“UN DISCURSO CONMOVEDOR”

Germán Alfaro, Intendente de Tucumán

“Pocas veces un discurso público ha sido tan conmovedor como el de Juan Domingo Perón del 12 de Junio de 1974. Tironeado por las fuerzas que se presentaban como contradictorias en ese enorme movimiento de masas que era el peronismo de 1974 -las fuerzas de la juventud peronista y las de la ortodoxia sindical- Perón se encontró con la coyuntura de que tendría que buscar apoyo también en el pueblo que no estaba ‘encuadrado’. Las fuerzas de la oligarquía esperaban el fracaso y Perón lo sabía. El Perón de su tercer mandato había modificado también su perspectiva política: de la frase para un peronista no hay anda mejor que otro peronista; había pasado a la frase ‘para un argentino no haya nada mejor que otro argentino’, consciente de las enormes dificultades que tendría la reconstrucción y liberación de la patria, la tarea no podía ser obra de un solo partido. Jaqueado por amenazas externas del poder económico que resistían el Pacto Social con el sector sindical, y también por amenazas internas del mismo peronismo que vislumbraba su ocaso, la violencia había alcanzado a tales extremos que el propio líder no podía controlar. ‘Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también sabemos que tenemos de nuestro lado al pueblo, y cuando este se decide a la lucha suele ser invencible’. Emocionalmente se vislumbra a Perón cercado por una realidad que él mismo construyó. Históricamente el valor de este discurso es innegable, no solo por ser el último, sino por su contenido. Enseña que el enemigo existe y qué hay que vencer para gobernar en beneficio del pueblo. ‘Llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino’, decía Perón en su discurso. Hoy, muchos de los peronistas que nos gobiernan no pueden sostener lo mismo. Deja finalmente, un mensaje muy claro: el llamado a la unidad. No solo la unidad del peronismo, sino la de ‘todos aquellos hombres que tengan el corazón templado’, es decir, la unión de todos los argentinos, para enfrentar lo que él llama ‘el engaño’ y la violencia”.

Roque Álvarez (legislador)

“No hay duda que se trata de la despedida de un líder y estadista indiscutido de nuestro país, que sabiéndose en los últimos días ve la necesidad de advertir al pueblo argentino, sin distingos de partidismos -porque convoca todos los hombres de buena voluntad- que tengan templanza para defender los intereses de la patria. Presentía que estaba próximo su fin y aboga por esa unidad, para que el pueblo se ponga de pie porque los enemigos de la patria seguían manifestándose permanentemente. Y son los enemigos de los tres pilares que el justicialismo considera básicos para que se desarrolle un país: la independencia económica, la soberanía política, y con esas dos cosas se puede pensar en justicia social, que es el fin de la doctrina justicialista. Hoy, la brecha famosa de la que se habla es para que no existan esos tres pilares, para que exista un país de ricos y de pobres, y no lo que hizo Perón, un clase media ascendente permanente. Por último, como líder carismático que era no dejó de hacerle un mimo al pueblo argentino, y de demostrar como buen estadista que sabía escuchar”.

Mario Leito (diputado nacional)

“El último discurso de Perón tiene mucho valor para nosotros los peronistas. Tiene valor simbólico y doctrinario. En aquel discurso, Perón, que quizás ya conocía su destino -fallece 19 días después-, llama a la unidad al pueblo argentino. Sabía que se venían tiempos turbulentos para nuestra sociedad y ordenó su discurso en ese sentido. Por eso, nos llamó a todos los argentinos a ser guardianes y defensores de la democracia. Finalmente, en términos doctrinarios, Perón dijo ese día una de sus frases más recordadas y que hasta el día de hoy tiene vigencia. Los peronistas no defendemos ni defenderemos jamás otra causa que no sea la causa del pueblo”.

Fernando Juri (presidente Concejo Deliberante capitalino)

“El discurso de Perón, que es de despedida, tiene que ver con un contexto más general, tiene que ver con un Perón que vuelve del exilio, más conciliador, más cauto, más moderado y aplacado en cuanto a otro tiempo. Cuando vuelve cambia la consigna de que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista; habla de la unidad nacional, de que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino. Habla de la celeste y blanca, de un nuevo concepto en su pensamiento, de reforzar que primero está la patria. Es un Perón más reflexivo, y cuando se despide demuestra a las claras el amor que tenía Perón hacia su gente, su pueblo, más allá del peronismo en sí mismo, Y ratifica el apotegma de que primero está la patria, y el de la unidad nacional para salir adelante, que creo es lo que nos está faltando”.

José Vitar (ex diputado nacional)

“Recuerdo muy bien el acto del 12 de junio del 74. Yo entonces militaba en la Juventud Peronista y veníamos de un desencuentro con el General. Lo que expresara allí era muy importante. Fue un discurso conmovedor y una verdadera despedida, no solo de ese pueblo incondicional, allí reunido, que lo amaba. El hombre perseguido, denostado y proscripto durante 18 años por la elite oligárquica, el poder militar, el judicial y el mediático, y que había retornado al Gobierno ocho meses antes, se despedía de la vida política que tan intensamente vivió. De allí el valor de los legados que dejó ese día. ‘Mi único heredero es el pueblo’ es una descalificación a los cortesanos que especulaban con su muerte, en un momento que recrudecían en el movimiento los conflictos internos. Hay una clara convocatoria a la unidad de los argentinos, cuando convoca a ‘todos los hombres que tengan el corazón bien templado’, en la línea que ya había trazado de ‘para un argentino no hay nada mejor que otro argentino’, cerrando la grieta de entonces. Un claro señalamiento de quienes eran los reales enemigos del país: ‘el engaño y la violencia’. Presagiaba el trágico futuro de muerte y violencia que se cernía sobre el país y rechazaba ese camino. Su sutil alusión al ‘engaño’ tiene que ver con el contexto del momento: sin duda hablaba de los grupos empresarios que boicoteaban su gobierno , incumpliendo los acuerdos del llamado Pacto Social que había ideado entre trabajadores y empresarios para poner  fin a la inflación y hacer crecer la economía y el empleo. Hoy, a la distancia, se ve con mayor claridad la lúcida visión de Perón que se expresa en las sencillas palabras de aquel discurso”.

Alejandro Sangenis (h) -concejal de Yerba Buena-

“El discurso del general Perón del 12 de junio del 74 se enmarca en lo que fue la despedida del mismo ante el Pueblo. Hizo un llamado a todos y cada uno de los argentinos ‘que tengan el corazón bien templado’, superando antinomias y posiciones fueran de izquierda o de derecha, fue un diálogo con el corazón en la mano donde el líder se dirigió al Pueblo Argentino reivindicando a la democracia como aquella donde ‘el Gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo’, y devolviéndole fidelidad a ese pueblo manifestó: llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo”.

Hugo Cabral (secretario de Articulación Territorial de la Nación)

“En su último discurso el general Perón nos dejó un legado trascendente. Reconstruir nuestra República no es exclusividad de un partido político o de un Gobierno, poner de pie nuestra patria es la causa de todo el pueblo Argentino. Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino es el axioma de un Perón sabio en la conciencia de que conducir es persuadir y que en el destino de grandeza de nuestra patria debemos dejar de lado los sectarismos y las divisiones absurdas”.

Ignacio Golobisky (ex concejal capitalino)

“Sin dudas es el discurso más recordado de Perón. Incluso comparándolo con aquel fundacional del 17 de octubre de 1945. El General sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida y quiso despedirse del pueblo en el emblemático balcón de la Casa Rosada. Además, hacía poco más de 30 días, el 1 de mayo de 1974, había retado en duros términos a los Montoneros y éstos habían decidido  dejar la Plaza de Mayo. El discurso del 12 de junio de 1974 no solamente fue la despedida de su pueblo, fue también un llamado a la unidad del movimiento, ante los duros tiempos que venían. Y casi como un designio del destino hoy, 48 años después, el peronismo pasa por una similar encrucijada histórica de unidad o la vuelta del neoliberalismo”.

Juan Carlos Ramírez (ex secretario del Interior)

“Lo simbólico se representa en función de la mirada que cada uno tiene de ese momento histórico, en consecuencia creo hay distintas representaciones de un acontecimiento tan importante. En el peronismo coexisten diversos sectores por ser un Movimiento policlasista y policromático, que busca hacer realidad el objetivo mayor de tener una Patria Justa, Libre y Soberana, aún con diferencias en cuál es el camino correcto y eficaz para este objetivo. Entiendo que el líder se sabía enfermo y veía que gobernaba, cabalgando una crisis con sus tensiones lógicas después de dejarle un país y una sociedad crispada por divisiones irreconciliables. Intuía que no podía optar por algunas de las fracciones del peronismo que estaban enfrentadas y quiso que sea el propio devenir y la voluntad popular el que defina este pleito que se abriría por la sucesión en la conducción. Apelaba a la voluntad popular, al pueblo que es el sujeto histórico de la transformación por la que dio su vida”.

Guillermo Gassenbauer (ex legislador)

“Pocas veces un acto público ha sido tan conmovedor como el último discurso de Juan Domingo Perón. Nadie se imaginaba que aquel sería el último discurso que brindaría. Pero como militantes del movimiento nacional justicialista y de su doctrina, cada vez que se reproducen sus palabras nos invade una profunda tristeza porque sonaba a despedida. El gobierno de Perón, que había asumido en octubre de 1973 su tercer mandato, había implementado una política basada en el Pacto Social que estaba dando buenos resultados. No olvidemos el momento social ni el contexto histórico. Ya se había derramado mucha sangre y en el discurso anterior del 1 de mayo se produjo un quiebre con el ala de izquierda del movimiento que era Montoneros. Él siempre le hablaba a los trabajadores y al pueblo basada en la doctrina que se sintetiza en las tres banderas del movimiento: independencia económica, justicia social y soberanía política. Por ello, es nuestra obligación como peronistas y principalmente la mía como autoridad del Partido Justicialista Provincial recordar y difundir estas palabras para fortalecernos en conjunto como peronismo de cara a los grandes desafíos que está atravesando el país y el mundo”.

Enrique Romero (presidente partido Perón)

“El discurso del 12 de junio de 1974 profetizó su despedida, fue el último diálogo con el Pueblo y la continuidad del discurso del 1 de mayo cuando echaba a los montoneros de Plaza de Mayo. Ese Perón y esos militantes éramos y somos la antítesis de lo que hoy es el kirchnerismo, y marca el inicio de un proceso de decadencia que se cristaliza en los últimos 18 años, con la selección de lo peor, para vivir la pesadilla de tener que explicar todo tipo de desvíos, que llevaron al justicialismo a ser una cascara vacía de contenido. A diferencia de Perón se van a llevar en sus oídos el maravilloso insulto del pueblo argentino, y se van a llevar gravado en sus retinas el perverso espectáculo de pobreza, desempleo, narcotráfico e inseguridad del pueblo trabajador. Nosotros, los  peronistas por herencia, sentimiento y/o razón, ni nos fuimos ni nos quedamos: resistimos”.

Osvaldo Acosta (dirigente sindical, gremio municipal)

“Siempre evoco la palabra del general, están más vigentes que nunca, la responsabilidad de defender la patria, de luchar por superar lo que nos han dejado. Los peronistas conocemos muy bien nuestros objetivos y siempre decimos, ni derecha ni izquierda, somos peronistas. En reuniones sindicales, nos surgen las enseñanzas de que un peronista debe defender la causa del pueblo de la patria. Con el adoctrinamiento en sus enseñanzas los dirigentes de a poco han aprendido a ser sabios y prudentes. Hemos aprendido que siempre los opositores pretenden manejarnos con engaños y hasta con influencia mediática. Él nos decía: recuerden trabajadores, únanse, sean hoy más hermanos que nunca, sobre la hermandad de los trabajadores, ha de levantarse esta luminosa patria la dignidad de todos los argentinos. Hoy siguen los enemigos mostrando sus uñas, parafraseando al general”.