La igualdad de género es frágil. Tan frágil, que una de cada dos mujeres teme que ese nivel descienda en los próximos dos años. De hecho, la pandemia de coronavirus ha hecho que el tema de un paso atrás. En realidad, decenas de pasos. En concreto se ha retrasado una generación completa, pues se encuentra ahora a 135,6 años, mientras que antes de la pandemia estaba a 100 años. El dato se desprende de un informe de la compañía francesa de publicidad Havas Group realizado en Francia; Estados Unidos; China; Reino Unido; Brasil; Emiratos Árabes; Qatar; España y La India.
Durante 2020 y 2021, en todos los sectores las mujeres estaban más expuestas a perder sus trabajos que sus contrapartes masculinas, prosigue la investigación de la multinacional de comunicaciones, cuyos directivos efectuaron este sondeo pues consideran que los grandes grupos deben ser activistas en cuestiones de género, de derechos y ambientales. Para peor -prosigue el documento-, dentro del hogar estaban sobrecargadas debido a los malabarismos del teletrabajo, a las tareas domésticas y la escuela en casa. Una sobrecarga tan intensa que el 41 % declaró que en 2022 su hogar se ha vuelto una prisión de la que ya no pueden escapar.
Surge entonces una pregunta: ¿cómo compensamos esta pérdida? "En primer lugar, la distribución de las tareas domésticas y de cuidado es desigual. Segundo, debemos reconocer que históricamente las recuperaciones económicas han estado dirigidas a actividades altamente masculinizadas. Y la salida de la crisis sanitaria en la Argentina no ha sido diferente. Las ocupaciones o profesiones que han sido impulsadas ahora, como la industria, la construcción y la obra pública, poseen una proporción muy pequeña de mujeres. Esto genera retrasos en la recuperación económica de este género", responde la economista Florencia Correa Deza.
Entre agosto y octubre del año pasado, el Laboratorio de Políticas Públicas para el Desarrollo Humano Equitativo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) efectuó una encuesta entre 700 personas, con preponderancia de clase media profesional y media alta. Los resultados coincidieron con el informe de Havas Group: mientras los hombres tucumanos colaboraron con las ocupaciones de la casa hasta en un 35 %, las mujeres lo hicieron en un 52 %. Como tareas de la casa se incluyen la limpieza, la cocina, el lavado, etcétera. El apoyo escolar, el cuidado de menores y el cuidado de adultos mayores también estuvo a cargo de ellas, mayoritariamente.
"En este contexto, surge una realidad insoslayable: las mujeres están menos disponibles para trabajar que los hombres. Y cuando pueden salir, tienen menos empleo. Y a igual capacitación y formación, ganan menos", añade Correa Deza, una de las autoras de esa encuesta, junto a sus colegas Beatriz Alvarez y Agostina Zulli. A todas luces, el foco de la desigualdad en el mercado laboral tiene su origen la distribución de los cuidados en el hogar, razona. "Este fenómeno sugiere la necesidad de que existan sistemas de cuidados en el sector privado, para las familias profesionales, y en el Estado, para aquellas mujeres vulnerables que a su vez son empleadas domésticas", explica.
Desde la mirada de la licenciada en psicología y profesora de la UNT Silvina Cohen Imach, es claro que la pandemia nos ha hecho desandar caminos que estaban andados y logrados. Nos ha hecho dar un paso atrás en todas las áreas, reitera, como salud, trabajo, educación e igualdad de género. "Y por supuesto, siempre las mujeres y los niños somos los más castigados durante las crisis sanitarias, económicas o las guerras", evidencia.
- ¿Por qué es tan lento el progreso hacia la igualdad de género?
- Eso depende, en gran medida, de la fortaleza que tengamos las mujeres. A través de diferentes movimientos y desde lo particular, es importante que reivindiquemos nuestra lucha. Desgraciadamente nos ha tocado este puesto: el de tener que pelear por los derechos. Para nosotras, todo es una conquista. Debemos reflexionar y hacer reflexionar a otros. Y debemos seguir construyendo y des-construyendo. Afortunadamente, los jóvenes tienen un pensamiento abierto e igualitario. Eso genera la esperanza de que, en un futuro cercano, las luchas femeninas no sean meramente declarativas.
Desde 1900 en adelante, aproximadamente, las sociedades del mundo entero han dedicado fechas para celebrar los logros femeninos y promover soluciones a los desafíos de género. Ahora que la pandemia se ha llevado consigo parte de lo conquistado, el manifiesto de romper con los prejuicios se ha vuelto más urgente. Pero, ¿por dónde se empieza? "Aunque en nuestro país se ha avanzado mucho gracias a distintas leyes que promueven la igualdad, estos marcos legales no son tenidos en cuenta. Las brechas se han seguido enquistando", contesta la médica tocoginecóloga Adriana Alvarez, miembro fundadora de la organización feminista Mujeres x Mujeres.
"La realidad es que las políticas públicas, que son por demás cuidadosas para evitar los atrasos, no son ejercidas ni valoradas por algunos sectores. Los propios efectores que deben ponerlas en prácticas no lo hacen. Y se convierten en desobedientes civiles o en negligentes. Para compensar esto, debemos efectuar capacitaciones y emponderar a las mujeres", insta.
María Fernando Rotondo es coordinadora del equipo de género de la asociación Andhes (Abogadas y abogados del noroeste argentino en derechos humanos y estudios sociales). Cuenta con una dilata experiencia a la hora de hablar sobre cómo romper techos de cristal. Según ella, resultan de suma importancia medidas de acción positiva por parte del Estado, que permitan nivelar los pisos de desigualdad fuertemente consolidados histórica, política, sociocultural e institucionalmente. ¿Cree que estamos atrapados en la pura retórica en lo que respecta a los derechos de las mujeres?, se le consulta. La voluntad política del Estado de generar abordajes con perspectiva de género requiere reconocimiento, tanto económico como simbólico- y diálogo con las redes territoriales, a los fines de diseñar políticas públicas sostenidas y con presupuesto que sean cada vez más acordes a la problemática, expresa.
"Actualmente, fuimos y somos las mujeres y las disidencias de las organizaciones de la sociedad civil quienes sostienen redes de trabajo articulado como formas de resistencia, para paliar los efectos de una crisis que no para de crecer. La construcción de las mismas configura una agenda de trabajo que muchas veces actúa ante urgencias y autogestivamente, supliendo la falta de respuestas y la ausencia estatal", concluye.
En definitiva, la obligación de remontar el barrilete recae únicamente en las mujeres del mundo. Fundamentándose en su inteligencia, capacidad y liderazgo, deben desplazar el enfoque. Y guiar el planeta hacia una nueva era de igualdad y de liderazgos.
Falta mucho por hacer en todos los campos