La Argentina enfrenta el síndrome del segundo semestre. En tiempos de Mauricio Macri como presidente se decía, reiteradamente, que en la segunda mitad de cada año, la inflación iba a ceder y que la economía se encaminaba hacia una reactivación. Con Alberto Fernández en el poder, el estigma continúa y se profundiza. El segundo semestre que arrancará en menos de una semana trae una serie de inconsistencias macroeconómicas y signos de interrogante acerca del rumbo del país.
El Gobierno nacional seguirá necesitando dólares, pero el escenario no será el mismo que hasta ahora, debido al descenso en la liquidación de divisas por parte del sector agroexportador. Por si esto fuera poco, tendrá que acumular más reservas en el Banco Central, tal como lo acordó con el FMI. La emisión monetaria, a su vez, no se ha detenido, mientras la necesidad de financiamiento es creciente en una Argentina que puede cerrar este 2022 con una inflación de entre un 70% a un 80%, según se proyecta.
El economista Fernando Marengo advierte que el problema que enfrenta el país es la necesidad de refinanciar los vencimientos de deuda en pesos, a la vez de tener que conseguir financiamiento adicional para cubrir el déficit fiscal, en un contexto de marcada desconfianza.
“Si bien era esperable que a medida que nos fuéramos acercando a las elecciones presidenciales, el mercado testearía la capacidad de financiamiento del gobierno. Sin embargo, este momento se precipitó ante la descoordinación por parte de las reparticiones publicas para hacerse de liquidez”, señala a LA GACETA el economista jefe y socio de Arriazu Macroanalistas.
Esta situación abre el primer y principal desafío: cómo el gobierno logrará financiar el desequilibrio fiscal y refinanciar los vencimientos de deuda en un mercado que, aparentemente, redujo el apetito por la deuda ajustada por inflación, única fuente de financiamiento de los últimos meses.
“En la medida que el gobierno no logre refinanciar los vencimientos más el desequilibrio fiscal -como lo venía haciendo hasta el momento-, seguramente recurrirá a la colocación de deuda de corto plazo, mecanismo al que recurrió en la última licitación que realizara”, indica Marengo. Esto resuelve el problema de corto plazo, pero lo vencimientos se van acumulando y, mes a mes, el Gobierno enfrentará otro reto: mostrar su capacidad para refinanciarlos.
“En la medida que no logre todo el financiamiento con la colocación de cualquier tipo de deuda, deberá acudir a la emisión monetaria”, observa, luego del evento de liquidez en el mercado de deuda CER de hace un par de semanas, en el que el Central salió a rescatar este mercado comprando bonos contra la emisión de más billetes. Si bien a posteriori se propuso retirar estos pesos, una vez que llegan como depósitos a los bancos -vía colocación de deuda por parte del BCRA-, la mayor circulación impacta en el mercado de cambios, completa el economista.
Así, por caso, se logra que se acelere la tasa de depreciación de la moneda y, a su vez, aumente la brecha cambiaria que conduce a un escenario de mayor inflación. Esto, acota Marengo, deteriora el poder adquisitivo de la sociedad y también la situación política.
Más inflación, menos reservas, brecha cambiaria creciente y otras variables macroeconómicas negativas son el resultado de la falta de confianza hacia la gestión por parte del mercado. Por ende, plantea el economista, el Gobierno tendrá dificultades para financiar el déficit fiscal y, naturalmente, los vencimientos de la deuda que emita. “Lamentablemente se acude, de manera recurrente, a mayores controles en los diferentes mercados para atacar los problemas, sin entender o querer asumir que se están sólo embistiendo las consecuencias”, subraya.
Según Marengo, el problema de fondo es el desequilibrio fiscal, mientras que el gran déficit que todavía persiste en la Argentina es el de confianza. Corregir esas situaciones macroeconómicas y políticas marcará el rumbo de un segundo semestre, con más pesos en la calle y con menos dólares en las reservas del Banco Central.
La inflación
Sin desaceleración a la vista
La inflación argentina lejos está de ser un fenómeno coyuntural. Desde 2012 el país produce los mismos bienes, pero multiplicó por 22 la cantidad de billetes. No es sorpresa que en ese periodo los precios hayan subido 20 veces. Esto, claro está que no se da así en el resto de los países del mundo, señala un reporte del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa). La inflación rondará este mes el 5% como consecuencia de la suba en los precios de alimentos, el alza en tarifas de agua y el nuevo ajuste en prepagas, según analistas económicos. Lo más preocupante es que no hay signos de desaceleración de los precios y este año, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) estará entre un 70% y un 80%.
Los dos caminos
Salto cambiario o contracción económica
Descontando un escenario de aceleración devaluatoria brusca o salto cambiario que frente importaciones e induzca una contracción de la actividad, se abren dos principales caminos: un relajamiento de la meta de reservas que permita darle aire a la economía o una mayor restricción a las importaciones que enfriaría la actividad y recalentaría la inflación. De cara al segundo semestre, cuando la oferta de divisas decae por motivos estacionales y el deterioro de la balanza energética y de servicios se agudiza, los analistas consideran que el panorama puede llegar a complicarse porque la meta de reservas le pone un tope a las importaciones que se pueden pagar con la oferta disponible de divisas. Y esto marca otro signo de interrogación a la economía.
El dólar
La cautela de los inversores
Un fenómeno que siguen de cerca los actores económicos es la evolución del tipo de cambio. El dólar blue está registrando saltos continuos y, el viernes que pasó, trepó a los $ 226 para la venta, lo que marcó un nuevo precio máximo histórico. Mientras tanto, el dólar ahorro cotizó con leve suba y los financieros retrocedieron. “Los operadores siguen respondiendo con cautela ante la expectativa del combo de menos dólares y más pesos, que podría complicarse si el nivel de “roll-over” del desafiante cronograma de licitaciones por delante no resultara del todo satisfactorio en caso de no lograr recuperarse rápidamente el apetito de los inversores por la deuda en moneda local”, señala el economista Gustavo Ber.
El déficit fiscal
Comportamiento de las finanzas
La meta acordada con el FMI no se toca. El Gobierno debe cerrar este año con hasta un equivalente al 2,5% del PBI de déficit primario. Al quinto mes del año, los gastos que acumulan mayor crecimiento real son los subsidios a la energía (+48,2 % real) y los programas sociales (+41,9% real). Los ingresos acumulados a mayo resultan un 7,2% real más elevados que los acumulados a igual momento de 2021, según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal. Así, en el acumulado del año el resultado primario es un déficit de $434.331 millones (0,56% del PIB). La meta fue cumplida hasta el momento fruto de la contabilización de rentas de la propiedad por emisiones primarias. Una vez descontadas estas rentas, el déficit primario acumulado es del 0,76% del PBI.
Las reservas
Con tendencia a la baja
A pesar de un fuerte incremento en el precio de los commodities, las reservas brutas del Banco Central prácticamente no variaron el año pasado, mientras que las netas cayeron. Aquí se refleja la dinámica Saldo comercial-Reservas-Actividad: a iguales volúmenes, si los precios hubiesen sido menores se habrían perdido más reservas, mientras que de haber querido sostener más las reservas dado el saldo comercial registrado, las importaciones habrían sido menores, impactando en la actividad, advierte un reporte de la consultora Ecolatina. En las últimas seis ruedas, las reservas cedieron unos U$S 600 millones, mientras se encuentran U$S 3.500 millones por debajo de la meta que el Gobierno acordó con el FMI.
La política
Las intestinas peleas del poder
Si algo le hace ruido a la economía, esto es las internas propias del Gobierno. Según el analista Carlos Fara, la vicepresidenta Cristina Fernández acelera el ritmo de la confrontación con el presidente Alberto Fernández. El desgaste de Martín Guzmán como ministro de Economía es una de las principales batallas que se observan con preocupación y causan incertidumbre en el mercado. A su vez, Alberto se está quedando muy solo, advierte el analista. De allí el pedido constante de que use la lapicera. La interna se extendió. Los gobernadores plantan bandera y reclaman un plan antiinflacionario, mientras se erosiona el poder de los movimientos sociales, en un marco en el que el sindicalismo no sabe por dónde transitar.