1) Cuando San Miguel de Tucumán fue trasladada al actual emplazamiento, en 1685, los terrenos se repartieron entre los vecinos respetando la extensión que tenían los de Ibatín. En la cuadra de Congreso al 100 se le adjudicó un cuarto de manzana al alcalde Diego Bazán y Figueroa. Una de sus descendientes, Francisca Bazán, se casó en 1762 con el español Miguel Laguna y como dote recibió de sus padres la que sería la Casa Histórica.
2) Fue el matrimonio Laguna-Bazán el que hizo edificar el clásico frente de la casa, con las columnas torsas. Este tipo de decoración llegó al norte en las décadas finales del siglo XVIII.
3) ¿Doña Francisca prestó su casa para que el Congreso sesionara en 1816 o fue el Estado provincial el que así lo dispuso? Hay historiadores que difieren en este punto, aunque se sabe que en ese tiempo parte de la propiedad estaba alquilada y allí funcionaban oficinas administrativas y la Aduana.
4) La última sesión del Congreso se realizó en Tucumán el 4 de febrero de 1817; luego las deliberaciones se trasladaron a Buenos Aires. En años subsiguientes la casa fue escenario de varias celebraciones los 9 de julio. Las más recordadas son el baile de 1828 y el acto de 1832, cuando Juan Bautista Alberdi pronunció un célebre discurso.
5) Hacia 1840 se cambió el techo del Salón de la Jura: era de caña y se lo reemplazó por tablas.
6) En 1861 la Sala de Representantes promulgó una ley que eximía a la propiedad de pagar impuestos. La casa pertenecía ya a la familia Zavalía -vía la descendencia de Doña Francisca Bazán de Laguna-.
7) La historia colocó en el lugar indicado y en el momento preciso a Ángel Paganelli. Fue él, en 1869, quien tomó la célebre foto del frente de la Casa Histórica. E hizo otra toma, de la galería por la que se accedía al Salón de la Jura. En ella aparecen dos ancianas: Ernestina López de Zavalía y Luisa Zavalía.
8) El 25 de abril de 1874 el gobernador Belisario López firmó la escritura de compra. Fue el Estado nacional el que adquirió la casa, pagándoles 25.000 “pesos fuertes” a los Zavalía. El destino de la propiedad fue convertirse en oficina de correos.
9) En 1875 se inicia el proceso de remodelación del solar. El ingeniero sueco Federico Stavelius dirige los trabajos y procede a demoler el frente. En su lugar erige una fachada de estilo neoclásico, en el que se destacaban dos leones.
10) Numerosos intentos de remodelar la construcción se acumulan con el paso del tiempo, pero van siendo desechados o se realizan a medias. El deterioro avanza, hasta que en 1896 el Correo se traslada y la Casa Histórica queda prácticamente abandonada. Sólo la habita un casero.
11) En 1902, durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, se aprueba el proyecto de demolición total de todas las estructuras que quedaban de la Casa Histórica, con excepción del Salón de la Jura. Esa habitación queda rodeada por un vistoso pabellón de estilo neoclásico, hecho de mampostería y vidrio, al que se denominó “El Templete”.
12) En 1916, durante el Gobierno de Ernesto Padilla, se expropian los terrenos que dan a la calle 9 de Julio, por lo que crece el tamaño de la propiedad. Es en ese patio donde hoy se lucen los bajorrelieves confeccionados por Lola Mora, obras que el propio Roca le había encargado a la escultora tucumana en 1903.
13) El 12 de agosto de 1941 la casa fue declarada Monumento Histórico Nacional y crece la idea de devolverle su aspecto original. Fue así que a partir de la foto de Paganelli y de los planos -que estaban en el archivo de la Dirección Nacional de Arquitectura- se puso en marcha la reconstrucción. El plan estuvo a cargo del arquitecto Mario J. Buschiazzo.
14) Las obras empezaron el 17 de junio de 1942, con la demolición del “Templete”, y quedaron listas para ser inauguradas el 24 de septiembre de 1943. Para la ocasión se organizó un gran acto, encabezado por el presidente Pedro Pablo Ramírez.
15) A lo largo de las décadas se efectuaron numerosos trabajos de remodelación, los que continúan hasta nuestros días. Modificaciones que abarcan cuestiones edilicias estructurales y también todo lo relacionado con el guión museográfico. En 1968 empezó a funcionar el espectáculo de Luz y Sonido, mientras que los cambios en el entorno fueron permanentes y notorios. La Casa Histórica demuestra así -tal como lo confirma este hilo conductor desarrollado a lo largo de los siglos- que sigue viva y, por sobre todo, que mantiene sus puertas abiertas.