Cada tanto, se anuncia quién es Banksy, el anónimo artista que comenzó haciendo grafitis en las calles de una ciudad inglesa de Bristol y en los subtes londinenses y ahora vende sus cuadros por millones, siempre manteniendo el anonimato.

Su fama y popularidad arrasa todo y llega a la política no sólo con sus posiciones estéticas de denuncia social sino también en las consecuencias de la búsqueda de su rostro. Un concejal de la localidad de Pembroke Dock, en Gales, renunció a su cargo para despejar los rumores que le atribuían ser el artista callejero. William Gannon había sido elegido a principios de este mes para pocupar una banca, pero dimitió para romper con ola de rumores y no afectar el prestigio del Concejo. “Si yo soy Banksy, entonces todo el mundo lo es”, afirmó el político de 58 años, también comenzó como artista callejero con murales públicos en parques infantiles y hospitales y reconoce que su obra tiene un “parecido a Banksy, no intencionadamente”.

En la Argentina llegará en agosto una muestra inmersiva de sus obras a la Rural, “Genius o vandal?”, con entradas a la venta a un costo de $3.000 para adultos y $2.000 para menores de edad, mientras que en la International Center of Photography Museum de Nueva York se inauguró el domingo la exposición no autorizada sobre sus inicios, “Construyendo castillos en el aire”. Los organizadores estadounidenses aclararon expresamente que Banksy “no está involucrado en esta exposición y no ha brindado respaldo, apoyo ni obras de arte para este proyecto”, para despejar toda vinculación.

En tanto, en Santiago de Chile se habilitó “The Art of Banksy: Without Limits”, otra muestra no autorizada que le rinde tributo 160 obras, murales y esculturas.