ANTOLOGÍA

ELEANOR RIGBY Y OTROS POEMAS

ROGELIO RAMOS SIGNES

(EOS Villa - Rosario)

Una buena frase de Gerardo Diego dice que la poesía “enemista dos palabras en el cráneo del poeta y obliga a todo el idioma a entrar en ebullición”. Da la impresión de que la poesía de Rogelio Ramos Signes, conocedora del método inductivo, se gesta cuando esas dos palabras descubren la cara oculta de lo cotidiano y logran, efectivamente, poner todo en ebullición.

Eleanor Rigby y otros poemas es una antología hecha por el propio poeta, que abarca más de 30 años de trabajo, y el resultado tiene una coherencia notable.

Desde el comienzo hasta el final se advierte que la ironía, incluso el desenfado, están usados para hablar en serio; y que la poesía está concebida como una exploración: el poeta busca una situación inesperada y la describe con frases también inesperadas. Esto obliga al lector a estar atento porque, a la vez que el poema dice su enunciado, también está diciendo otra cosa. Cómo no ver en “El trompo”, por ejemplo, un poema del final del libro, no sólo una historia con lección o moraleja sino también un “arte poética”. Esta operación indirecta es frecuente en este libro, y está expresada con un lenguaje de plena eficacia actual, que escapa de lo ya dicho y elude no sólo el lugar común sino algo más trillado: “el lugar poético”.

La poesía necesita rejuvenecimientos; Ramos Signes lo sabe, y lo logra espiando a través de una rendija para mostrarnos lo que está tapado por la costumbre de ver sólo lo que vemos. De este modo, el lector recibe algo que no sabía, que no había advertido que estaba ahí, tal vez esperándolo; con lo que el poeta consigue no sólo sorprenderlo sino, sobre todo, no dejar las cosas como estaban. Es el secreto de la “ebullición”, que pone al lector en el sitio donde algo cruje, donde se beneficia con un sobresalto.

© LA GACETA

Santiago Sylvester