Roca fue mucho más que el impulsor de la “Campaña del Desierto”, sobre la cual no vamos a entrar en detalles; mucho se ha escrito sobre ella y seguramente se escribirá mucho más. Al principio de estas líneas calificamos al tucumano como una especie de arquitecto de la Argentina moderna. Quizás un buen modo de recordarlo sea a través de sus acciones de gobierno. Estas fueron algunas:
- Consolidación del Estado nacional, a la cual se llegó por distintos caminos.
- Federalización de la ciudad de Buenos Aires.
- Unificación de la moneda nacional.
- Ley de educación laica, obligatoria y gratuita
- Creación del Registro Civil, que le permitió al Estado empezar a administrar funciones que antes estaban a cargo de la Iglesia.
- Tratado de límites con Chile, que garantizó el dominio sobre la Patagonia.
- Creación de los territorios nacionales (luego provincias) de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chaco, Formosa, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
- Fundación de la ciudad de La Plata.
- El inicio de las obras del puerto de Buenos Aires.
- La reorganización del Poder Judicial, el Ejército y la Marina.
- Creación de la Caja de Jubilaciones y Pensiones.
- La pacificación y el orden interno impulsaron las actividades agrícolas y ganaderas, y motivaron el arribo de miles de inmigrantes, entre los cuales posiblemente hayan estado los antepasados de muchos de nosotros.