Se apagan las luces y se enciende una pantalla. “Entonces, ¿qué quieren? ¿con pelea o sin pelea?”, se ve decir a Lucía Galán en un vídeo reciente. Por supuesto, el público -del video- responde a los gritos “con pelea”. La pregunta es clave. Esa interrogante, en el presente, abre una retrospectiva hacia 1981. Al principio de todo. Durante casi siete minutos, los hermanos realizan un recorrido virtual de su carrera. Éxito tras éxito. Hasta hoy. De repente, una música incidental los recibe. Y allí empieza lo bueno.

Cuando Pimpinela arriba al escenario del Club Floresta, pasadas las 22:30 del viernes, los tucumanos explotan, con varios minutos de aplausos ininterrumpidos. Los gritos retumban en todo el club, a tal punto, que la música inicial ya no se escucha. Y es increíble: es la misma efusividad con la que fueron recibidos la primera vez en la provincia, hace casi 40 años, en el mismo predio. Nada ha cambiado, y durante las próximas horas, el romance entre Lucía y Joaquín Galán y el público tucumano queda más que comprobado y renovado.

Sin mediar palabras, y con la emoción a flor de piel, empiezan a sonar los acordes de “Mañana”, luego “Esto no es amor” y “Yo que soy”. Cada primer acorde derrite a los fanáticos. Y es que sí, a lo largo de cuatro décadas en los escenarios, los Galán cosecharon, como mínimo, 40 éxitos.

Explosivo

“¿Cómo están todos?”, pregunta la voz masculina del dúo, para romper el hielo y entablar, por primera vez en tres años, diálogo con los tucumanos. “Felices Lucía y yo de volver a Tucumán, que fue la primera provincia del país que comenzó a escuchar nuestra música”, recuerda.

Pero no hacen muchas pausas para hablar, a excepción de algunos momentos cómicos. Tienen mucho para cantar y saben - según contaron hace días a LA GACETA- que dos horas son poco para llevar a su público a lo más profundo de las emociones y para dar un show “explosivo”.

Y así lo hacen. Luego de preguntar al público quiénes habían conocido sus canciones por sus padres -más de la mitad de los presentes levantó la mano- empiezan a recordar algunas historias. “Esta formó parte de los ochentas”, advierte Lucía antes del inicio de “Vivir sin ti no puedo”. Mientras cantan, detrás aparece un videoclip de 1982, y a excepción de la vestimenta y los peinados, ellos siguen igual: hasta los movimientos que realizan hoy al cantar están casi coreografiados con los que hay de fondo. Esa es una de las claves de su éxito: crearon un estilo único, propio, y lo sostienen cuatro décadas después.

También lo mantienen con nuevo público. En el club no cabe un alfiler, y hay personas de todas las edades. Pero la primera fila es la más peculiar: está atestada de jóvenes. A los gritos. Con dedos acusadores hacia el pobre hombre en el escenario y con miradas cómplices con la “heroína” que le canta verdades.

Para todos los gustos

Además de las pantallas, el despliegue audiovisual del espectáculo es digno de los mejores artistas; y los juegos de luces te llevan, queriendo, a vivir con fuerza cada una de las canciones. De hecho, en todos los temas, el coro es alucinante, y casi que tapa a los artistas. “A esa”, “Ahora decide”, “Dímelo delante de ella”, “Valiente”, “Cómo le digo” y “Me hace falta una flor”, entre otras, completaron el primer bloque de éxitos. Luego vinieron sorpresas destinadas exclusivamente a los más fanáticos. “Imposible” dejó sin voz a muchos, pero la mayor sorpresa fue “Si cada uno de nosotros”, una de las composiciones más deliciosas de Joaquín. Y una de las joyas de la noche.

“Y como siempre hay buena onda en Tucumán, los invitamos a que nos acompañen con esta canción”, aseguró él antes de hacer bailar a los presentes.

La fiesta sigue

Como los conciertos de Pimpinela son un subibaja de emociones, ahora llegó la parte más emotiva, con “Siempre vivirás dentro de mi”, canción escrita para María Engracia, madre de los hermanos y gran creadora del dúo. “Gracias a ella estamos hoy aquí”, dijo Lucía con la voz entrecortada y con lágrimas en las mejillas. El aplauso para su madre fue eufórico, y los asistentes encendieron las linternas de sus celulares como velas, para homenajearla. El clima continuó con “El amor no se puede olvidar” y con “2020, el año que se detuvo el tiempo”, en recuerdo de todos los seres que partieron.

Por supuesto, también presentaron nuevas canciones. La gran pantalla sirvió como cine para narrar visualmente “Traición”, su historia de amor Ltbg+ y “Cuando lo veo”, que en su videoclip cuenta con la participación de Benjamín Vicuña.

Un final mágico

Finalmente llegó ella. La reina de reinas: “Olvídame y pega la vuelta”, que anuncia el fin. “Hay que ir a dormir, hay que ir a com...”, asegura Joaquín para justificarse. Pero el público no lo deja terminar y se escucha a coro un rotundo “no”. Hay que decirlo: el público tucumano es tan eufórico como único.

Después de “Hay amores que matan”, vino la pregunta. Esa del principio, que con una sola respuesta resume tanto éxito. “¿Que quieren? ¿Con pelea o sin pelea?”, interpela entre risas Lucía. Y el grito es unánime e incluso un poco obvio: “con pelea”, dice el público. Y llega la última pelea de la noche: “Una estúpida más”.

A pesar de haberse consagrado como los reyes de la pelea, no se van discutiendo, sino cantando y bailando junto a su público con “Cuanto te quiero”. Terminada la canción, agradecen y cierran con un fragmento de “En lo bueno y en lo malo”. Y eso es todo. Sin querer, el concierto se ha ido, pero queda gustito a poco. “Una más, una más”, gritan algunos fanáticos. Y es que con ellos en el escenario, sus seguidores siempre querrán una más...