Walter Riso es doctor en Psicología, especialista en terapia cognitiva y bioética. Por estos días se publicó su último libro: El coraje de ser quien eres (aunque no gustes) una “guía para rebeldes que aman su individualidad” (Ed. Planeta) Desde allí, con ejercicios y teoría, busca que las personas puedan desaprender lo aprendido: “quitarse de encima toda la racionalidad”. “Llevo más de 50.000 horas de consulta, cerca de 30 años atendiendo a pacientes y decidí revisar a las personas que habían mejorado, a aquellos que habían obtenido el alta para ver qué los unía”, explicó en un diálogo con LA GACETA vía Zoom desde Bogotá (Colombia) en donde participa de la Feria del Libro internacional. Riso es terapeuta cognitivo, tiene publicados cerca de 37 libros que fueron traducidos a 30 idiomas.

-¿Qué encontraste en común entre tus pacientes que te llevó a escribir El coraje de ser quien eres (aunque no gustes)?

-Encontré que estas personas tenían: una mente que se preocupe más por el Yo; una mente irreverente; una mente singularizada y una mente inconformista. Es decir, todo absolutamente antisistema psicológico. Yo hablo de insubordinación psicológica, de desobediencia y de muchas cosas que hacen al crecimiento personal. En esa área hay mucho vendedor de humo pero sí hay un crecimiento personal científico que lo hacemos los profesionales y que está fundamentado empíricamente.

-¿Qué abarcaría el crecimiento personal?

El crecimiento personal no es la frase “peace, love” (paz y amor) o ese positivismo extremo que hay hoy. Es tomar posición frente a muchas cosas. En la Patagonia, donde tengo familia, se sientan a contemplar el lago, se cae una piedrita y creen que es un tsunami. Eso no es la vida. La vida es un río desbocado que baja desde la punta revuelto con piedras, lodo y tenemos que hacernos a nosotros mismos, luchar, agarrarnos de una persona, de otra, fracasar, salir adelante. La vida no es hermosa, hay momentos lindos y hay momentos que no. A veces siento que se habla de crecimiento personal como tapando el sol con el dedo. Yo propongo que hay que desobedecer más, inclusive a nosotros mismos, para crecer personalmente.

-¿Cómo empezamos a notar que hacemos cosas que no nos definen, que no son “Yo”?

-De muchas maneras. Una es cuando te das cuenta de que la gente decide por vos. Por ejemplo con internet en donde se conforman guetos de personas que se comunican y piensan igual. Para un adolescente la identidad personal se alcanzan construyendo él mismo su Yo: su manera de pensar, sus valores, sus principios. Y para quien está construyendo su identidad compartir con quienes son iguales no alcanza. Por eso es sano discutir, escuchar la opinión del otro para organizar tu información. Hay una gran necesidad de aprobación que es como una adicción en donde no podemos funcionar sin la aprobación del otro. Y, cuando entran personas diferentes los sacan y se pierde lo más importante del crecimiento que es el debate, la discusión que ayuda a formular tu propio yo. La otra es no ser coherente, estás pensando en una cosa y sintiendo otra y ahí te vas a contradecir mucho. Otra de las preguntas claves para hacernos son de dónde venimos y para dónde vamos. Conocer nuestra autobiografía y la de nuestros ancestros, padres y abuelos, nos construye. Venís de una historia y el no conocerla te desorganiza el Yo.

-¿Y cómo nos damos cuenta que estamos siendo uno mismo?

-Cuando estas haciendo usos de tus talentos naturales. Cuando estás conectado con lo que te gusta, es decir, cuando pagarías vos por hacer algo. La clave, algo que deberían enseñar en los colegios es el autogobierno, la autodeterminación, autonomía y que tú seas el último juez de tu propia conducta. Cuando estás en tu talento natural la gente se aproxima, hasta los enemigos. Cuando yo cocino –que se me da muy bien- viene a visitarme el mismo vecino con quien me peleaba hace tres días. Todas esas cosas están marcando que quien dirige tu conducta, sos vos. Tú te debes empoderar a vos mismo, el feminismo nos está enseñando eso a todas las personas también: a empoderarnos. Si me empodero de mí, como decían los griegos, soy dueño de mí mismo. Hay una frase que encontré en internet y que no pude encontrar la fuente para citarla correctamente que me encanta: “El león y el tigre son más fuertes que el lobo, pero el lobo nunca está en el circo”. Es que no se puede domesticar. La fortaleza del ser humano no está en el músculo, están en los principios, algo parecido a lo que hace el lobo. Cuando vos estás negociando con algo que va en contra de tus principios y dijiste “sí”, cuando querías decir “no” porque tienes algún tóxico al lado que te manipula, ahí tienes que parar y revisarte a fondo. Al principio te vas a dar cuenta tarde de que querías decir “no”, pero eso ya es un paso positivo porque ya sabes lo que deberías haber dicho. Ya lo aprendiste y, poco a poco, uno va aproximándose hasta que pasa de nuevo y uno se escucha primero a sí mismo, para mantener esos valores esenciales. Todo esto es mucho autoconocimiento.

-¿Cómo reconocemos nuestro “talento natural”?

-Son tres cosas: la primera es que no tenés que hacer un Posgrado en Harvard para hacerlo. Es decir, lo que hacés, te sale de manera muy natural y hay una gran facilidad en el proceso de aprendizaje. Segundo, cuando disfrutás mucho algo –esto que decía anteriormente- pagarías por hacerlo. Yo pagaría por cocinar o escribir porque me encanta. El tercer punto es que cuando estás en tu talento natural, todos se te acercan. A veces es difícil explotar nuestros talentos por diversas circunstancias. Hay un hombre que venía a consulta porque siempre quiso tocar el saxofón pero su pareja lo había convencido de que busque un trabajo más tradicional. Cada vez que tocaba el saxofón lloraba. Su autorrealización estaba trunca y eso es la libertad positiva interior.

- ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

-Muchas personas que se acercan a las consultas psicológicas no vienen por la cura, sino a buscar alivio. La cura, la transformación, implica dolor, sufrimiento porque es pasar de un sistema a otro y eso implica desorganizarse para reorganizarse. Ese es el proceso de una crisis. Hay un sufrimiento útil y otro inútil. El útil es el que te da información y te ayuda a salir de ese estado. El inútil es cuando, por ejemplo, estás viviendo con una pareja que no aguantas y esperas el milagro cuando te tendrías que ir en paz. Cualquier cambio, cualquier transformación implica eso si tú asumes una posición. Tenemos también mucha gente tóxica alrededor que son modelos de autoridad negativos a quienes les hacemos caso porque nos enseñaron eso de chiquitos: estoy tomando un vino y viene un experto a hablarme de los taninos y de lo que hace a un “buen vino”, ¡y yo solo quiero disfrutarlo! A las personas también les cuesta que el otro cambie porque es más fácil controlarte así. Yo hablo de rebeldía en el sentido de resistir a cualquier cosa que te lastime, lo que vaya en contra de tus derechos personales. Si tú veneras a alguien, quieres ser como esa persona; pero si la admiras esa persona ya no te lleva a la imitación: te lleva a la inspiración y creas tu nueva versión, con tu sello personal.