Esta semana arrancó con un hecho significativo, pero que quizás haya pasado algo inadvertido. Es lógico: ocurrió a 10.700 kilómetros de estas tierras, pero vale la pena prestarle atención porque puede funcionar como un especie de espejo en el cual mirarnos.

Mientras se diluían los coloridos festejos por los 70 años del reinado de Isabel, el primer ministro británico, Boris Johnson, era sometido a lo que se conoce como el voto de confianza de su partido, el Conservador ¿Por qué ocurrió esto? Porque un porcentaje importante de los parlamentarios de ese espacio (el reglamento dice que debe ser al menos el 15%) reclamaron este proceso, que consiste básicamente en una votación: los diputados deciden si Johnson, en este caso, puede seguir siendo el líder del partido y, en consecuencia, ocupando el cargo de primer ministro.

Boris Johnson sobrevive a la destitución, pero queda herido

El lunes, el resultado favoreció a este político -como mínimo- controversial: obtuvo 211 de los 180 votos necesarios para ganar. Pero atención: 148 legisladores se expresaron en su contra. En los papeles, el primer ministro resultó airoso. Los analistas, en cambio, creen que quedó muy debilitado. Pero esa es otra discusión.

A nosotros nos debería interesar lo que ocurrió en Londres porque, si bien son varias las razones que motorizaron este proceso (desde el Brexit hasta la marcha de la economía), lo que terminó de derribar su imagen fue el partygate, como se conoce el escándalo que generaron las fiestas en las que participó durante momentos en los que regían las restricciones que él mismo había establecido a causa del coronavirus. Es decir, el primer ministro británico -nada menos- quedó al borde de ser eyectado del poder por haber mentido.

Boris Johnson asume "la plena responsabilidad" por el "Partygate", pero persisten los pedidos de renuncia

Ahí aparece una conexión muy fuerte con la realidad argentina: hace algunas semanas, la Justicia desvinculó al presidente Alberto Fernández y a su esposa, Fabiola Yáñez, de la causa en la que se investigan las fiestas clandestinas que se realizaron en la Quinta de Olivos durante el momento más duro de la cuarentena. Lo hizo tras homologar una donación de $3 millones (entre los dos) al Instituto Malbrán ¿Los magistrados deberían haber sido mucho más estrictos con Fernández debido a la preponderancia del rol que cumple? Posiblemente sí.

"Fiesta en Olivos": el juez aceptó la oferta del Presidente y Fabiola Yáñez, que serán sobreseídos

Más allá de eso, Johnson y Fernández (salvando las distancias abismales que existen entre las gestiones políticas y económicas de uno y otro) son ejemplos de impericia y de mentiras. Estos elementos juntos constituyen máquinas de generar daño.

De hecho, entre las atrocidades cometidas hace dos años, durante la gestión de la cuarentena en Argentina -porque cuarentena y pandemia son cosas distintas-, hay una que resalta: mientras el presidente y la primera dama celebraban cumpleaños a escondidas, las escuelas estaban cerradas. De hecho, permanecieron así (con algunas intermitencias) durante un año y medio. A las consecuencias reales de esa catástrofe aún no las vimos, pero ya se pueden ir vislumbrando algunas. La ex ministra de Educación de la provincia y actual secretaria de Educación del municipio capitalino, Susana Montaldo, le dijo ayer a la periodista Carolina Servetto que los alumnos que cursaron primer grado durante 2020 y que hoy están en tercero presentan déficits en diversos aspectos: desde la lectura a la motricidad y a la socialización ¿Cómo incidirá eso en su desarrollo? ¿Estamos a tiempo de revertirlo? ¿Quién se hará cargo del daño causado a estos niños? Este diagnóstico coincide con los resultados del Censo de Fluidez Lectora que realizó el Gobierno de Mendoza: los chicos que hicieron primer grado en cuarentena obtuvieron los resultados más bajos.

En el inicio de clases, un alumno le cuestionó al Presidente por qué rompió la cuarentena

Nunca está de más recordar estos hechos. No vaya a ser que a algún funcionario se le ocurra repetirlos.

Amenazas para Tucumán

La crisis que está generando la falta de gasoil en gran parte del país y puntualmente en Tucumán tiene mucho que ver con la impericia y con las mentiras que caracterizan a una gestión política enfrascada en peleas internas por el poder y totalmente desconectada de la realidad. Las amenazas para la provincia son enormes y es posible que la lenta normalización del abastecimiento no alcance para evitar las consecuencias. A duras penas, los productores de granos lograron cosechar la soja y los porotos con el combustible que habían acumulado -previsores- antes de la crisis. El problema es que ahora deben enfrentar la cosecha del maíz, que empieza en pocos días y las reservas ya se terminaron. Un productor y dirigente rural que está confinado en su campo de La Virginia porque no tiene gasoil para salir describe el panorama: necesita 500 litros para cosechar unas 40 hectáreas por día (calcula que para levantar toda la cosecha requiere unos 8.000). Si consigue ese combustible podrá mover las máquinas, pero debe tener en cuenta otro factor inmanejable: que lleguen los camiones hasta el campo para sacar la producción. Sin eso asegurado, nada de lo anterior puede hacerse.

La falta de gasoil pondría en riesgo el stock de garrafas en Argentina: ¿cuál es la situación en Tucumán?

También hay que mirar con mucha atención lo que ocurre con la caña. Más allá de que los ingenios tengan reservas de gasoil que les permitan mantener los frentes de cosecha, si los camiones que van de los campos a las fábricas y viceversa no pueden circular porque les falta combustible o lo hacen a un ritmo menor que el habitual (por las demoras en las estaciones de servicio), indefectiblemente la zafra se retrasará. Y las heladas pueden causar estragos.

De a poco apareció el gasoil, pero los cañeros aún sufren la escasez

Fracasos

Todo indica que una vez más Argentina desaprovechará las buenas condiciones internacionales que, en este caso, genera el precio del trigo. A causa de la guerra entre Ucrania y Rusia, dos grandes productores globales, los valores aumentaron más del 25%. Pero las estimaciones señalan que la superficie sembrada, en vez de aumentar en nuestro país -como sería lógico- se reducirá. Sucede que el Gobierno aplica volúmenes de equilibrio que limitan las exportaciones. Y si a eso se le suma el rosario de las distorsiones que pesan sobre ese mercado, es lógico que sembrar no sea la mejor opción. “Además, el costo de los insumos aumentó mucho ¿Qué va a pasar cuando el precio baje? ¿Nadie está pensando en eso?”, se pregunta sin muchas esperanzas un dirigente rural tucumano.

Articuladores de crisis

El escándalo que se desató alrededor del aún inexistente gasoducto Néstor Kirchner demuestra que la irresponsabilidad y la mentira son grandes articuladores de situaciones críticas. Mientras los dirigentes discuten por una obra que ni siquiera fue licitada (y que ya le costó la cabeza a un ministro y es investigada por la Justicia), en distintos puntos del país, pero especialmente en la Patagonia -es decir, casi encima del mega yacimiento de Vaca Muerta-, la última ola de frío obligó a cerrar escuelas porque no hay gas para calefaccionar las aulas. Sin remate.

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Durante las restricciones por la pandemia, en Francia se volvió viral la canción “Seguir bailando” del grupo HK et los Saltimbanks. A tal punto que se la entonaba en las plazas y en las calles para reivindicar la alegría y la socialización. “El absurdo hecho ordenanza. /Y atención a aquel que piensa. / Y atención a aquel que baila. / Cada medida autoritaria o libertad arrebatada va agotando la confianza. / Tales niveles de insistencia en confinar nuestra conciencia (...)”, dice un fragmento de la letra. Salvando las distancias contextuales, temporales y geográficas, por momentos da la sensación de que esos versos fueron escritos por alguno de los innumerables ciudadanos que están agotados de vivir a la luz de la triste, irracional y decadente realidad argentina.