Ya atenta el Estado municipal con el cobro del inexistente barrido y limpieza, un servicio deficiente y escaso que puede verse en calles céntricas, ni hablar fuera de las cuatro avenidas; y el deplorable deterioro de las calles con baches pronunciados que llevan tiempo sin soluciones, como los de avenida Francisco de Aguirre. Ahora llega un impuesto disfrazado de servicio para estacionar en la ex vía pública. Hay que pagar a cambio de nada: nadie cuida el vehículo, nadie garantiza que no lo roben, que no lo choquen, que no lo dañen. Pero lo más llamativo es a quién le pagamos, una empresa que ni siquiera es de Tucumán. Lamentablemente la vía pública murió en San Miguel de Tucumán; de pública no tiene nada, tiene dueño y hay que pagarle.
Williams Fanlo
Azcuénaga 980 - S.M. de Tucumán
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