Cada vez que se piensa en el tránsito, vienen a la mente imágenes de atascos, de caos, de desorden en las calles tucumanas. Conductores que no respetan semáforos ni otras normas de circulación, desconocimiento de las reglas más elementales y por supuesto, los accidentes viales, moneda corriente en la provincia y en el país. Se estima que en la Argentina mueren alrededor de 20 personas por día en siniestros de este tipo.
Tanto funcionarios (municipales, provincial y nacionales) como especialistas en el tema coinciden en la necesidad de educar a la ciudadanía en materia vial. “Educación vial debería estar incluida en la currícula de las escuelas tucumanas”, afirmó en una reciente entrevista con nuestro diario el subsecretario municipal de Transporte. “Sin educación no se puede evitar los accidentes”, aseguró.
Cabe señalar que la Ley Nacional de Tránsito (N° 24.449), desde el año 1994 establece la importancia y la necesidad de incluir la educación vial en todos los niveles de enseñanza, con el objetivo de reducir la tasa de siniestralidad en el país. Y de hecho, muchas instituciones han incorporado el tema en sus programas educativos.
Sin embargo, conviene aclarar que en nuestro país la educación vial no es una materia obligatoria en ningún nivel de enseñanza. Sí se incorporan temas. Por ejemplo, en educación inicial y primaria se enseñan los colores de los semáforos y algunas de las principales señales viales. Ya en el secundario el tema puede estar incluido en asignaturas como Formación ética o similares. Es decir, es abordado desde distintas materias y en forma transversal. El año pasado se puso más énfasis en esta temático y el Ministerio de Educación de la Nación distribuyó material didáctico entre las escuelas con los contenidos de educación vial preparados por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) con el objetivo de que los docentes de los niveles inicial, primario y secundario puedan contar con propuestas pedagógicas y material especialmente diseñado para abordar la seguridad vial. Pablo Martínez Carignano, director ejecutivo de la ANSV, remarcó en esa oportunidad: “Por supuesto, milagros no hay. Va a llevar mucho tiempo hacer andar la maquinaria al ritmo que todos queremos. Pero una charla de una ONG, por más bienintencionada que sea, un spot de una empresa o un discurso emotivo de un famoso no mueven la aguja. El cambio está en las escuelas y colegios, con maestras, maestros, profesoras y profesores enseñando que una buena persona será un mejor conductor. Se maneja como se vive, por ahí pasa la cosa”. Sin duda son avances, pero el compromiso será mayor cuando se incorpore a la currícula la educación vial, como asignatura en sí misma. Es lo que acaba de hacer España, donde la educación vial pasó a formar parte de la currícula gracias a la última reforma de la Ley de Educación, implementada por el actual gobierno de Pedro Sánchez. España sería el cuarto país de la Unión Europea, después de República Checa, Irlanda y Alemania, donde se enseña educación vial en las escuelas en todos los niveles.
Ahora bien, la educación vial no debe entenderse como la mera adquisición de conocimientos sobre normas y reglas de tránsito sino como una problemática cívica, como el respeto a los derechos de los demás, en el contexto de un proyecto de sociedad más cívica, más respetuosa con las personas y con la sociedad.