El parlamento español aprobó la ley conocida popularmente como “Solo sí es sí”, que apunta desterrar la vaga definición del consentimiento sexual que existía en España. En casos de violencia sexual y violación, la Justicia dependía de que hubiera pruebas de violencia, resistencia o intimidación para decidir si se había producido una agresión sexual. A partir de hoy, eso cambió.

La historia de esta Ley se remonta a 2016 cuando se produjo la violación grupal, caso conocido como “La manada”, el 7 de julio de ese año durante las fiestas de San Fermín en Pamplona. Esta festividad se destaca a nivel turístico y se conoce en todo el mundo por las encerronas y corridas de toro. Además, la fiesta se vive durante siete días de corrido: “Es habitual estar en la calle, bailar en la calle, cantar en la calle y hablar y compartir en la calle”, dice el sitio de turismo Sanfermin.com.

En esa Festividad, un grupo de cinco varones violó a una joven de dieciocho años en la puerta de una casa en el centro de la capital navarra, durante la madrugada. El caso conmocionó a todo el país, fue paradigmático y marcó un antes y un después en la sociedad española que vio en él un símbolo de los delitos de violencia machista y el sesgo judicial a la hora de evaluarlos. De este caso nació el movimiento español #HermanaYoSíTeCreo, en concordancia con el #NiUnaMenos en Argentina que se había pronunciado en las calles de nuestro país, un año antes.

Las consignas pendientes, a seis años del grito "Ni una menos"

A las 7 de la mañana una pareja encontró a una adolescente llorando, sentada en la puerta de una casa, estaba en shock pero pudo contarles que cinco hombres habían abusado de ella. Los culpables fueron detenidos rápidamente y comenzó un debate – del que todo el país participó- sobre el abuso y el consentimiento explícito. Las marchas colmaron las calles de las ciudades españolas en varias oportunidades: cuando se conoció el hecho y, especialmente, durante el juicio y su resolución.

Ni Una Menos: “Nació frente a la naturalización de la muerte de mujeres y niñas”

Los varones detenidos habían ido a la ciudad desde Sevilla, tenían entre 26 y 29 años y se hacían llamar “La Manada”: José Ángel Prenda, Ángel Boza Florido, Antonio Manuel Guerrero, Alfonso Jesús Cabezuelo y Jesús Escudero. Cuando se conoció el hecho, las calles de Pamplona se colmaron de personas que repudiaron la violación. A los pocos días surgieron mensajes y videos de los abusadores que habían sido compartidos por WhatsApp con otros amigos: “Follándonos a una entre los 5”, decía uno de los mensajes. La Justicia comenzó a investigar y descubrió que no era el primer hecho perpetrado por este grupo. Ese mismo año pero dos meses antes habían abusado de una joven de 21 años en Pozoblanco, Córdoba.

El juicio comenzó en noviembre de 2017, al año y cuatro meses del hecho, y copó la agenda de todos los medios del país: solo se hablaba de esto. A nivel mundial, se comenzaba a seguir la noticia con la misma intensidad. A pesar de los intentos de realizar un juicio a puertas cerradas, se comenzaron a filtrar las declaraciones de la víctima, los videos y audios de los abusadores. “Estaba totalmente en shock, no sabía qué hacer, quería que todo pasara rápido y cerré los ojos para no enterarme de nada”, afirmó la joven violada. Ese fue el comentario que disparó el debate sobre el consentimiento, sumado a que la defensa presentó un informe de un detective privado que había seguido a la víctima durante los meses posteriores al ataque en donde, aseguraban, llevaba una vida “normal”, es decir, sin secuelas de lo sucedido.

Violencia de género: convocan a una marcha para que se declare la "emergencia Ni una menos"

Lo que sucedió en ese juicio evidenció cómo las víctimas de una agresión sexual ven con frecuencia cómo su testimonio es puesto en duda al entrar en el sistema judicial: “El proceso judicial y el discurso social reproducen los parámetros patriarcales presentes en nuestra cultura. Esto hace que, en vez de minimizar los efectos de lo que ha vivido la denunciante, el sistema los potencia y produce una revictimización constante de las mujeres que acuden a la justicia”, dijo la doctora en estudios de género Bárbara Tardón a El Diario de España cuando se conocieron las preguntas que realizó la defensa de los imputados a la víctima. Entre esas preguntas estaban las siguientes: -“Cuando se da cuenta que lo que se pretende es mantener relaciones sexuales, ¿no dice: 'oye qué pasa'?”, “¿Por qué no gritó?”, “¿Le dolió?”. Inclusive el juez se extralimitó preguntando: -“¿Hizo usted algún gesto, alguna manifestación?” (N de la R: de que no deseaba tener relaciones sexuales).

“Independientemente de lo que ella denuncie o no, su vida posterior puede ser normal o no serlo. Esto tiene que ver con los estereotipos que solemos tener sobre las secuelas, de manera que solo le damos veracidad a aquellas personas que tiene efectos que le imposibilitan hacer su vida sin tener en cuenta que una mujer puede sobrevivir a esto de múltiples maneras,” dijo Paula Arce, jurista y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona a El Diario. La duda sobre el testimonio de las víctimas hace que muchas de ellas no denuncien. Tardón denomina esto “la duda patriarcal”, que se activa “desde el minuto uno”, que “nunca se deja ver con tanta virulencia en otros delitos” y que “sobrevuela a todas las denunciantes”. “¿Por qué se fue con ellos? ¿Qué trata de conseguir? ¿Será que después se arrepintió? Preguntas como estas reflejan una serie de mitos que culpabilizan siempre a la mujer y restan responsabilidad al agresor”, expresó la especialista.

Con la modificación de la Ley de Violencia Sexual en España–que incluye la violencia económica y detalla el abuso sexual y violación- ya no habrá medias tintas en estos casos. “El Solo Sí es Sí y el Hermana Yo Sí Te Creo por fin se convierte en ley”, dijo Irene Montero, ministra de la Igualdad en España. “Vamos a cambiar la violencia por libertad y el miedo por el deseo. España un país más libre y más seguro para todas las mujeres”, expresó al respecto, días atrás luego de votarse la Ley.