No es sencillo elegir la ganadora del Oscar cuando la certeza es que hay 10 películas en competencia y -salvo “Drive my car”- ninguna propone algo para recordar. ¿Por qué “CODA” entonces? En los discursos de aceptación del premio se escuchó una punta de lo más sensata. Algo así como “la historia adecuada para los momentos que vivimos”; que no es otra cosa que un amable melodrama anclado en el rescate de los valores familiares. Toda una invitación a la máxima corrección política imaginable para los votantes de la Academia de Hollywood, a caballo, además, del carácter inclusivo que propone la historia.
“CODA” (a la que en Hispanoamérica se le agregó al título “Señales del corazón”, una de esas decisiones absurdas de las distribuidoras) luce cómoda en su falta de pretensiones y está muy bien que hacia allí la haya conducida la directora Sian Heder. De producción independiente -para más datos- fue bien recibida hace más de un año en el Festival de Sundance y cuenta con un largo recorrido por las plataformas de streaming. Primero la adquirió Apple TV+ y hoy se la puede ver en Amazon Prime Video. Pantallas que reafirman la impresión de que, a fin de cuentas, le cabe de lo más bien la calificación de telefilm.
Pero estamos hablando, según Hollywood, de la mejor película estrenada durante 2021. Y “CODA”, más allá del resultado de la votación, está lejos de serlo. Una apreciación compartida por la crítica internacional. Pierde en la comparación con “El poder del perro”, que se quedó con demasiadas manos vacías (salvo, afortunadamente, las de su directora Jane Campion). Pierde con ese homenaje al cine que es “Licorice Pizza”. Pierde con el esplendor visual de “Dune” y con la emocionante recreación de “West Side Story” que nos regaló Steven Spielberg. Y hasta pierde con el viaje a su niñez que recreó Kenneth Branagh en “Belfast”. Pero sobre todo, y definitivamente, pierde en la comparación con “Drive my car”. Será que para la Academia, después de haber roto el molde premiando a la surcoreana “Parásitos”, ya era demasiado consagrar a una japonesa como la mejor de todas.
Child Of Deaf Adults (Hijo de Padres Sordos). Eso significa CODA y ese es el disparador de la historia. La protagonista es Ruby (Emilia Jones), la única que puede escuchar en el hogar que comparte con sus padres Frank (Troy Kotsur, ganador del Oscar al Mejor Actor de Reparto) y Jackie (Marlee Matlin) y con su hermano Leo (Daniel Durant). Lo que sigue son las tensiones de Ruby entre sus obligaciones familiares, sus propios deseos y esa permanente navegación entre dos mundos que le tocó en suerte desde el día en que nació. Bien actuada, correctamente narrada, “CODA” apela a un permanente afloramiento de emociones y desde allí construye su fortaleza. No llega mucho más lejos.
Que se trate de la remake de una película francesa (“La familia Bélier”, un formidable éxito en Europa) no le quita méritos a “CODA”, pero sí originalidad. Tampoco la ayuda el hecho de que esta edición del Oscar pasará a la historia por el insólito round Will Smith-Chris Rock, episodio del que se hablará en redes y crónicas mucho más que de cine. De fondo, como tema relevante, queda la discusión acerca de cuál es, a esta altura de la historia, la incidencia del Oscar en la agenda del gran público. Con el correr de los años -y la pandemia no ayudó- el premio sigue perdiendo vigor. La vencedora del año pasado, “Nomadland”, fue la película ganadora del premio mayor menos vista de todos los tiempos. “CODA”, que de paso le dio un cachetazo a las aspiraciones de Netflix, tiene otras herramientas para interesar a las audiencias. Pero que está lejos de ser una gran película nadie lo discute.