El martes se realizará el conversatorio “Universidad y territorio: entramados hacia la construcción del compromiso social universitario”, del cual participará el uruguayo Humberto Tomassino,  doctor en Medicina y Tecnología Veterinaria y especializado en extensión universitaria. Desde hace años Tomassino trabaja con unidades académicas de Latinoamérica, abocado a pensar en espacios educativos más integrados a la sociedad y que puedan generar acciones capaces de resolver los problemas importantes que la población tiene.

“La idea que planteamos es la posibilidad de integrar la extensión como una actividad normal y cotidiana. Eso implicaría que los docentes tengan actividades de extensión incluidas en las disciplinas que dictan, incorporando el trabajo con actores sociales en el territorio; con organizaciones, grupos de vecinos, pobladores, agricultores o campesinos; para generar un diálogo de saberes que contribuya a lo que está establecido formalmente en las carreras”, explicó. El conversatorio organizado por la UNT se dará en el marco de un proceso de formación que se viene realizando, vinculadó con el concepto de extensión crítica.

- ¿A qué se refiere la “extensión crítica” universitaria?

- Tiene que ver con la posibilidad de vincularse con la sociedad de la cual la universidad es parte. Vínculos que sean de mutua interpelación, en donde podamos aprender y enseñar con distintos sectores. Nuestro trabajo, particularmente, prioriza a los sectores populares con los cuales se intenta gestar alternativas a problemas que estos mismos sectores identifican. A partir de ahí se da una situación muy virtuosa de aprendizaje mutuo. Es una puesta en práctica de lo que hemos denominado extensión crítica y compromiso social de la universidad, porque la universidad y la sociedad deben interpelarse mutuamente.

- ¿Por qué, aparentemente, durante muchos años las universidades sólo tomaron a la sociedad como objeto de estudio?

- Por múltiples motivos, pero la primera ruptura sobre esto se da en la gesta estudiantil en Córdoba, en 1918, que genera la reforma. Ahí los estudiantes pedían vincularse más con la sociedad. Los jóvenes decían que había que salir a trabajar con los sectores sociales. Había mucho trabajo intramuros.  En Argentina hay ejemplos, como la Isla Maciel en la UBA (Buenos Aires). En los últimos años, esto ha crecido. Las Facultades han generado proyectos creando centros comunitarios. Algunas universidades han hecho una apuesta fuerte a anclarse en los territorios en donde están insertas con resultados muy interesantes.

- ¿Por qué es importante ese acercamiento de los estudiantes a la sociedad?

- Porque anticipa lo que es el trabajo como graduados. Si hacemos este acercamiento a la sociedad hay una formación integral que genera un saber nuevo, que no estaba dentro del claustro, y que es el saber popular, que tiene diferentes formas y nuevas epistemologías, con nuevos vínculos entre sujetos y objetos de conocimiento. También es importante romper esa idea de sujeto-objeto, pensando en que el objeto es la realidad y los sujetos que la comprenden y la transforman son todos: tanto los que vienen de una raíz académica como aquellos actores que vienen de una raíz epistémica popular. Tucumán también viene haciendo este proceso desde hace bastante tiempo.

- ¿Cómo es el trabajo en el terreno, según las carreras?

- El abordaje es esencialmente interdisciplinario. Por supuesto que cuando uno es parte, por ejemplo del área de la salud, tiene esta perspectiva específica. Pero siempre hay un abordaje en la propuesta interdisciplinaria que intenta pensar la realidad como indisciplinada. Usamos esta metáfora: si la realidad es indisciplinada no hay forma de captarla disciplinadamente. Entonces la interdisciplina debe ser el lente a través del cual miremos a la sociedad con la cual trabajamos.

- La tarea del docente universitario ya es bastante ardua: preparar clases, corregir, investigar... ¿Cómo sería el trabajo ideal de un docente?

- Hay un ideal de docente -al que no llegamos- y tiene que ver con pensar la docencia como una tarea integral: donde los docentes hayan hecho tareas de posgrado, enseñen e investiguen y hagan tareas de extensión. Es decir que tengan una pata en el terreno. Obviamente cada uno tiene su especialidad o tiene facilidades para una cosa. No creemos que va todo por separado, pero está bueno que un docente que investiga socialice ese conocimiento, genere intercambio y divulgación, especialmente si se produjo de manera colectiva. No es un ideal, pero estaría bueno aproximarnos a eso: que la extensión sea contemplada como una tarea más del docente y no como algo marginal, como sucedió en los últimos tiempos. Vista de esta forma, se incrementará muchísimo la legitimidad de la tarea de extensión porque habrá un aporte significativo a la sociedad.

- Usted viene trabajando hace mucho tiempo en las áreas de extensión, ¿cuáles fueron los resultados, según su experiencia?

- Los graduados finalizan con otra perspectiva su carrera a cuando se forman intramuros, dentro de la frontera del aula, como decimos. Tenemos la convicción de que quienes pasan por estas experiencias de diálogos o saberes tienen más perspectiva y los hace posicionarse como universitarios desde otro lugar cualitativamente superior. “La universidad no va a transformar el mundo pero va a transformar a los hombres y mujeres que transforman el mundo”, dijo el pedagogo y filósofo brasileño Paulo Freire y en eso creemos.