La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asegurado en las últimas horas que, todavía, el brote de viruela del mono no debe considerarse una emergencia sanitaria internacional, como ocurre con el caso de la covid-19 y la polio, las únicas dos enfermedades que actualmente revisten ese estado. La decisión ha sido tomada por su director general, el médico etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien siguió la recomendación de un grupo de expertos convocados para deliberar sobre la gravedad del brote.
Estos especialistas estuvieron reunidos desde el jueves y hasta el sábado en Ginebra. La declaración de emergencia internacional constituye el máximo nivel que puede declarar la OMS. Con este instrumento, se hubiese pretendido incrementar la coordinación entre los países, reforzar los mecanismos para la búsqueda activa de casos e implementar medidas que ayudaran a poner freno a la circulación del virus.
No obstante, no se ha declinado de esos objetivos. Desde inicios de mayo se han notificado más de 3.000 casos en 47 países. Para peor, la enfermedad mantiene su tendencia al alza en Londres, Madrid, Lisboa, Italia, Bélgica y Países Bajos. En la Argentina, un hombre de 45 años residente en Mendoza se convirtió la semana pasada en el cuarto caso de viruela símica. Actualmente, su estado de salud es bueno y se encuentra cumpliendo el aislamiento correspondiente, tras regresar de un viaje a España. "Hay preocupación ante el incremento de contagios en zonas no endémicas; fuera de África y especialmente en Europa", dice a LA GACETA el infectólogo Mario Raya, subdirector del Centro de Salud.
La emergencia mundial significa que constituye un riesgo para la salud pública y que se requiere una respuesta coordinada entre los países, añade el médico. Y enseguida explica que la principal razón que empujó a la OMS a debatir al respecto es que el virus se extendió y ello requiere la certeza de que las naciones dimensionan la situación.
La viruela del mono es una enfermedad zoonótica cuyo reservorio está en pequeños roedores. Los factores que llevarían a la OMS a reconsiderar su decisión son cerca de una decena, aunque pueden resumirse en tres principales: el aumento en la tasa de crecimiento de los casos notificados en los siguientes 21 días; la propagación significativa en países adicionales y los contagios en grupos vulnerables, como personas inmunodeprimidas, mujeres embarazadas y niños.
Desde la mirada del doctor Gustavo Costilla Campero, jefe del Servicio de Infectología del Hospital Padilla, el número de infecciones detectadas no amerita una declaración de emergencia, en coincidencia con lo dispuesto por la OMS. Pero advierte que la posibilidad de que en algún momento comience la transmisión comunitaria causa preocupación. "Cuando no se pueda referir un contacto o cuando no se trate de un viajero, indudablemente la situación será preocupante", razona.
Por eso, cuenta que entre los médicos y efectores de salud se ha distribuido información a fin de que puedan detectarse los contagios, de haberlos. "Ninguna de las generaciones médicas de los últimos 30 años ha vivido situaciones de viruela. O sea, no hemos visto la enfermedad. Y como se parece a la varicela, tenemos que estar alertas. Es preciso capacitarnos y realizar controles de foco", indica.
¿Las zoonosis se disparan?
Otras razones que empujarían a la OMS a debatir una vez más serían el aumento de la gravedad de los enfermos; las pruebas de propagación inversa a la población animal; los cambios en el genóma vírico, que prodrían conducir a una mayor transmisibilidad, virulencia o propiedades de escape inmunitario y la resistencia a los antivirales.
De acuerdo a datos de la Organización Mundial de Sanidad Animal, cerca de 60 % de las enfermedades emergentes son de origen zoonótico. Aparecieron miles de años atrás, cuando el hombre intensificó sus interacciones con los animales al domesticarlos. Y desgraciadamente se han desarrollado en estas últimas décadas. Pero, ¿qué ha disparado esta amenaza? Para los investigadores, una de las respuestas reside en la intrusión en el entorno natural. La comunidad científica responsabiliza a nuestras acciones sobre la vida salvaje y sus hábitats. "La proliferación actual de contagios es inusual y preocupante", había declarado en la víspera del cónclave Ghebreyesus. A sus dichos se sumaron los de Mike Ryan, responsable de las situaciones de emergencia, quien entendió que "la interfaz entre el hombre y el animal se ha vuelto inestable".
La viruela del mono es una zoonosis producida por un virus. Acarrea síntomas y tiene una presentación similar a los de la viruela, enfermedad erradicada desde 1980. No obstante, conlleva menor gravedad, transmisibilidad y mortalidad. Es endémica principalmente en África Central y Occidental. Hasta antes de este brote, se habían reportado casos importados esporádicos.
Se cree que la transmisión es producida a través de la saliva, excreciones respiratorias, contacto con el exudado de la lesión o material de la costra y durante las relaciones sexuales.
El cuadro se inicia con síntomas similares a los de una gripe (fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor de espalda, escalofríos y agotamiento). Luego surge una inflamación de los ganglios. Posteriormente aparece una erupción, que a menudo comienza en la cara y finalmente se extiende a las manos y a los pies.
La viruela del mono empuja a la OMS a decidir si estamos ante otra emergencia internacional