“Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución”.
El 9 de octubre de 2012, Malala Yousafzai iba en un colectivo por su ciudad, en el distrito paquistaní de Swat. En cierto momento, un hombre subió y a los gritos la llamó por su nombre. Cuando ella se identificó, el desconocido sacó una pistola y le hizo tres disparos. Uno le atravesó la cabeza. Malala tenía 15 años. Desde los 11, bajo un seudónimo, publicaba un blog en la BBC en el que denunciaba las violaciones a los derechos humanos de los talibanes y sobre todo, la tenaz oposición del régimen a la educación de las mujeres. El atentado fue una respuesta a sus denuncias. Increíblemente Malala sobrevivió y fue trasladada a un hospital en Inglaterra, donde se recuperó. Un año después, la joven fue ovacionada en la ONU, donde dio un discurso sobre la defensa irrestricta de la educación. Y en 2014, con tan solo 17 años, recibió el premio Nobel de la Paz.
Filmus criticó la decisión del Gobierno porteño de prohibir el lenguaje inclusivo en las escuelas“Si se quiere acabar con la guerra con otra guerra nunca se alcanzará la paz. El dinero que se invierte en tanques, armas y soldados se debería gastar en libros, lápices, escuelas y maestros”.
Según datos del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) antes de la irrupción de la pandemia por covid-19, el 95% de los adolescentes y jóvenes de entre 12 y 17 años asistían a la escuela, pero solo siete de cada 10 jóvenes de los grandes centros urbanos habían finalizado la educación secundaria. Entre 2010 y 2018, el porcentaje de jóvenes fuera de la escuela se redujo un 5% o casi 1,5 millón de jóvenes. Sin embargo, tras la pandemia, la tasa de jóvenes fuera de la escuela ascendió a un 22%, valor similar al que teníamos en el 2012.
Presentaron un amparo contra la prohibición del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñasEn una de las últimas reuniones del Consejo Federal de Educación, con representantes de las 24 jurisdicciones del país, se aprobaron los Lineamientos Estratégicos Educativos (LEE) 2022-2027, con objetivos tales como aumentar la cobertura en nivel inicial, mejorar los aprendizajes en primaria y disminuir la repitencia y el abandono en secundaria. El documento también incluyó un diagnóstico de la situación actual del sistema educativo argentino en el que se reconocen los bajos niveles de aprendizaje que surgen de las evaluaciones nacionales, tanto en primaria como en secundaria.
Ciudad de Buenos Aires: la Ministra de Educación dijo que sancionarán a los docentes que usen lenguaje inclusivoEn ese mismo sentido, el Observatorio de Argentinos por la Educación publicó un informe con datos preocupantes sobre la escolaridad. De acuerdo con este relevamiento, sólo el 16% de los estudiantes que comienzan la primaria llegan al final del secundario en el tiempo esperado con conocimientos suficientes de lengua y de matemática. Además, solo el 53% de los alumnos finalizan la escuela secundaria en el tiempo estipulado. También, Los investigadores también encontraron muy altos niveles de repitencia: el 25% de los alumnos del último año de secundaria tienen mayor edad que la correspondiente.
Presentaron un proyecto para prohibir el lenguaje inclusivo en la provincia de Buenos AiresAntes de la pandemia, el 40% de niños y niñas argentinos podían leer un texto sencillo. Ese porcentaje descendió desde el año 2020, sobre todo por la restricción de la presencialidad en las escuelas. En Cippec además hicieron foco en que uno de los principales problemas durante la pandemia fue que más de la mitad de los chicos no tenían acceso a computadoras ni conexión a internet de calidad, lo que resultó en una ampliación de las desigualdades preexistentes, todo en el marco de un país donde el 37,3% de la población vive por debajo de la línea de pobreza.
¿Qué dijo ministra de Género y Diversidad sobre la prohibición del lenguaje inclusivo en las escuelas?Todos estos temas deberían estar sin dudas en la agenda educativa, nacional y provincial. Ya no se trata sólo del presente. Es sin dudas el futuro. Sin embargo, en las últimas semanas de lo único que se habla es de si está bien o mal que la Ciudad de Buenos Aires prohiba el lenguaje inclusivo en las aulas, limitando el uso de la “e”, la “x” y el “@”, so pena de sanciones para los educadores y las escuelas.
Pocas veces, por no decir ninguna, la agenda educativa se cuela en los debates en redes sociales. Pero la decisión de Horacio Rodríguez Larreta y de la ministra Soledad Acuña puso lo hizo. Y el tema fue trending topic. La idea ni siquiera es autóctona. Sarah Hewitt Clarkson, directora de la escuela primaria Anderton Park de Birmingham, en Reino Unido, prohibió hace tres el uso de frases como “buenos días niños y niñas”, “actúa un hombre” o “los hombres no lloran” al considerar que son términos “sexistas” que no deben usarse en las aulas. Pero allí salimos a debatir si alumnos y docentes deben decir “ellos”, “ellas”, “ellxs” o “ell@s”. No hacemos “trending topic” las soluciones para que los alumnos no abandonen la escuela. O que se puedan formar en edificios que no se caigan a pedazos. O que se tenga una currícula que se adapte a los tiempos que vivimos. Tampoco tratamos de abordar la temática partiendo de la premisa del respeto por el otro. Para variar, dejamos que la grieta nos divida. Incluso en un tema tan sensible como la educación. Y no nos damos cuenta que desde hace tiempo en este bendito país las palabras más inclusivas son hambre, ignorancia, analfabetismo, desigualdad y corrupción. Nos abarcan a todos. O a todes.