La iniciativa de transferencia de la tecnología mecánica para aumentar la producción de alimentos genera incrementos significativos de rendimientos. Fue compartida de forma libre y gratuita a productores de escala pequeña y/o familiar durante una jornada realizada en Tucumán.

En la sede de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) de Famaillá del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se realizó una capacitación para transferir este desarrollo propuesto en el proyecto “Aumento de la producción de cultivos regionales por tratamiento mecánico adaptado a la agricultura familiar, cooperativas y pequeños productores”.

Este se enmarca en el Programa “Ciencia y tecnología contra el hambre”, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, coordinado por Raquel Chan del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral.

Esta tecnología consiste en la aplicación manual durante un corto período de tiempo de un dispositivo de sobrecarga mecánica (DSM) sobre el ápice del tallo de especies vegetales. Este tratamiento induce cambios morfológicos, fisiológicos y metabólicos, que se traducen en incrementos significativos de rendimiento.

El proyecto se lleva adelante en regiones de Santa Fe y de Tucumán. Pero si resulta exitoso, se ampliará la comunidad beneficiaria a productores pequeños y a agricultores familiares de otras provincias del país. La capacitación se realiza mediante jornadas presenciales, con material didáctico en diversos formatos.

En esta primera oportunidad estuvo dirigida a agricultores y a cooperativas del trabajo social o la agricultura familiar de Tucumán. Se trabajó en forma articulada con la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, con el técnico Sergio Hernán Romano de la delegación de la provincia.

La formación estuvo a cargo Sergio Miguel Salazar y de Jorge Alberto Mariotti Martínez, del INTA Famaillá, de María Paula Filippone (Conicet) y de Ana Carolina Ramallo (Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán -UNT-).

Ejemplos

Los especialistas mostraron los resultados de la última campaña en el tomate, incluyendo la descripción general de la metodología, pruebas de concepto en cámaras de crecimiento, pruebas bajo condiciones de cultivo comercial bajo invernadero, determinación de la calidad poscosecha de los frutos obtenidos (resultados generados por Elena Jerez, de la EEA Famaillá) y, por último, inducción a tolerancia frente a patógenos de suelo.

Se destacó que el proyecto propone mejorar la producción de cultivos en establecimientos pequeños, cooperativas y huertas familiares, que se encuentran limitados por distintos factores: pequeña superficie cultivada, problemas vinculados con la calidad del suelo y las variaciones climáticas; y el modelo de producción agraria centrado en economías de escala, que fue afectando fuertemente la soberanía alimentaria de la población rural. En ese contexto, se hace necesario que ese sector productivo acceda a tecnologías de producción que permitan la obtención de volúmenes suficientes y/o rentables.

También destacaron que el uso de esta metodología mecánica es de fácil aplicación y está adaptada a un sistema de producción de pequeña escala. Esta tecnología -previamente diseñada y evaluada en cámaras de cultivo y condiciones controladas- permite aumentar la producción de frutos sin el agregado adicional de otros insumos agrícolas. Es decir, logra un aumento en la productividad sin consecuencias ambientales.

El proyecto, además, está integrado por Patricia Albornoz (Fundación Miguel Lillo - Facultad de Ciencias Naturales de la UNT), que lleva a cabo los estudios de caracterización morfológica y anatómica de las diferentes especies nativas y cultivadas de interés agronómico sometidas al DSM; y por Luciana Martínez Calsina (EEA Famaillá), especialista para el cultivo de quinoa.