Independientemente del resultado -que fue 26-20 para Tucumán, pero también pudo haber sido para Salta- el solo hecho de ver a Naranjas y Mayuatos en su versión de 15 jugadores reeditando el clásico del NOA después de tres años de inactividad (y cinco sin competencias oficiales) ya fue un triunfo para ambas uniones. Como era de esperarse entre dos seleccionados que llevaban juntando polvo en un armario desde antes de la pandemia, el partido no fue precisamente vistoso ni abundante en situaciones de riesgo sobre los ingoal, pero lo que sí hubo de sobra fue actitud: por más que haya promocionado como un amistoso orientado a darle vida a ambas camisetas, no dejaba de ser un clásico y los 60 jugadores que tomaron parte en él jugaron a ganar.
Dicho esto, es necesario tener en cuenta un par de cuestiones. La primera es que el proceso de construcción de un equipo competitivo, entendiéndose por tal un plantel con sintonía fina y en plenitud de rendimiento, demanda mucho más tiempo del que tuvieron Naranjas y Mayuatos para prepararse con miras al amistoso que disputaron ayer, y en el que estuvo en juego la Copa “Martín Miguel de Güemes”. El contexto también importa: por esta época, los clubes de ambas provincias están en plena etapa de definiciones en el Regional -sea por clasificación, permanencia o ascenso-, por lo que tanto el staff tucumano como el salteño debieron trabajar con ciertas limitaciones de carga física sobre los jugadores para disminuir el riesgo de lesiones.
Todo lo anterior explica por qué el reencuentro en cancha del Jockey Club salteño no fue una precisamente una exhibición de rugby champagne y sí una batalla muy intensa y pareja, escasa en dinamismo y continuidad, a la vez que abundante en situaciones de contacto, imprecisiones y asperezas.
Tucumán fue el que más propuso en la primera etapa, dominando el scrum, asegurando la hilera, poniéndose en ventaja con un try de Matías Orlande y aumentando luego con las conquistas de Ignacio Albornoz y Federico Lazarte (este último, apenas ingresado para sustituir a Orlande). Las conversiones de Ignacio Cerrutti (obstaculizado por el sol de frente en la mitad inicial) le dieron la ventaja parcial a los Naranjas por 19-14 al momento del descanso. Hasta entonces, lo de Salta había sido más que nada aprovechar los errores de su rival.
Mucho más proactiva fue la actitud de los Mayuatos en el complemento. Con la conducción del siempre vigente Martín Núñez y buen trabajo de los forwards, empujó a Tucumán a defenderse al punto de casi no pasar mitad de cancha hasta bien entrada la etapa. Los 15 cambios le hicieron perder consistencia y precisión al equipo tucumano. Dos penales de Tomás Salazar pusieron a Salta arriba en el marcador (20-19), pero el debutante Bruno Gómez Urrutia firmó el try que, conversión mediante de José Chico, terminaría sellando el resultado. Salta intentó en la última acción con un maul multitudinario, pero la Naranja supo contenerlo con mucha actitud y disciplina.
Al final, los jugadores terminaron quitándose la copa de las manos para sacarse fotos con ella, una prueba más (si hacía falta) de que para ninguno era un amistoso. Y está bien: con la Naranja se juega en serio.
Actitud y formaciones fijas, lo más destacado
La presentación de los Naranjas dejó conformes a los entrenadores Oscar Prado, Pablo Bascary y Juan Pablo Lagarrigue, más allá de las imprecisiones propias de un equipo en construcción y con escaso tiempo de trabajo. “Hubo muchos puntos muy fuertes en las formaciones fijas. Estuvimos muy bien en el scrum y en el line aseguramos todas las pelotas. De maul tuvimos dos tries. Hubo imprecisiones y algunas fallas en defensa, pero es natural teniendo en cuenta que tuvimos dos lunes y una semana fuerte de práctica, para no interrumpir las actividades de los chicos en sus clubes”, analizó Lagarrigue, quien tras años de vestir la Naranja ahora está experimentando la faceta de entrenador. “Estoy disfrutando mucho esta vuelta. Tratamos de transmitirles a los chicos de que dsifruten lo que es la Naranja. Estuvieron a la altura y trabajaron muy bien”, agregó el ex segunda línea de Cardenales.
En el mismo puesto se desempeñó Bruno Molina, de buen partido. “Fue un lindo partido, con mucho contacto físico. En el primer tiempo se vio un juego y en el segundo otro, pero lo importante era ganar”, resumió el de Los Tarcos, siempre involucrado en la marca y de buen trabajo en el line.
Para Joaquín López Islas, la actitud que mostró Tucumán fue el primer punto a rescatar. “Porque es lo principal para jugar esta clase de partidos. Debemos afinar un poco el plan de juego, y eso lo haremos con más tiempo de trabajo. Lo que resalto también es lo grupal. El ambiente es muy bueno y eso le suma mucho”, describió el medio scrum de Lawn Tennis.
“Era esperable un partido así frente a Salta.
A todos los jugadores nos gusta ponernos la camiseta de nuestro seleccionado, y por eso sabíamos que veníamos a jugar un partido muy complicado”, comentó Federico Lazarte, hooker de Los Tarcos y autor del tercer try tucumano. “Lo hice yo, pero el mérito es colectivo. El balance es más que positivo, no tanto por el resultado, sino por el grupo humano que logró ensamblarse bien. Rescato las ganas que tenían todos de ponerse la Naranja”, cerró Lazarte.