Ganar es lo mejor. Y si se logra como lo hizo Pablo Ortega, la calificación aumenta. Y, por sus palabras, “Pabloso” supo apenas vio la bandera a cuadros en la final del Turismo Nacional Clase 2 que su triunfo fue un espectáculo. “Todo lo que se vio y lo que se pudo sentir desde abajo, lo sentí arriba también”, aseguró el ganador de la sexta fecha.
“Sentí nervios, emoción... la pasé muy bien”, agregó Ortega mientras comenzaba el viaje triunfal de regreso a Tucumán. Casi quería que los kilómetros, unos 900, que separan “El Jardín de la República” de San Luis, no se terminaran. La compañía que tuvo hizo más emotivo el rendimiento en la localidad de Villa Mercedes. “Es una victoria especial porque me acompañó mi señora y mi hija. Siempre lo soñé así”, reveló el piloto del Fiat Argo.
“Fue la segunda fecha que corrí este año. No estaba en mis planes volver. Mi ‘viejo’, mi suegro y el Gobierno de la provincia hicieron un gran esfuerzo por mí”, agradeció “Pabloso”, que sumó a la lista a sus empleados que siempre “lo bancan”. El teléfono celular explotó de mensajes y en las redes comenzaron a pasar cosas. “Vi una publicación del gobernador Jaldo. Nunca me había pasado”, contó.
Felicitaciones múltiples, incluso más allá de la categoría porque lo que hizo fue de manual “tuerca”. Una lección para cualquier piloto y un entretenimiento de calidad para todo espectador. Tres ingresos del auto de seguridad, pasar del segundo puesto al primero apenas comenzada la final, casi estrellarse en la curva dos y resistir el acecho de los rivales que parecían tener autos superiores, son las marcas que tuvo el triunfo del piloto que maneja un auto del TB Racing.
Pero todo, intensidad y calidad de la victoria, puede resumirse en lo que pasó al cumplirse las 15 vueltas. “Cuando entró el tercer auto de asistencia, tuve un poco de bronca porque ya venía tranquilo”, reconoció. Pero sin esa intervención que, por reglamento, adicionó dos vueltas, no se hubiera evidenciado la pericia del tucumano. “Vi por el espejo que el segundo venía pasado; lo tuve que dejar pasar y quedé tercero. No me desesperé. ‘No importa: trato en la siguiente curva, donde sea’, pensé. Se molestaron entre ellos, se abrieron y quedó el hueco para pasarlos”, explicó Ortega cómo maniobró entre los autos del bahiense Sebastián Pérez y del misionero Facundo Bustos. Ahora, hay más equilibrio, entre hombres y máquina. “El auto está en muy buenas condiciones y el equipo con más energías. Seguiremos mejorando para que estemos la mayor cantidad de carreras ahí adelante”, anheló Ortega.