En la vida, hay experiencias que tocan nuestras fibras más sensibles. Aún así, la necesidad de reprogramarnos para avanzar está casi inscripta en nuestro ADN.

Al hablar de la causa que originó todo, Lucas Sawyer (28 años) se muestra algo hermético. Afirma que una serie de eventos íntimos lo llevaron a una fuerte crisis existencial. Con ella también llegó la depresión y, por último, el impulso para apostar por las cosas que ama. Entre ellas, el deporte.

En paralelo a tal metamorfosis, es que el atleta ideó una travesía extrema: viajar en rollers desde Buenos Aires hasta Cartagena de Indias (Colombia). Nada menos que 7.890 kilómetros de distancia...

La hazaña de Juan tiene por objetivo demostrar que, pese a los problemas o malos momentos, aún podemos cumplir nuestros deseos. “Para mi este proyecto va más allá del plano deportivo; es la forma que encontré para concientizar y tratar de motivar a otros. Sea a estudiar una carrera nueva, cambiar de trabajo o transformar algún ámbito personal. Pretendo que usen este ejemplo para animarse a trazar los cambios que quieren o precisan en sus vidas”, comenta.

LOS CARACOLES. Una parte del viaje que hizo en desafío anterior.

A pocos días de arrancar su recorrido (con punto de partida en Merlo), la primera parada del deportista profesional fue Córdoba. Sin embargo, algunos imprevistos ocasionaron que su mapa rutero de un giro.

El plan de Lucas es visitar San Luis, luego Mendoza y a partir de ahí dirigirse hasta el NOA. Una vez fuera de la Argentina, el recorrido involucrará patinar por Chile, Perú y Ecuador para finalmente llegar a la ansiada meta.

“Debido a la situación social y gubernamental que está viviendo el pueblo peruano ahora estamos en proceso de armar rutas de paso alternativas. Por lo pronto, veremos como se desenvuelven las cosas en las próximas semanas”, explica.

Una vez zanjada tal cuestión, Lucas estima que el trayecto le tomará alrededor de tres meses.

Logística

En varias de las fotos, Lucas se muestra como la versión argentina de “Flash”; solo que embestido con un casco y equipo deportivo a juego.

En algunos de los destinos, el profesional logró moverse a 70 kilómetros por hora o alcanzar los 100 km en descensos por pendientes montañosas.

Transitar en tamañas condiciones junto a los autos o camiones resulta una tarea completa. Para el desafío, el patinador debió gestionar un montón de permisos. Sumado a requerir del acompañamiento de un vehículo policial por zonas. Por fortuna, nunca experimentó un accidente vehicular. Aunque, si recolectó como souvenirs un buen par de rasguños y golpes al pasar por ciertos baches y curvas.

Sobre el resto, él acepta que la exigencia corporal y deportiva es alta. “Por desgracia se me rompieron en pleno trayecto los anteojos fotocromáticos que traía y estoy en busca de alguien que pueda proveerme un par. Dado que voy patinando detrás de un auto, siempre veo el sol reflejado en su chapa o sobre el asfalto”, comenta.

A la larga, eso daña la vista y provocó que el intrépido entrevistado sufra de presión ocular. “También, la intemperie hace que la piel se dañe por lo que tengo que colocarme crema con regularidad”, agrega.

Proyectar(se)

La decisión de “colocarse un par de patines para cruzar medio continente” no ocurrió de la noche a la mañana. Al contrario, a Lucas le llevó años de proyecciones y un par de retos previos.

La primera peripecia surgió el 14 de enero del 2020. En esa fecha, se calzó los rollers con la convicción de llegar hasta Chile.

El panorama fue 50% caótico y 50% liberador. “Fui solo, cargando una mochila grande sobre mi espalda y con re poca plata encima”, recuerda el profesional de alto rendimiento. Con lo aprendido de aquel impulso low cost, la travesía actual tiene bastantes disparidades. En esta ocasión, logró conseguir sponsores y un grupo completo que lo apoya para retratar sus experiencias.

“El proyecto posee un seguimiento con una producción audiovisual. Además de que voy acompañado por un chofer y un asiste de apoyo logístico. El plan es recopilar material para editar -al finalizar- un largometraje”, detalla.

Para el resto, su día a día puede verse desde transmisiones en vivo en las redes o el contenido que publica en Instagram (@patinadorextremo) y YouTube (Lucas Sawyer).

La arenga

Lucas no se queja del dinero, ni del tiempo o la dedicación gastado en cumplir su sueño. “La mejor inversión es aquello que nos haga feliz” argumenta y con esas palabras su convicción queda clara.

“La plata es indispensable en nuestra vida, pero tenemos que alcanzar un equilibrio y orientarnos hacia lo que nos hace bien. Uno sabe qué implica eso porque al encontrarlo te provoca una corazonada de tranquilidad, te da paz y la percepción de que estás en el sitio correcto”, reflexiona el deportista.

Por tal motivo, nunca se replanteo frenar o detener esta “linda locura”. “Por supuesto hubo episodios en que me sentí mal. A fin de cuentas, representan situaciones extremas y el desgaste físico es importante, pero no estoy dispuesto a abandonar el desafío. En lo que pienso es en ir hacia adelante, cueste lo que cueste”, relata.

Sobre las barreras mentales, él destaca la relevancia de ser disciplinario y forzarse en determinadas ocasiones. “Eso sí, la conciencia deportiva y la ética de preservar nuestra vida tiene que primar. Conozco cuales son mis límites y los respeto. Al hallarlos, simplemente descanso, me rehabilito y vuelvo”, recalca.